Como gran educador que fue, san Juan Bosco tenía su método, su fina pedagogía para educar mediante los Oratorios. Allí acudían muchachos y jóvenes, sin apenas instrucción ni mucho menos formación religiosa. Y lo que don Bosco buscaba no era meramente entretenerlos, sino llevarlos a Dios; y no era una pedagogía de los valores tal como la entendemos hoy, con lenguaje secularizado, sino virtudes cristianas, vida cristiana y vida de la gracia.
Don Bosco es un evangelizador, es decir, quiere que aquellos muchachos y jóvenes conozcan a Cristo y vivan la vida de la gracia. No funda una ONG, ni una asociación recreativa, sino lugares de formación cristiana, ámbitos cristianos de vida mediante la oración, la enseñanza, la predicación y también el juego, la recreación, el teatro... y la eterna alegría cristiana.
Las imágenes secularizadas de los santos, leídos en las claves hoy de lo políticamente correcto, les hacen un flaco favor. Y a veces el trabajo con los jóvenes se puede convertir más en mera distracción juvenil que en formación cristiana; en dinámicas de grupos más que en doctrina cristiana explicada.
Pero, ¿qué hacía Don Bosco? ¿Cómo trabajaba para evangelizar a los jóvenes?
En el "Resumen Histórico", de 1862, Don Bosco escribe detallando las actividades de los domingos:
"Por la mañana, los que quieren confesarse tienen la oportunidad de hacerlo; luego hay misa, seguida de un anarración de un hecho de la Biblia o de la historia de la Iglesia, o por una explicación del Evangelio del día; luego, recreo. Por la tarde, tenemos instrucción de catequesis por clases, Vísperas, una breve instrucción desde el púlpito, Bendición del Santísimo Sacramento, seguido del recreo normal".
En una carta (13-marzo-1846) al gobernador civil, Cavour, expone claramente cómo la finalidad principal y absoluta de los Oratorios y, por ende, de la verdadera pedagogía salesiana, era la instrucción religiosa. Dice don Bosco:
"El papel que vuestra Excelencia desempeña en todo lo que se refiere al bien público, tanto en lo cívico como en lo moral, me lleva a esperar que acepte el informe sobre un programa de catequesis que hemos empezado. Como su finalidad es el bien de los jóvenes, usted mismo ha mostrado en numerosas ocasiones, su favor y ayuda. Este programa empezó hace tres años... Allí se enseñaba catecismo, se oían confesiones y se celebraba la misa... La finalidad de este programa de catequesis es reunir a los muchachos que, abandonados a sí mismos, no asistirían a la instrucción religiosa en ninguna iglesia los domingos y días festivos".
Realmente hay que pensar y valorar este estilo de don Bosco de educar a los jóvenes. Incluye los elementos de vida cristiana y de piedad que los van a sostener en la práctica de la virtud toda su vida: La Misa y la confesión, la oración ante el Santísimo y la Bendición con el Santísimo Sacramento, así como predicación y catequesis, instrucción cristiana.
Cuando un programa así se sustituye meramente por dinámicas de grupos o la catequesis basada en lo subjetivo, la experiencia, lo que cada uno piensa y opina, etc., la instrucción cristiana deja de ser tal para ser mero psicologismo o mero moralismo (la solidaridad, la ecología, comprometerse, etc.). Nada de eso aparece en la pedagogía salesiana.
Así se explica cómo sus Oratorios y colegios fueron una gran fuerza evangelizadora y así es como debemos plantear muchas veces la educación cristiana de la juventud: no bajo mínimos, sino ampliamente, despertando en ellos el deseo de "más", más amor a Cristo, más sentido de Iglesia, más vida de la gracia. Señalaba los grandes ideales cristianos, la alta meta de la santidad.
¿Sabremos contrastar el estilo de don Bosco con tantas supuestas pastorales juveniles hoy, en tantos ámbitos distintos?
Quisiera gritar desde “las azoteas” (las azoteas de las casas hebreas se comunicaban entre sí), tal y como nos mandó el Señor: “El hombre que se compadece de su prójimo educa, enseña y guía como pastor a su rebaño” (antífona del canto de Zacarías de Laudes) ¿Aprenderemos y enseñaremos, de una vez y para siempre, lo que es verdadera compasión, verdadera misericordia, la misericordia que llevó a Dios a encarnarse, la misericordia de Jesús, la misericordia a la que se refiere la entrada? ¿Lo gritaremos desde ”las azoteas”?
ResponderEliminar¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro (Laudes).
Confieso que he estado a punto de escribir sobre lo que veo en la educación que me rodea. Mejor no, podría escaparseme alguna expresión inconveniente. Pero si, ese es el único modelo posible para avengelizar educando. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
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