La Iglesia, nunca instalada, se calza constantemente las sandalias, se reviste la túnica, y con el celo por el anuncio del Evangelio, sale a los caminos del hombre para mostrarle a Cristo.
Tarea permanente, nunca acabada, es ésta de la evangelización. La Iglesia siempre está in statu missionis, en estado de misión. Esa conciencia de misión es la que hoy debe alentar el espíritu y toda pastoral, el compromiso pastoral y cualquier apostolado, toda iniciativa nueva sea parroquial o sea en los nuevos areópagos de la fe y la razón, de la cultura, del arte...
"La Iglesia ha adquirido una conciencia aún más clara de su innata vocación misionera, reconociendo en ella un elemento constitutivo de su misma naturaleza. En obediencia al mandato de Cristo, que envió a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes (cf. Mt 28, 18-20), también en nuestra época la comunidad cristiana se siente enviada a los hombres y a las mujeres del tercer milenio, para darles a conocer la verdad del mensaje evangélico y abrirles de este modo el camino de la salvación. Y esto —como decía— no es algo facultativo, sino la vocación propia del pueblo de Dios, un deber que le incumbe por mandato del mismo Señor Jesucristo (cf. Evangelii nuntiandi, 5). Más aún, el anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden dar a cada persona y a todo el género humano, por estar llamados a comunicar a todos el amor de Dios, que se manifestó plenamente en el único Redentor del mundo, Jesucristo" (Benedicto XVI, Discurso a un Congreso sobre el 40 aniversario del decreto Ad Gentes, 11-marzo-2006).
Obsérvese bien: el primer servicio que podemos prestar es evangelizar. La evangelización no es un momento posterior a la promoción humana, a la educación, al desarrollo, o a ese "estar anónimamente" inserto en la ciudad o en el barrio pensando que sólo "estar" como uno más ya es significativo. La evangelización es "el primer servicio" que podemos prestar porque orienta la vida del hombre en el encuentro con Cristo.
¡El primer servicio! Así de importante es la evangelización y así de urgente el mandato de Cristo hoy para nosotros y la Iglesia entera. Desde luego, para esto, hay que cambiar la mentalidad y no dejarse infectar por ninguna pseudo-teología con tintes de ideología.
La evangelización corresponde a la revelación de Dios; el primer momento de Dios es darse, revelarse, el segundo momento le corresponde a la Iglesia, comunicar lo recibido:
"La publicación del decreto conciliar Ad gentes, sobre el que habéis reflexionado oportunamente, ha permitido poner mejor de relieve la raíz originaria de la misión de la Iglesia, es decir, la vida trinitaria de Dios, de quien proviene el movimiento de amor que, desde las Personas divinas, se difunde por la humanidad. Todo brota del corazón del Padre celestial, que tanto amó al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna (cf. Jn 3, 16).
Con el misterio de la Encarnación, el Hijo unigénito fue constituido auténtico y supremo mediador entre el Padre y los hombres. En él, muerto y resucitado, la ternura providente del Padre alcanza a todo hombre de modos y por caminos que sólo él conoce. La tarea de la Iglesia consiste en comunicar incesantemente este amor divino, gracias a la acción vivificante del Espíritu Santo. En efecto, el Espíritu es quien transforma la vida de los creyentes, liberándolos de la esclavitud del pecado y de la muerte, y capacitándolos para testimoniar el amor misericordioso de Dios, que en su Hijo, quiere hacer de la humanidad, una única familia (cf. Deus caritas est, 19)".
Pensar en evangelizar es más que pensar en las misiones en sentido clásico, y limitar la evangelización a los terrenos de misión, allí donde el Evangelio no ha sido proclamado aún, o la Iglesia es aún una pequeñísima esperanza. La misión-evangelización también está en las culturas occidentales, en este marco social en que vivimos. La misión hoy está también aquí y no sólo misiones populares (siempre necesarias, por cierto), sino en la misión en sentido amplio, en los nuevos foros y lugares de comunicación.
"Desde sus orígenes, el pueblo cristiano percibió con claridad la importancia de comunicar, a través de una incesante acción misionera, la riqueza de este amor a todos los que todavía no conocían a Cristo. Más aún, durante estos últimos años se ha sentido la necesidad de reafirmar este compromiso, porque —como observó mi amado predecesor Juan Pablo II— en la época moderna la missio ad gentes parece sufrir a veces una fase de mayor lentitud debido a las dificultades del nuevo marco antropológico, cultural, social y religioso de la humanidad. Hoy la Iglesia está llamada a afrontar desafíos nuevos, y está dispuesta a dialogar con culturas y religiones diversas, tratando de construir con toda persona de buena voluntad la convivencia pacífica de los pueblos. Así, el campo de la missio ad gentes se ha ampliado notablemente, y no se puede definir sólo basándose en consideraciones geográficas o jurídicas; en efecto, los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo, los corazones.
Se trata de un mandato cuya fiel realización exige paciencia y clarividencia, valentía y humildad, escucha de Dios y discernimiento vigilante de los "signos de los tiempos"".
Discernimiento vigilante, me gusta esa expresión. Yo, últimamente, he pensado en la evangelización cotidiana. La de mostrar la vida cristiana con JESÚS como único centro. Y me da por pensar que es incluso mucho más complicado que el discernimiento vigilante. Mi vida debe evangelizar. Nuestras vidas debe evangelizar. Tremebunda responsabilidad. Y sin embargo, la GRACIA lo hace. El Espíritu Santo se encarga. Pero parece ser que eso del: "Si, quiero" debe ser algo complicado. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
ResponderEliminar¡Qué bello primer párrafo! La noticia de un Dios que se ha acercado, que ha venido a buscarnos, lleva implícita la invitación a volverse hacia Él pues, en un ejercicio recto de la razón, sólo cabe una respuesta humana ante la cercanía de Dios: cambiar la brújula en el caminar. "La evangelización es el primer servicio"
ResponderEliminarDichosos los que viven en tu casa, Señor ¡Qué Dios les bendiga!