3.6. El estilo cristiano
El
nacimiento de nuestro Salvador nos enseña y educa para un estilo cristiano de
vivir. Es específico y propio del cristianismo porque toma como modelo y
ejemplo las lecciones que nos imparte y testifica la humanidad santísima de
Jesús, siempre norma de vida.
*
Dios se ha mostrado fiel a su pueblo realizando las promesas que hizo y que los
profetas proclamaron. La fidelidad de Dios, inquebrantable, marca el signo del
cristiano: es fiel, fiel a Dios siempre, fiel a la palabra dada, fiel a la Verdad, fiel a sí mismo,
fiel en el amor y la entrega. “Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos
has revelado la fidelidad de Dios, haz que nosotros seamos también fieles a las
promesas de nuestro bautismo” (25 dic).
Esa
fidelidad se muestra también en el medio cotidiano y ordinario de
santificación, como es el propio trabajo o profesión; la fidelidad se muestra
en la dedicación y delicadeza con que se trabaja, con un fino sentido
sobrenatural: “Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado
hijo del carpintero, enséñanos a trabajar, con empeño y a conciencia, en nuestras
propias tareas” (Sgda. Familia).
*
Ya que la Palabra
se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros (cf. Jn 1,14), el estilo
cristiano escucha siempre atentamente la Palabra, se deja formar y moldear por ella, la
toma como lámpara para sus pasos y luz en el sendero, y la medita
constantemente: “Otórganos un corazón recto y sincero que atienda siempre a tu
palabra, y lleva en plenitud en nosotros y en todos los hombres tu plan de
salvación” (30 dic).
Modelo
cristiano de esta escucha y acogida de la Palabra es la Virgen María, perfecta
discípula: “Maestro de los hombres, que quisiste que María, tu madre,
conservara en su corazón tus palabras y tus acciones, enséñanos a escuchar con
corazón puro y bueno las palabras de tu boca” (Sgda. Familia). Así viviremos de
su Palabra que se hará carne en nuestra existencia: “Tú que nos has dado el
pleno conocimiento de Dios, nuestro Padre, ayúdanos a vivir plenamente de tu
palabra por nuestra fe y por nuestras obras” (7 ene). Su Palabra es luz y forma
del cristiano: “Tú que al venir al mundo has querido ser luz de los paganos y
maestro de todos los hombres, haz que tu palabra sea lámpara para nuestros
pasos” (8 ene); entonces Cristo tomará forma en el cristiano: “Palabra de Dios,
que te hiciste carne en el seno de María Virgen y viniste al mundo, dígnate
habitar siempre por la fe en nuestros corazones” (8 ene).
*
Aquel que es Luz viene a iluminar, Aquel que es Palabra viene a revelar
predicando. El cristiano, como su Señor, es un evangelizador, un misionero, en
todas partes, siempre y en cualquier lugar, que quiere comunicar esa Palabra y
que “a toda la tierra alcance su pregón” (Sal 18). El deseo fundamental es que
todos los pueblos sean evangelizados: “Tú que desde el principio prometiste
que, por Cristo, darías tu victoria a todos los hombres, haz que todos los
pueblos sean iluminados por la luz del Evangelio” (29 dic).
El
cristiano, por el bautismo, es iluminado, recibe la luz para difundirla y
transmitirla, es un evangelizador: “haz que seamos anunciadores fieles de tu
Evangelio” (30 dic), anunciadores con la palabra y testigos con la vida: “Hijo
de Dios vivo, que existes antes que el mundo fuese hecho y que viniste a la
tierra para salvar a los hombres, haznos testigos de tu Evangelio” (9 ene); más
aún, los cristianos son ministros del Evangelio, comunicadores de la salvación
de Cristo: “Oh Cristo, que en tu bautismo abriste una puerta de salvación para
los cristianos y santificaste la creación entera, haz de todos nosotros
ministros de tu Evangelio en el mundo” (Bautismo).
3.7. Humildad, sencillez y pobreza
Humildad,
sencillez y pobreza son cualidades que despuntan claramente en el nacimiento
del Redentor. Obedeció al plan salvífico del Padre, diciendo: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”
(cf. Hb 10,1-10), y obedeció a María y a José al introducirse en el mundo y
formar parte de una familia. Humildad y obediencia son virtudes propias del
estilo cristiano: “Oh Jesús, Palabra eterna del padre, que quisiste vivir bajo
la autoridad de María y de José, enséñanos a vivir en la humildad y en la
obediencia” (Sgda. Familia).
Por
su Encarnación, el Verbo se ha hecho pobre, asumiendo la pobreza y limitación
de ser hombre: “te has hecho pobre para que, con tu pobreza, nos hagamos ricos”
(30 dic); y así la Iglesia
misma, entera, vive de la pobreza y libertad de espíritu de su Señor y Esposo:
“haz que tu Iglesia realice los planes del Padre viviendo en pobreza” (31 dic);
“Oh Jesús… concede a tu Iglesia el espíritu de pobreza” (3 ene).
La
humildad es fuerte y recia, abate orgullo y soberbia, posee fortaleza y
perseverancia -¡lo contrario del orgullo, la inmadurez y el egocentrismo!-: “Oh
Jesús, todopoderoso y paciente, humilde de corazón y obediente, manifiesta a
todos los hombres el poder de la humildad” (3 ene).
Queremos,
entonces, ser y vivir como Jesús: “Rey del universo, a quien los pastores
encontraron envuelto en pañales, ayúdanos a imitar siempre tu pobreza y tu
sencillez” (5 ene). Su sencillez es norma para nosotros; verlo hecho niño nos
conduce a querer ser como niños para entrar en el reino de los cielos (cf. Mt
18,4): “Tú, que te hiciste niño y fuiste recostado en un pesebre, renueva en
nosotros la sencillez de los niños” (9 ene).
Como la humanidad santísima de Jesús es nuestra norma de vida tal y como señala esa bellísima frase del salmo 118 “lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”, que recoge la entrada; como debemos dejarnos formar y moldear por la Palabra de Dios, como queremos ser y vivir como Jesús, que Él viva en nosotros, la fidelidad debe ser el sello que nos identifique: siempre fiel a Dios en Cristo, su Palabra; “fiel a la palabra dada, fiel a la Verdad, fiel a uno mismo, fiel en el amor y la entrega”.
ResponderEliminarMuchas mujeres manifiestan rechazo a una determinada “imagen” de la Virgen porque, inducidas o no a ello, no perciben correctamente a María. “Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.” ¡Qué daño hizo el romanticismo al hablar del corazón en plan sensiblero! María es ejemplo de la mujer fuerte, de la mujer valiente, pues hay que ser muy fuerte y muy valiente para aceptar la misión que Dios le comunica por medio del arcángel Gabriel, comprometer a su Hijo para iniciar los signos del Reino en Cana, dejarle marchar de Nazaret, estar al pie de la cruz, perdonar la cobardía de sus discípulos permaneciendo con ellos y ¿por qué no decirlo?: vivir, cocinar, coser… en una cueva de Nazaret. “La humildad es fuerte y recia, posee fortaleza y perseverancia”.
Me acaban de comunicar la muerte de una compañera más joven que yo. En situaciones como ésta, todos hacemos reflexiones sobre la brevedad de la vida pero pasado el momento, olvidando las reflexiones, solemos seguir teniendo la vida terrena con sus “flores y fieras” como único horizonte.
Porque queremos ser y vivir como Tú, Jesús, ayúdanos a vivir plenamente de tu palabra.
Hoy de 8:00 a 15:00, aproximadamente una de mis sobrinas, de 9 años, ha sido operada de un tumor cerebral. Ruego oraciones por ella. En estas ocasiones uno le da vueltas a la cabeza sobre la pobreza de la naturaleza humana, su fragilidad y sobre lo efímero que parece todo, siendo como somos eternos; siendo como somos AMOR, siendo como somos el gozo de nuestro CREADOR, UNO y TRINO, siendo como somos, la razón de ser de la Creación. El misterio de la naturaleza humana, el misterio del AMOR sin medida y del ¿qué tengo yo que mi amistad procuras? .........; nos sobrepasa. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
ResponderEliminarAntonio ¿qué tal se encuentra la pequeña?
EliminarUn saludo
Antonio Sebastián:
EliminarEncomendamos y rezamos todos.
Un beso a su sobrina.
Muchas gracias por sus oraciones. Ayer por la tarde salió de la uci. Ahora el desasosiego de esperar a saber si el tumor es maligno o benigno. Pero hasta finales de la semana próxima no sabremos nada. Una vez más, muchas gracias por todo. DIOS les bendiga.
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