II.
Ya se han llevado las ofrendas al altar; la patena con el pan está en el altar y se está preparando el cáliz. ¿Qué hace ahora el sacerdote? ¿Cómo debe hacerlo? La explicación pormenorizada de lo que hay que hacer, las rúbricas, explican así:
"141. El sacerdote, en el altar, recibe o toma la patena con el pan, y con ambas manos la tiene un poco elevada sobre el altar, diciendo en secreto: Bendito seas, Señor, Dios. Luego coloca la patena con el pan sobre el corporal.
142. En
seguida, el sacerdote de pie a un lado del altar, ayudado por el ministro que
le presenta las vinajeras, vierte en el cáliz vino y un poco de agua, diciendo
en secreto: Por el misterio de esta agua. Vuelto al medio del altar,
toma el cáliz con ambas manos, lo tiene un poco elevado, diciendo en secreto: Bendito
seas, Señor, Dios; y después coloca el cáliz sobre el corporal y, según las
circunstancias, lo cubre con la palia.
Pero cuando no hay canto al ofertorio ni se toca el órgano, en la presentación del pan y del vino, está permitido al sacerdote decir en voz alta las fórmulas de bendición a las que el pueblo aclama: Bendito seas por siempre, Señor."
Lo normal será que el sacerdote diga "en secreto" las fórmulas correspondientes al pan y luego la del vino: ¡en secreto! Y en todo caso, como una concesión, cuando no hay canto "está permitido" decir las fórmulas en voz alta.
* La primera opción, recitarlas en secreto, y los fieles en silencio, es lo habitual.
* La segunda opción, pronunciarlas en voz alta, al no ser lo habitual, se convierte en un permiso: "está permitido..."
Y ya sabemos que en los libros litúrgicos, cuando se dan varias opciones o posibilidades, la primera es siempre la que se plantea como normal o como la mejor opción.
Pero, por si acaso aún no queda claro, vamos al Ordo Missae, al Ordinario, que en el Misal romano, n. 21, explica:
"El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este pan...
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor".
Por tanto:
1) Lo habitual es en silencio,
2) Puede decir en voz alta las fórmulas, pero no es obligatorio ni mucho menos,
3) Y los fieles "pueden" aclamar diciendo: "Bendito seas por siempre, Señor".
Cuando tanta queja hay del verbalismo en la liturgia, donde sobreabundan las moniciones, todo parece un discurso, una lectura tras otra, un canto, una monición, etc., es conveniente buscar momentos de equilibrio y serenidad, como este silencio durante la preparación de las ofrendas.
Hoy me he levantado con ganas de reir sin parar. D. Javier ¿por que será que los católicos tomamos siempre lo meramente permitido como si fuera regla general y por excepcional, la regla general? Mejor no poner otros ejemplos, pero como en las meigas: haber ¡haylas!
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Julia María:
EliminarMe alegro de que ría sin parar, siendo lunes.
Los católicos -y los mismos sacerdotes en la liturgia- tomamos lo meramente permitido como lo habitual, y no sé si es comodidad, pereza, ignorancia, o qué.
No vendría mal que vd. pusiera otros ejemplos en el campo de la liturgia porque me facilita a mí la labor y me sugiere nuevos artículos y catequesis.
Éstas del "silencio en el ofertorio", por ejemplo, son para los boletines de mi diócesis de la Adoración Nocturna, tanto masculina como femenina, donde en cada boletín escribo la "formación litúrgica". Ojalá sirva para algo.
Y para que lleguen a más personas, los artículos los cuelgo aquí.
Un beso. O si le parece irrespetuoso a estas horas, beso su mano y me inclino ante vos, señora letrada. (jejeje)
El afecto sincero nunca es irrespetuoso aun acompañado de bostezos o risas matinales…
Eliminar¿Pongo ejemplo? Uno que despierta “mi innata rebeldía” (¿sólo uno por día?... no se asuste, es broma): El ministerio extraordinario de la sagrada Comunión convertido en norma general (ordinario), ya sea por designación ad actum o por su utilización sin que se den las circunstancias prescritas en las normas litúrgicas. Se ha convertido en uso habitual y yo, normalmente prudente y respetuosa en la celebración litúrgica, me niego a aceptar en razón de “todo lo que hay detrás”.
Se incumplen sistemáticamente en España las normas litúrgicas pues nadie en su sano juicio puede entender que existe una prolongación anormal de la Santa Misa porque dure cinco minutos más. También se incumple sistemáticamente: la bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.
Las condiciones aplicables que ya fueron establecidas por el Papa Pablo VI en Immensae caritatis, condiciones sobre las que insistió y clarificó el Papa Juan Pablo II, que llegó a decir ¿acaso no sería posible remediarlo con una programación pastoral más racional?, caen en saco roto.
Ni que decir de la ausencia de constatación de los requisitos de los candidatos, su preparación, la duración temporal del servicio así como su relación con el Rito de Unción y Viático y la Pastoral de los enfermos.
La misma Instrucción reflexiona así: Para que se dé una solución a este tipo de abusos, lo que más urge es la formación bíblica y litúrgica del pueblo de Dios, pastores y fieles, de modo que la fe y la disciplina de la Iglesia, en lo que se refiere a la sagrada Liturgia, sean presentadas y comprendidas rectamente.
Teniendo en cuenta que la opinión común confunde participación activa de los fieles con asunción de una tarea litúrgica específica, esta corruptela, al igual que otras, muestra hasta que punto existe una tendencia a la 'clericalización' de los fieles y el riesgo de crear de hecho una estructura eclesial de servicio paralela a la fundada en el Sacramento del Orden “hasta el punto de considerarlo como de ordinaria administración, o bien como una especie de premio para agradecer la colaboración de los laicos” (no es una exageración, se producen escenas que producen auténtico dolor y vergüenza ajena).
La verdad es que esos momentos de silencio se agradecen.
ResponderEliminarSaludos a todos, os deseo una feliz semana en presencia del amor de Cristo.
Sí, Mento, se agradecen esos momentos de silencio. ¡Son tan fecundos!, a pequeñas dosis a lo largo de la Misa.
EliminarUn abrazo!!
Buenos días don Javier. Resulta esta entrada, como todas las de su magnífico blog, muy interesante y sorprendente. Me gusta ver que no cesa su actividad pastoral aquí en la web y continúa con la Adoración Nocturna y demás, ya nos contará el secreto energético de su incansable actividad. Un abrazo.
ResponderEliminarxtobefree
EliminarMe alegro de que las entradas le resulten útiles, formativas.
¿Secreto energético de mi incansable actividad? Primero la obligación, pero sobre todo un horario muy cuadriculado para que encajen las piezas; dormir lo que se pueda; baños de sagrario y de adoración eucarística; amigos (hermanos) que arropan y me sirven de descanso...
Añádele, amigo ingeniero, que estoy ya comenzando con la tesis doctoral.
Sigo haciendo fotos del atardecer donde se ve el puente nuevo de Córdoba. Cuando las descargue en el ordenador, servirán de fondo para muchas catequesis y disfrutará de la luz vespertina cayendo, envolviendo, dicho puente.
Aquí, la Adoración Nocturna es mixta. No sé si es muy ortodoxo, pero es así.
ResponderEliminarPero yendo a la Liturgia eso del silencio y el secreto me llama poderosamente la atención, porque, por lo que he visto, no es precisamente lo normal.
Muchas gracias, Padre, sigo rezando.
La Adoración Noctura como tal no es mixta según su organización y estatutos. Caso distinto es que los turnos de adoración los hagan conjuntamente si el número de adoradores es muy muy reducido.
EliminarEl momento de la presentación de los dones requiere, habitualmente, que las oraciones las diga el sacerdote en secreto. ¿Sorprende? Pues para eso están estas catequesis esperando que lleguen a muchos (y lo mismo publicado en boletinos, etc.), para que se conozca bien el Misal y la forma de realizar la liturgia, sin falsas creatividades, pero tampoco llevados por el intimismo y la mera devoción personal.
Saludos!!!