viernes, 4 de enero de 2013

Algo de teología de la Navidad, sin sentimentalismos

Siempre me ha parecido que el hombre pretende disimular u ocultar la fuerza del Misterio escondiéndolo tras lo banal o lo cultural, a lo mejor no tanto porque no se sepa preguntar al Misterio, cuanto que prefiere la comodidad del quedarse quieto y no indagar, no buscar para no hallar.  


Se amordaza el Misterio tras expresiones humanas o culturales y así se sobrevive con el Misterio sin atreverse a dejarse fascinar por lo bello y verdadero del Misterio.

El ciclo litúrgico de la Navidad es, en verdad, un Misterio, el gran Misterio, el Misterio accesible y palpable del Verbo, de la Presencia del Dios-con-nosotros, que descubre el hombre al hombre, le revela sus inmensas posibilidades, le señala el camino de su sobrenatural vocación a la santidad, el Misterio de la condescendencia divina, del admirable intercambio entre la naturaleza humana y la divina para hacernos a nosotros partícipes de la vida de Dios.

No obstante, frente al Misterio que sobrecoge al hombre y le hace brotar el estupor, la admiración y la adoración, el hombre ha preferido amortiguar el golpe de Dios, ocultar sus refulgentes rayos, envolviéndolo todo en un vulgar y simple papel de regalo; hemos querido arrebatarle fuerza transformándolo en dulzura meliflua, empalagosa, chorreante de miel; es un folclore navideño, aceptado y participado por todos que resulta más “entretenido” y falsamente “humano” que la acogida del Misterio que se da. 

La fuerza de Dios y la belleza del cristianismo que engendra se oculta tras los velos de la “solidaridad”, del compartir navideño, de los regalos y de lo convencionalmente aceptado por la sociedad, ya incluso, abierto y descaradamente, sin referencias a Jesús en muchos eventos, adornos o felicitaciones. El que se manifiesta lo preferimos como un Dios oculto y escondido; el que habla lo preferimos mudo. 

Un simple y último ejemplo: la liturgia misma de Navidad es abarrotada y colmada de cantos y villancicos populares, coros de niños vestidos de “pastorcitos”, etc., marginando los grandes cantos de la liturgia de Navidad, incluso el mismo salmo responsorial o el Gloria.  

Todo esto recubrir con sentimentalismo la Navidad, la Aparición del Señor, impidiendo que su fuerza de santificación y su revelación nos alcancen e impacten. Al final de las Navidades, muchas veces la sensación es la de haber vivido una etapa de "fiestas familiares" a costa o con el pretexto de la Navidad, o en la liturgia, un ciclo infantil.

Pero volvamos al principio: estamos ante el Misterio.

Y el hombre sabio, el creyente, sabe que ante el Misterio hay que ponerse de rodillas, llenos de asombro y gratitud, adorar y amar, acoger y dejarse coger por el Misterio. Aquí está la Belleza, la Verdad, la Bondad, la Luz, la Palabra y la Vida.

11 comentarios:

  1. Buenos días don JAvier:
    Antes de nada feliz año nuevo (aunque algo tarde) a usted y a todos los comentaristas del blog. Que 2013 llegue colmado de bendiciones y bienes para todos. Felicidades además por su nuevo nombramiento diocesano y por el mantenimiento del blog a pesar de su mayor trabajo. Ya sabe padre que si Dios da"una cruz" (y un cargo no pocas veces lo es) da también fuerza para llevarla.Cuente en todo caso con las oraciones de todos para que el peso sea más liviano.
    En cuanto a la catequesis me ha recordado al relativismo y a la secularización que poco a poco vamos viviendo en nuestra sociedad que como usted dice se preocupa cada vez más de lo superficial sin atender a lo esencial.
    Pidamos al Niño recién nacido que nos permita reflexionar y entender en lo posible el Misterio y asi acogerlo dentro y a la Iglesia que con ayuda de la liturgia nos ayude a comprenderlo en la medida de nuestras posibilidades.
    Como siempre excelente catequesis don Javier que Dios le bendiga a usted y a todos los comentaristas del blog.

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    1. Álvaro:

      Gracias por sus palabras alentadoras. ¿Qué tal si le sumamos que estoy empezando la tesis doctoral????

      Hemos de ir a la sustancia de las cosas y no la periferia y el envoltorio. Aún hoy -8 de enero- estamos en Navidad. Bastaría leer con atención las tres oraciones de la Misa (colecta, sobre ofrendas, postcomunión) para entrar rápido en una teología del Misterio y no de la superficial pandereta.

      Un abrazo.

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  2. No podría haber explicado mejor la desagradable sensación que me invade durante y tras las celebraciones navideñas al uso.
    Lo siento pero no puedo soportar, no ya las "navidades laicas" que nos imponen los gobiernos políticos liberales anticristianos que padecemos, si no tampoco las noñerías que invaden hasta las celebraciones religiosas católicas con cancioncillas absurdas sin sentido y palabrería del tipo "navidad es compartir" y otras sandeces por el estilo.
    Estando de visita en casa de mis padres, acudí a la misa dominical el 23 de diciembre en su parroquia de Madrid, y sin exagerar debo decir que me costó identificar la liturgia de una misa católica en aquella especie de "happening" protestante que ofició su párroco.
    Decidí evitar la misa del gallo allí y el día de Navidad acudí a la Santa Misa en los jesuitas de la calle Serrano, que si bien no puede decirse que fuera perfecta, al menos respetó la sagrada liturgia en su gran mayoría, y me hizo posible sentir que de verdad estaba celebrando la encarnación del Verbo, el acontecimiento más importante de la Historia y el punto central de nuestra salvación que culmina en la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor.
    La lectura esta Navidad del nuevo libro de Nuestro Santo Padre Benedicto XVI sobre la infancia de Nuestro Señor Jesucristo tambien me ha ayudado mucho a vivir y compartir la verdadera alegría de la Navidad católica, que no tiene nada que ver con panderetas o petardos, porque es una alegría que surge de la profundidad de la Fe, que invade al creyente porque "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".

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    1. Sí, Alphonse, da todo un poco de grima, deja mal sabor de boca. Las sandeces que se oyen en este tiempo de Navidad nos banales, vacías, prefabricadas y, por supuesto, laicizadas.

      Hemos de entrar más en la teología de la Navidad, una y otra vez, para no dejarnos arrastrar por tantas corrientes de happening, pandereta o secularización avasalladora.

      De tono muy distinto al libro de Ratzinger-Benedicto, pero muy válido en muchísimos puntos, sería el volumen I de "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" de Martín Descalzo.

      In Domino,

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  3. O MAGNUM MISTERIUM, de Tomás Luis de Victoria, entre otros muchos que han puesto música a este texto, creo que es suficientemente clarificador de lo que es la celebración de la NAVIDAD. Lo demás es otra cosa. Se educa a los fieles también en el cuidado de la Liturgia. Si todo vale para la Liturgia, todo vale para la vida. Usted, Padre, lo explica mucho mejor que yo. Muchas gracias. DIOS le bendiga.

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    1. Desde luego es imprescindible el cuidado de la liturgia, el cultivo, porque realmente forja el espíritu cristiano.

      Un gran abrazo!

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  4. La celebración de Navidad, incluso entre católicos, no es más que una consecuencia del punto al que ha llegado el ser humano, pero ¿cuántos hombres a lo largo de la Historia se han parado a pensar, contemplar…(y todo sinónimo que se nos ocurra) lo absolutamente inconcebible: el Eterno, el Creador, Dios entra en el tiempo, en la finitud, para salvar al hombre? “Ponerse de rodillas ante el Misterio, llenos de asombro y gratitud…”, “…ha preferido amortiguar el golpe de Dios…”

    Para mí, la frase que lo compendia y explica muy bien la entrada: “impidiendo que su fuerza de santificación y su revelación nos alcancen e impacten”. El ser humano se sigue escondiendo de Dios y, por ello, de distintas formas, unas más obvias que otras o acompañadas de filosofías diferentes, ha intentado domesticar a Dios, someterle al arbitrio de sus deseos y miedos, fueren estos los que fueren.

    Más de una vez he tenido que preguntarle a un católico, que interpretaba a su manera mi amor a la Navidad, si conocía algo más inconcebible, más extraordinario, alguna acción que manifestara el amor de forma más contundente.

    Siendo Dios, se hizo Niño ¡que Él les bendiga!

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    1. Tal vez, Julia María, tal vez en el fondo sólo sea reproducir el miedo de Adán y Eva, y esconderse al oír los pasos de Dios.

      Un gran abrazo!!

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  5. "la liturgia misma de Navidad es abarrotada y colmada de cantos y villancicos populares, coros de niños vestidos de “pastorcitos".
    No me quejo: un solo villancico y un solo grupo de pastoral. Y todo "preparado", como para luego decirles que no...

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    1. Con grupo de "pastoral" me refería de pastorcitos. ¿Por qué habré tenido esa confusión?...

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    2. Eso son los imponderables pastorales que nos tenemos que tragar muchas veces. ¿Ahora se les va a decir que no? ¿Llenos de buena voluntad tanta como ignorancia? ¿En una aldea, sin más medios, ni polifonía...?

      Al menos, y sé que tú lo tienes de sobra, mantengamos claras las ideas y el ideal al que tender.

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