lunes, 12 de abril de 2021

Apostolicidad de la Eucaristía y de la Iglesia



 El hecho de que una de las notas de la Iglesia confesadas en el Credo sea que la Iglesia es “apostólica” y por tanto la Eucaristía se enraiza y se edifica también en su apostolicidad. La Eucaristía se realiza en esa apostolicidad de la Iglesia, en comunión y siguiendo la tradición de los Apóstoles. 



El papa Juan Pablo IIen Ecclesia de Eucharistia recoge los tres sentidos de esta apostolicidad que el Catecismo desarrolla (CAT 857-870).

            El primer sentido que desarrolla el Papa:

1)      Por una parte “fue y permanece sobre el fundamento de los apóstoles (Ef 2,20), testigos escogidos y en misión por el propio Cristo” (CAT 857). También los apóstoles están en el fundamento de la Eucaristía, no porque el sacramento no se remonte a Cristo mismo, sino porque ha sido confiado a los Apóstoles por Jesús y transmitidos por ellos y sus sucesores hasta nosotros. La Iglesia celebra la Eucaristía a lo largo de los siglos precisamente en continuidad con la acción de los Apóstoles, obedientes al mandato del Señor.
  
El sentido apostólico es el de una entrega –depósito- confiado a los Apóstoles que llega hasta nosotros por mandato del Señor. Lo apostólico de la Eucaristía garantiza su inserción en Cristo mismo.


 
El segundo sentido que recoge el Papa:

2)      El segundo sentido de la apostolicidad de la Iglesia indicado por el Catecismo es que “guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza del buen depósito, las sanas palabras oídas a los Apóstoles” (CAT 857). También en este segundo sentido la Eucaristía es apostólica, porque se celebra en conformidad con la fe de los Apóstoles. En la historia bimilenaria del Pueblo de la Nueva Alianza, el Magisterio eclesiástico ha precisado en muchas ocasiones la doctrina eucarística, incluso en lo que atañe a la exacta terminología, precisamente para salvaguardar la fe apostólica en este Misterio excelso. Esta fe permanece inalterada y es esencial para la Iglesia que perdure así (EE 27).
  

La apostolicidad en la Eucaristía se expresa porque es el Magisterio quien enseña y expone la verdadera fe eucarística frente a falsas interpretaciones que los teólogos puedan hacer, y por sentido y fidelidad a esa fe que la Iglesia custodia, es la Iglesia apostólica la que determina los ritos y las formas, los signos y las rúbricas, y cabe recordar lo que dice taxativamente el Concilio Vaticano II, si bien ignoradísimos: “nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia” (SC 22).

            El tercer y último sentido:

3)      La Iglesia es apostólica en el sentido de que “sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el  Colegio de los Obispos a los que asisten los presbíteros, juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia (CAT 857). La sucesión de los Apóstoles en la misión pastoral conlleva necesariamente el sacramento del Orden, es decir, la serie ininterrumpida que se remonta hasta los orígenes, de ordenaciones episcopales válidas. Esta sucesión es esencial para que haya Iglesia en sentido propio.

La Eucaristía expresa también este sentido de la apostolicidad. En efecto, como enseña el concilio Vaticano II, los fieles “participan en la celebración de la Eucaristía en virtud de su sacerdocio real” (LG 10), pero es el sacerdote ordenado quien “realiza como representante de Cristo el sacrificio eucarístico y lo ofrece a Dios en nombre de todo el pueblo” (ibíd). Por eso se prescribe en el Misal Romano que es únicamente el sacerdote quien pronuncia la plegaria eucarística, mientras el pueblo de Dios se asocia a ella en fe y en silencio (EE 28).

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