domingo, 6 de julio de 2014

El porqué de las parábolas

Comienza una serie amplia de parábolas sobre el Reino de Dios en las lecturas del evangelio de estos domingos. El Señor emplea el recurso de las parábolas para enseñar, recurso que incluso sorprende a sus discípulos. "¿Por qué les hablas en parábolas?"



El lenguaje de las parábolas es sugerente, abre pistas, señala, apunta, pero no define, no cuadricula, no ofrece conceptos. Es un modo de explicar por el cual el oyente recibe una enseñanza que es dulce y suave, sin ningún tipo de explicación escolástica o académica.

Y es que el lenguaje de Dios, o sobre los misterios del Reino, el lenguaje sobre las realidades divinas y trascendentes no es nada fácil. Muchas cosas se pueden definir por la Revelación misma, pero nuestro lenguaje siempre es incapaz de aprehender, de abarcar por completo las realidades sobrenaturales. Deus semper maior, Dios es siempre mayor de lo que podamos pensar o concebir de Él. Al hablar de Dios y de las realidades divinas, hemos de hacerlo con sumo respeto; mucho podemos decir, pero más aún lo que apenas podemos balbucir porque nos supera. 

Además, y sumado a lo anterior, vemos otro valor de la enseñanza de las parábolas y del lenguaje empleado por Jesús en su predicación.

"En el Evangelio de este Domingo (Mt 13,1-23), Jesús se dirige a la multitud con la célebre parábola del sembrador. Es una página de algún modo “autobiográfica”, porque refleja la experiencia misma de Jesús, de su predicación: Él se identifica con el sembrador, que esparce la buena semilla de la Palabra de Dios, y percibe los diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida reservada al anuncio. Hay quien escucha superficialmente la Palabra pero no la acoge; hay quien la acoge en el momento pero no tiene constancia y lo pierde todo; hay quien es abrumado por las preocupaciones y seducciones del mundo; y hay quien escucha de manera receptiva como la tierra buena: aquí la Palabra da fruto en abundancia.

Pero este Evangelio insiste también en el “método” de la predicación de Jesús, es decir, justamente, en el uso de las prábolas. “¿Por qué les hablas en parábolas?”, preguntan los discípulos (Mt 13,10). Y Jesús responde poniendo una distinción entre ellos y la multitud: a los discípulos, es decir a los que ya se han decidido por Él, les puede hablar del Reino de Dios abiertamente, en cambio a los demás debe anunciarlo en parábolas, para estimular precisamente la decisión, la conversión del corazón; las parábolas, de hecho, por su naturaleza requieren un esfuerzo de interpretación, interpelan a la inteligencia pero también a la libertad. Explica San Juan Crisóstomo: “Jesús ha pronunciado estas palabras con la intención de atraer a sí a sus oyentes y de solicitarlos asegurando que, si se dirigen a Él, los sanará” (Com. al Evang. de Mat., 45,1-2).

En el fondo, la verdadera “Parábola” de Dios es Jesús mismo, su Persona, que, en el signo de la humanidad, esconde y al mismo tiempo revela la divinidad. De esta manera Dios no nos obliga a creer en Él, sino que nos atrae hacia Sí con la verdad y la bondad de su Hijo encarnado: el amor, de hecho, respeta siempre la libertad" (Benedicto XVI, Ángelus, 10-julio-2011).

2 comentarios:

  1. Nuestro cerebro está preparado y acostumbrado a trabajar con historias pues nuestra propia vida es una historia, y la estructura narrativa facilita mejor la comprensión y la memorización que la información abstracta. Durante siglos fue la única forma de transmitir el conocimiento y hoy los niños siguen siendo atraídos por los cuentos, los adultos por novelas.

    El cerebro humano está preparado para lo esencial de la narración: principio, desarrollo y final unidos por un hilo conductor. La parábola como narración tiene muchas ventajas: conecta con la audiencia pues tiene un contenido humano y habla de cosas conocidas, capta y mantiene la atención pues plantea conflictos, interrogantes o suspense ante el desenlace. Fomenta la comprensión, facilita el recuerdo e involucra al oyente, impulsándole a la acción.

    Como nos demuestra Jesús, no es necesario recurrir a tramas complejas basta exponer hechos u objetos que el oyente conoce o bien, como hace alguna vez Jesús, recurriendo a la autoridad (“pero yo os digo”), o suscitando emociones como paz, confianza, agradecimiento…, ofreciendo ejemplos, analogías o metáforas que faciliten el entendimiento del mensaje.

    Jesús es la Parábola de Dios nos dijo el Papa Benedicto XVI ¡ Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor! (de II Vísperas).


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    1. Julia María:

      Hay que reconocer y aplaudir a Jesucristo que, como pedagogo y orador, era incomparable.

      No me es nada fácil el género de las parábolas: construir algo simbólico, capaz de impactar y atraer al oyente, estimular su imaginación y que vea las múltiples lecturas que pueda tener.

      Un gran abrazo

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