En el bautismo de niños se
cita la posibilidad de guardar unos momentos de silencio tras la homilía:
“Esta celebración de la palabra de Dios consta de una o varias lecturas de la Sagrada Escritura, de la homilía, que puede acompañarse de un momento de silencio, y de la oración de los fieles…” (RBN 17).
También se marca el silencio para la celebración del Sacramento de la Penitencia en la forma B, es decir, celebración comunitaria con confesión y absolución individual.
El
rito inicial, tras el “Oremos” de la colecta, siempre deja el momento de
silencio necesario para poder orar de verdad y que luego la oración del
sacerdote “recolecte”, “recoja”, todas esas súplicas personales proferidas en
silencio interior: “A continuación invita a todos a orar, y, después de un
momento de silencio, dice la oración” (RP 23).
Una
de las posibilidades del ritual de la Penitencia es proclamar varias lecturas bíblicas
dejando un espacio de silencio entre una y otra: “Puede elegirse una o más
lecturas. Si se escogen varias, intercálese un salmo u otro canto apropiado o
un espacio de silencio, para profundizar más la palabra de Dios y facilitar el
asentimiento del corazón” (RP 24).
Para
que aflore mejor la voz de la conciencia, y prepararse bien acto sacramental de
la Penitencia
(forma B: con confesión y absolución individual), tras la homilía se debe, de
nuevo, guardar silencio para realizar un personal e íntimo examen de
conciencia:
“Terminada la homilía, guárdese un
tiempo suficiente de silencio para examinar la conciencia y suscitar una
verdadera contrición de los pecados. El mismo presbítero, o un diácono, u otro
ministro, pueden ayudar a los fieles con breves fórmulas o una plegaria
titánica, teniendo en cuenta su condición, edad, etc.” (RP 26).
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