miércoles, 30 de agosto de 2023

Glorificar y adorar a Dios

"El hombre está creado para alabar, servir, reverenciar y dar gloria a Dios"[1], y la glorificación de Dios es un elemento fundamental de la vida del cristiano. 



Contemplando las mirabilia Dei, lo que Dios ha hecho por su pueblo por amor, sólo puede responder mediante la adoración, la alabanza, la glorificación.

El Catecismo de la Iglesia Católica presenta así este elemento de adoración:

La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libra del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" y el silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor"[2].

 
Adorar es tener los ojos abiertos ante la vida, ante el mundo, ante la acción de Dios hoy en la vida del cristiano y vivir agradecido contemplando y gustando qué bueno es el Señor. 

Adorar es bendecir a Dios, darle gracias de corazón. 

Adorar es vivir la existencia como don, estando abierto a todo y a todos, sabiendo disfrutar, reír, gozar... en un proceso de maduración (homo viator) a lo largo de la vida.




    [1] S. IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios espirituales, meditación sobre el "Principio y fundamento".
    [2] CAT 2628.

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