El aceite siempre tuvo en la
antigüedad una gran importancia y era usado para dar masajes, como tonificador,
como elemento curativo.
En las Escrituras
a) El aceite es considerado, junto
con el trigo y el vino, como signo de bienestar y de las bendiciones de Dios. "Aceite
perfumado alegra el corazón, la dulzura del amigo consuela el alma"
(Prov 27,9), "ved qué dulzura y qué delicia, convivir los hermanos unidos:
es ungüento precioso en la cabeza" (Sal 132).
b) El aceite es signo de la
fortaleza que otorga Dios: "tus enemigos perecerán... pero a mí me das
la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo" (Sal 91).
c) El aceite derramado por la cabeza
era el signo de la consagración que Dios otorgaba a una persona. Así David fue
ungido rey (1Sm 16,13), Aarón como Sumo Sacerdote (Ex 29,4), Eliseo como
profeta (1R 19,16).
d) Se ungen también los lugares
destinados al culto y a la liturgia para que sean santificados: Tienda, Arca,
Mesa de los Sacrificios, el Templo (Lv 8, Ex 30).
El NT
En el NT el verdadero Ungido es
Jesucristo, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo (Hch 10,43).
Ungido en griego, es Cristo. Cristianos, nosotros, somos los ungidos en el
Bautismo que también se nos ha dado el Espíritu Santo. Igual que el aceite
penetra por todas partes y mancha (¡y es difícil de quitar!) así el Espíritu
penetra como el aceite, deja su huella imborrable.
En nuestra liturgia
Tenemos tres tipos de óleos: el de
catecúmenos, el de enfermos y el crisma. Éste está especialmente perfumado
(p.e. mezclado con esencia de nardo, de jazmín... los orientales lo hacen
mezclando el aceite con 40 esencias distintas).
El aceite es signo de abundancia,
frescor, buen olor, curación: son las propiedades naturales del aceite que
vienen a expresar muy acertadamente el efecto que obra el Espíritu Santo en el
interior del bautizado.
“La unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas
significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf. Dt 11,14, etc.) y de
alegría (cf. Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y después del baño) y da
agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores); es signo de curación,
pues suaviza las contusiones y las heridas (cf. Is 1,6; Lc 10,34) y el ungido
irradia belleza, santidad y fuerza.
Todas estas significaciones de la unción con aceite se encuentran en
la vida sacramental. La unción antes del Bautismo con el óleo de los
catecúmenos significa purificación y fortaleza; la unción de los enfermos
expresa curación y el consuelo. La unción del santo crisma después del
Bautismo, en la Confirmación y en la Ordenación, es el signo de una
consagración. Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son
ungidos, participan más plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud
del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda "el
buen olor de Cristo" (cf. 2Co 2,15)” (CAT 1293-1294).
El óleo
de los Catecúmenos:
1. A los catecúmenos, durante su proceso de iniciación cristiana en el
pecho "Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca te
unjo...", es decir, durante el catecumenado hasta llegar a la Iniciación
cristiana:
“Puesto que el Bautismo significa la liberación del pecado y de su
instigador, el diablo, se pronuncian uno o varios exorcismos sobre el
candidato. Este es ungido con el óleo de los catecúmenos o bien el celebrante
le impone la mano y el candidato renuncia explícitamente a Satanás. Así
preparado, puede confesar la fe de la Iglesia, a la cual será
"confiado" por el Bautismo (cf. Rm 6,17)” (CAT 1237).
2. En el bautismo de párvulos queda como signo rememorativo de la antigua
praxis catecumenal.
El Óleo de enfermos es la materia remota del sacramento de la Unción:
En la Unción de los enfermos:
"Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor
con la gracia del Espíritu Santo. Amén. Para que, libre de tus pecados, te
conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén", ungiendo la
frente y las manos.
Se
emplea el santo Crisma en acciones que suponen consagración de Dios:
1. El Bautismo: tras la inmersión, se unge con crisma la cabeza del
neófito, como gesto complementario de consagración a Dios.
“La unción con el santo crisma, óleo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, "ungido" por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (cf. RBN 62).En la liturgia de las Iglesias de Oriente, la unción postbautismal es el sacramento de la Crismación (Confirmación). En la liturgia romana, dicha unción anuncia una segunda unción del santo crisma que dará el obispo: el sacramento de la Confirmación que, por así decirlo, "confirma" y da plenitud a la unción bautismal” (CAT 1241-1242).
2. En
la Confirmación: "Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo",
haciendo la cruz en la frente: entonces queda crismado, Ungido en el Ungido.
“Por medio de esta unción, el confirmando recibe "la marca",
el sello del Espíritu Santo. El sello es el símbolo de la persona (cf. Gn
38,18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf. Gn 41,42), de su propiedad sobre un
objeto (cf. Dt 32,34) -por eso se marcaba a los soldados con el sello de su
jefe y a los esclavos con el de su señor -; autentifica un acto jurídico (cf. 1
R 21,8) o un documento (cf. Jr 32,10) y lo hace, si es preciso, secreto (cf. Is
29,11).
Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf. Jn
6,27). El cristiano también está marcado con un sello: "Y es Dios el que
nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos
marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones"
(2Co 1,22; cf. Ef 1,13; 4,30). Este sello del Espíritu Santo, marca la
pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica
también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica (cf.
Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6)” (CAT 1295-1296).
3. En el Orden, como gesto
complementario, se ungen las manos del presbítero o la cabeza del obispo, como
transmisión del Espíritu que consagra para la misión.
4. En la Dedicación de iglesias: se
unge la Mesa de altar y los pilares de la iglesia (4 ó 12), santificando el
lugar en el que la Iglesia se reunirá para la liturgia. El altar "se
convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es por excelencia el Ungido,
puesto que el Padre le ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo
Sacerdote para que en el altar de su Cuerpo ofreciera el sacrificio de su
vida" (RDIA 16).
Debe cualquier unción ser un gesto
visible, es decir, que la mano del ministro esté bien empapada de aceite que
luego extiende despacio sobre la frente, o las manos del que va a ungir. Y no
secar luego la unción con un algodón, sino dejar que el aceite se seque él solo
sobre la piel del ungido.
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