martes, 14 de julio de 2020

La fe que vivifica



Jesús, Maestro y Pedagogo, se dirigió así a sus discípulos: “Si tuviérais fe como un granito de mostaza...” ¿A qué se refería entonces el Señor? Si los discípulos estaban con Él, y comían con Él, y le seguían, ¿cómo entender esta frase del Evangelio? Jesús iba mucho más lejos, sus palabras iban encaminadas a que penetraran en el sentido profundo de la fe y suscitar en ellos el deseo auténtico de la misma.



Se pueden tener visiones deformadas de la fe o incluso creer uno que tiene fe y no vivirla en la verdad; considerar que la fe es un lejano y abstracto “yo creo en Dios”, un “yo soy cristiano de toda la vida”, muy distante de la propia vida es entender la fe como un sentimiento muy lejano a la existencia o definirla como una idea; tampoco es fe vivir un cúmulo de prácticas religiosas que se realizan como obligación ni el frecuente equívoco de creer que la ética, el ser buenos (“es muy buena gente”), las virtudes humanas, es ya tener fe. La fe es mucho más amplia, más profunda, más rica..

            La fe es, ante todo, adhesión, es confianza, es entrega y abandono en las manos de Dios, Padre, Hijo y Espíritu. Él ha mostrado su amor al hombre, dándole el don de la creación, de la vida y llamándolo gratuitamente a la vida sobrenatural, haciéndose compañero de camino en Cristo Jesús, librándolo del pecado, de la destrucción, de la división interior, de la muerte en todas su expresiones por el misterio de la Muerte y Resurrección del Señor. 


El hombre, al descubrir el tremendo e infinito Amor de Dios, hecho carne en su vida, se entrega a Él con confianza, le responde con amor, depositando la propia vida en sus manos. Éste es el primer y más profundo sentido de la fe cristiana, el sentido que tiene la palabra “Credo” (Creo) recitado cada domingo en la liturgia. Se trata, pues, de descansar, de descansar la propia vida en Dios, no en los esfuerzos y agobios humanos, porque a Dios le interesa el hombre, le interesa cada vida, sufre y se alegra con ella.

Cuando se considera así la fe, se va revelando y manifestando cómo la fe es significativa, la fe tiene una profunda significación para la vida humana, la ilumina, la sostiene, la orienta, la trasciende. la fe es profundamente significativa porque fecunda todo lo auténticamente humano y nada de lo humano le es indiferente o extraño.

 La fe, porque es significativa, ilumina y ordena a todo el hombre, de modo que la fe va configurando su corazón y sus sentimientos; la fe repercute, influye y determina todas las esferas de la existencia: la vida familiar, la vida profesional y laboral, la pequeña economía doméstica, las metas e ilusiones de toda persona, la fe engendra un modo concreto de vivir y crear cultura, de participar en la sociedad y en la política, en el uso de los medios de comunicación, de compartir las aspiraciones, gozos y sufrimientos de la humanidad. 

La fe crea un nuevo modo de relaciones personales: con el otro cónyuge, con los hijos, con los vecinos, con los compañeros de trabajo, con los amigos, con los enemigos, con los que nos hacen daño o se oponen a nosotros... La fe ilumina y sostiene la vida e historia de cada persona: la enfermedad, la soledad, la crisis, la ansiedad o la angustia, el miedo ante el futuro, un pasado o una historia que no se asume, problemas diarios y circunstancias adversas...

Cuando la fe se vive como entrega confiada en las manos de Dios, todo alcanza un nuevo sentido, y cuanto más se avanza en el trato con el Señor y se entrega uno con confianza a Él, mayor será el significado de la fe, todo lo irá iluminando. Se trata, pues, de ser cristiano “de hecho” o no serlo; para unas cosas cristiano y para otras no, como si el hombre se pudiera dividir o como si la fe sirviera para unas cosas y para otras fuera inútil; como si la fe fuera un traje que uno se quita o se pone a voluntad. 

La fe profesada (Credo, ortodoxia), celebrada (sacramentos), vivida (moral), orada (oración) es consecuencia de esta relación y entrega confiada al Señor y, a la vez, alimento para esta vida con Cristo. Entonces la fe irá creciendo en profundidad, cuanto mayor sea el trato de amistad con el Señor, y la fe será significativa, porque se hará signo elocuente por la vida del cristiano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario