lunes, 7 de mayo de 2018

Toda parroquia, escuela de santidad, laboratorio de la fe

La parroquia -retengamos este concepto- es la gran comunidad cristiana, integradora, asentada en un territorio. Es la Iglesia entre las casas de sus hijos y de sus hijas, y la pertenencia se da según el domicilio.

En ella convergen personas, hijos de Dios y de la Iglesia, sin selección alguna: de todas las edades, condiciones sociales, diferente compromiso cristiano, vivencias distintas.


La parroquia realiza la unidad de todos en la diversidad, congrega en la unidad, dando un testimonio visible de Jesucristo en el lugar (barrio, ciudad, pueblo, aldea) donde está enclavada.

Se equivocaría terriblemente quien viera en ella el lugar para cumplir unos ritos, acudir con espíritu individualista a vivir unas ciertas ceremonias y sacramentos y por tanto la considerase inútil, estancada o muerta. 

La parroquia, toda parroquia, posee su propio dinamismo, su misión, su papel específico evangelizador y santificador. No está pasada de moda, sino que por su peculiar naturaleza está viva y crece.

¿Cuál sería la medida de este crecimiento? Convertirse, cada día más, en escuela de santidad para todos sus hijos, proporcionándoles los medios celebrativos, sacramentales, espirituales, formativos, caritativos, etc., para tal empeño y tarea.

"La experiencia bimilenaria del pueblo de Dios, como reafirmaron autorizadamente el concilio Vaticano II y el Código de derecho canónico, enseña que la Iglesia no puede renunciar a estructurarse en parroquias, comunidades de creyentes arraigadas en el territorio y unidas entre sí en torno al obispo en la red de la comunión diocesana. 

La parroquia es la "casa de la comunidad cristiana" a la que se pertenece por la gracia del santo bautismo; es la "escuela de la santidad" para todos los cristianos, incluso para los que no se afilian a movimientos eclesiales definidos o no cultivan espiritualidades particulares; 

es el "laboratorio de la fe", en el que se transmiten los elementos fundamentales de la tradición católica; 

y es el "gimnasio de la formación", donde las personas se educan en la fe y son iniciadas en la misión apostólica.

Teniendo en cuenta los rápidos cambios que caracterizan el comienzo de este milenio, es preciso que la parroquia sienta con más fuerza la necesidad de vivir y testimoniar el Evangelio, entablando un diálogo fecundo con el territorio y con las personas que en él viven o pasan una parte significativa de su tiempo, y reservando una atención particular a cuantos viven en la pobreza material y espiritual y esperan una palabra que los acompañe en su búsqueda de Dios"

1 comentario:

  1. nos tenemos que organizar de algún modo y la experiencia ha demostrado que la parroquia es una buena opción más allá de sentimentalismos y deseos individuales.

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