viernes, 4 de abril de 2014

Salmo 100: Andaré con rectitud...

    El salmo 100 tiene como título “propósitos de un príncipe justo”. Es evidente que el príncipe justo es Jesucristo, y así la primera lectura, lectura cristológica del salmo, nos va a descubrir pronto al Señor.

    “Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor”. Cristo es el cantor de los salmos, Cristo canta los salmos, Cristo es el autor de los salmos, la voz de Cristo resuena en nosotros cuando cantamos o rezamos los salmos. “Voy  a cantar la bondad y la justicia”. Las dos cosas están en Dios. La bondad para perdonar, la justicia para corregir e invitar a la conversión. En Dios se une la bondad y la justicia; en justicia te corrige, en bondad te perdona.

“Para ti es mi música, Señor”. Cuando cantamos, cantamos para el Señor; cuando alabamos al Señor con los salmos cantamos el don de Dios, su gloria. El canto en la liturgia siempre, sin excepción, es una glorificación de Dios, una plegaria de alabanza para Él, y no un entretenimiento para los participantes. ¡Es para el Señor!

Sigue Cristo cantando en el salmo: “voy a explicar el camino perfecto, ¿cuándo vendrás a mí?”  Es el Señor Jesucristo el que va a explicar cuál es el camino moral, el camino recto, y el que cumple es Él, el que lo vive es Él.

“Andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa”. Dentro de la vida, de la historia, o dentro de la casa de la Iglesia, según se prefiera, “andaré con rectitud de corazón”. Y es lo mismo que la bondad y la justicia la rectitud de corazón: ¡difícil de combinar!  Porque la rectitud ¿qué acarrea? Que los demás digan: “¡qué exigente eres!”, eres el “malo”. Pero si es demasiado suave, la cosa no funciona, cada uno va a buscar su propio derecho (más bien su propio interés) pisoteando el derecho de los demás. “Andaré con rectitud de corazón”, ser recto, ser íntegro.


“No pondré mis ojos en intenciones viles”. Poner los ojos en el sentido de hacerlo. Lo mismo que nosotros utilizamos la expresión parecida “la niña de mis ojos” para decir algo sobre quien queremos mucho. Por eso  Cristo no pone sus ojos, no pone su afecto, en intenciones viles.

“Aborrezco al que obra mal”, al Maligno, aborrezco todo lo que es pecado, no me complazco en el pecado, no me alegro en el daño, en el pecado de los demás. “Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar”, y lo hace callar con valentía. “Ojos engreídos, corazones arrogantes, no los soportaré”. Tenemos las increpaciones a los fariseos (Mt 23) por su arrogancia, por su prepotencia, por su soberbia. No los soportaba el Señor. “Pongo mis ojos en los que son leales”, que no significan que sean perfectos, que no tengan pecados, pero sí los que tienen el corazón tan limpio que se entregan aun con sus debilidades y sus pecados.

“Pongo mis ojos en los que son leales, esos vivirán conmigo. El  que sigue un camino perfecto, ése me servirá”. Es la invitación que hace Cristo: seguir un camino perfecto, y al que siga ese camino perfecto servirá a Cristo Jesús. Si así es Cristo, ya nos está enseñando el seguimiento, el modo moral de vivir como cristianos, desarrollando aquello que hemos recibido en el Bautismo.

También para nosotros este es “el camino perfecto”, el “andar con rectitud de corazón”, no un corazón torcido, no un corazón que tenga favoritismos, no un corazón que haga acepción de personas, no un corazón que haga lo que se llama en el mundo “favores”, que se presentan como compromisos obligados.  ¡Rectitud de corazón! No poner los ojos, no disfrutar, no tener afectos a intenciones viles, aborrecer al que obra mal; en primer lugar al Maligno y al pecado, pero también al que obra mal. 

Hay tal confusión mental en nuestro mundo, que a veces cuando nos enteramos que alguien, por ejemplo, se ha quedado con una cantidad de dinero, decimos: “¡mira qué bien!, ya que ha tenido la ocasión, ha hecho muy bien en aprovecharse. No vamos a ser tan tontos siempre”. “Aborrecer al que obra mal”, no hacernos cómplices del pecado de los demás. “Ojos engreídos, corazones arrogantes, no los soportaré”. 

No difamar al prójimo; no ser chismosos (cf. Tt 2,3), el ir llevando la vida de los demás. “Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar”. No se trata ya de quitarse de en medio de la conversación, se trata de hacer ver al otro su pecado para que se calle y no siga pecando. “Al que en secreto difama a su prójimo lo haré callar”.  “Pongo mis ojos”, amo, valoro, “a los que son leales, esos vivirán conmigo”. 

Es un salmo que nos educa en la moralidad: la bondad, el bien, al estilo de Dios.

4 comentarios:

  1. Como los ojos "me hacen chiribitas" doy de mano como se decía antiguamente ¡No veo ni un papel más! ¡Qué semana!

    La entrada no tiene desperdicio. Es un claro ejemplo de que se puede distinguir perfectamente moral de moralismo, basta acudir a Jesús, a sus palabras, a su vida y tener en cuenta que Él dijo: “No he venido a abolir la Ley sino a darle cumplimiento”.

    Es muy importante esta entrada y ojalá se generalizara su estilo pues es frecuente, incluso dentro de la Iglesia, utilizar la argucia de atacar a la moral llamándola moralismo, y esto es muy dañino, tanto para el común de los católicos a los que de ese modo se les suscitan dudas importantes como para los no creyentes por el antitestimonio que supone.

    “lectura cristológica… la voz de Cristo resuena en nosotros cuando cantamos o rezamos los salmos.... en justicia te corrige, en bondad te perdona… ¡Es para el Señor!... Es el Señor Jesucristo el que va a explicar cuál es el camino moral… Cristo no pone su afecto en intenciones viles… aborrezco todo lo que es pecado… los que tienen el corazón tan limpio que se entregan aun con sus debilidades y sus pecados… Cristo, ya nos está enseñando el seguimiento… hacer ver al otro su pecado para que se calle y no siga pecando -la tan olvidada, y pocas veces bien recibida, corrección fraterna-”.

    ¡Ah!, me ha encantado: “Que los demás digan: ‘¡qué exigente eres!’, eres el ‘malo’ ”,-’la bruja en su escoba’-.

    Coincido totalmente con vd, como no podía ser menos, (ja ja): ”Hay tal confusión mental en nuestro mundo”. Produce terror pensar en la dejación voluntaria de la capacidad de pensar, una de las facultades de nuestra alma racional; dejación que no se percibe como lo que es, una ofensa a Dios por cuanto supone el rechazo de uno de sus mayores dones.

    ¡Para ti es mi música, Señor!

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    1. Julia María:

      jejejeje... Dice vd: "La entrada no tiene desperdicio". ¿Acaso alguna entrada mía lo tiene? jejejeje...

      Por lo demás, gracias y de acuerdo.

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  2. Andar con rectitud. ¡Ahí es nada!. Sin duda alguna todo un "tour de force". En ello estamos, preparados para ser permanentemente linchados.
    Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      Así es; muy gráficamente descrito: "preparados para ser permanentemente linchados", porque el bien, la rectitud, no gozan de mucho crédito en una sociedad secularizada (paganizada, para ser incluso más exacto).

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