sábado, 12 de abril de 2014

Prefacio del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor


En estas últimas semanas hemos comentado los prefacios de los domingos de Cuaresma, con tal motivo, clausuramos los domingos de este tiempo litúrgico con el comentario al prefacio del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, ubicándonos en el umbral de la Semana Santa, aunque todavía en Cuaresma.

[Cristo] El cual, siendo inocente,
se entregó a la muerte por los pecadores,
y aceptó la injusticia
de ser contado entre los criminales.
De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa,
y, al resucitar, fuimos justificados.


Un anticipo de todo lo que será vivido en los misterios santos de la Semana Santa y del Triduo pascual es este prefacio. Cristo es inocente y santo, acepta su pasión injusta por salvarnos, destruye la muerte con su muerte nos da nueva vida. 

Está entretejido de retazos bíblicos que, a lo largo de la Semana Santa, y muy especialmente, en el Oficio de la Cruz del Viernes Santo, oiremos proclamar. Cristo es el Inocente, el único Justo. Su muerte ni es un accidente ni es un gesto simbólico de solidaridad con los oprimidos, sino una muerte redentora: “se entregó a la muerte por los pecadores”. Ya San Pablo exaltaba cómo Cristo se entrega, admirablemente, por nosotros impíos y pecadores, y eso resulta incomprensible porque, por un hombre de bien, tal vez se atrevería uno a morir. ¡Es la generosidad del Corazón de Cristo con tal de redimirnos!

Esa muerte redentora provoca la vida; con su muerte destruye la muerte y el propio pecado, y a nosotros, pecadores, como un intercambio, nos justifica por su santa resurrección.

Más que meditar, deseemos contemplar y vivir estos misterios que se nos dan en la liturgia, paso a paso, hasta desembocar en la Santísima Noche de Pascua, en la Vigilia pascual.

Como en las entradas anteriores incluimos el prefacio musicalizado según la versión del Misal Romano. 


6 comentarios:

  1. Con la entrada solemne de Jesús en Jerusalén se cumple la profecía de Zacarías. Gozo festivo del pueblo que reconoce a su rey: extendían sus ropas y ramos para que Jesús pasara por encima de ellos. Fue un gozo esporádico puntual; se debe esperar mucho más de nosotros después de su muerte y resurrección, así como del camino recorrido por la Iglesia durante más de veinte siglos.

    Dos veces al año le reconocemos directamente como nuestro rey, dos veces al año leemos íntegra su Pasión y aprendemos cual es la clase de reinado que trae Jesús.

    Es un día para reconocerlo como nuestro rey y ponernos a sus órdenes, día de rendir público testimonio de reconocimiento y amor a Cristo Rey al conmemorar su entrada triunfal en Jerusalén. Reconocemos en Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero a nuestro rey y ponemos toda nuestra memoria, inteligencia y voluntad a su disposición como hombres con los que Él puede contar para proclamar su reinado.

    Precioso el canto como todos los publicados.

    Jesús murió para reunir a los hijos de Dios dispersos (de Laudes).


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    1. Rindamos homenaje a nuestro Rey y aclamémosle..., pero también estemos al pie de la Cruz, sin abandonarlo.

      ¡Qué Rey y qué soberanía!

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  2. Expiación, Cordero del Sacrificio. La Sangre del Cordero limpia, y redime. Solo el Inocente ha podido redimir al culpable. Alabado sea DIOS.
    Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Los aspectos sacrificiales de la muerte de Cristo están muy presentes en la liturgia del Domingo de Ramos.

      El inocente se entrega por los culpables para justificarlos.

      Nuestro Rey reinará desde el trono de la Cruz.

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  3. Buscaba un momento para orar, y nada mejor que la musicalización de este Prefacio para la preparación y recogimiento del momento. Gracias Padre Javier.

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    1. Me alegro que le sirviera.

      Ojalá en la liturgia dominical y solemnidades siempre se cantara y eso provocara el gozo y el recogimiento de todo el pueblo cristiano.

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