domingo, 24 de noviembre de 2013

Renovar el propio sacerdocio

Es tarea de cada día y es un fruto de una oración ferviente: el sacerdote, cada día, da gracias a Cristo por su sacerdocio.

Muchas cosas y circunstancias, muchos avatares y situaciones de oscuridad, pueden debilitar el entusiasmo, apagar el ardor; pero, siguiendo las palabras del Papa, la oración y una profunda y sincera unión con Cristo renueva el alma sacerdotal.

La clave para vivir el ministerio sacerdotal, como vemos en san Pablo, como se verifica en todos los grandes sacerdotes, es que la vida está en Cristo y se deposita en las manos de Cristo como lo único importante.

"San Pablo continúa: "Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu. No sé lo que me pasará allí, salvo que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios" (vv. 22-24)... Así dice san Pablo: "Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor" (v. 24). El mero sobrevivir biológico -dice san Pablo- no es el primer valor para mí; el primer valor para mí es consumar el ministerio; el primer valor para mí es estar con Cristo; vivir con Cristo es la verdadera vida. Aunque perdiera la vida biológica, no perdería la verdadera vida. En cambio, si perdiera la comunión con Cristo para conservar la vida biológica, perdería precisamente la vida misma, lo esencial de su ser. También esto me parece importante: tener las prioridades justas. Ciertamente debemos estar atentos a nuestra salud, a trabajar con racionabilidad, pero también debemos saber que el valor último es estar en comunión con Cristo; vivir nuestro servicio y perfeccionarlo lleva a completar la carrera" (Benedicto XVI, Lectio con el clero de Roma, 10-marzo-2011). 

La vida sacerdotal de un modo especialísimo es vida en Cristo, es vida para Cristo; la vida del sacerdote es Cristo. Y si bien es normal madurar las ilusiones de los inicios en esperanzas más serenas según pasan los años, ni el fervor puede disminuir, ni el celo por el Evangelio apagarse.

"Tal vez podemos reflexionar un poco más sobre esta expresión: "completar mi carrera". Hasta el final el Apóstol quiere ser servidor de Jesús, embajador de Jesús para el Evangelio de Dios. Es importante que también en la vejez, aunque pasen los años, no perdamos el celo, la alegría de haber sido llamados por el Señor. Yo diría que, en cierto sentido, al inicio del camino sacerdotal es fácil estar llenos de celo, de esperanza, de valor, de actividad, pero al ver cómo van las cosas, al ver que el mundo sigue igual, al ver que el servicio se hace pesado, se puede perder fácilmente un poco este entusiasmo

Volvamos siempre a la Palabra de Dios, a la oración, a la comunión con Cristo en el Sacramento -esta intimidad con Cristo- y dejémonos renovar nuestra juventud espiritual, renovar el celo, la alegría de poder ir con Cristo hasta el final, de "completar la carrera", siempre con el entusiasmo de haber sido llamados por Cristo para este gran servicio, para el Evangelio de la gracia de Dios. Y esto es importante. Hemos hablado de humildad, de esta voluntad de Dios, que puede ser dura. Al final, el título de todo el Evangelio de la gracia de Dios es "Evangelio", es "Buena Nueva" que Dios nos conoce, que Dios me ama, y que el Evangelio, la voluntad última de Dios es gracia. Recordemos que la carrera del Evangelio comienza en Nazaret, en la habitación de María, con las palabras "Dios te salve María", que en griego se dice: "Chaire kecharitomene": "Alégrate, porque estás llena de gracia". Estas palabras constituyen el hilo conductor: el Evangelio es invitación a la alegría porque estamos en la gracia, y la última palabra de Dios es la gracia"" (ibíd.).

Es una gracia que los sacerdotes deben cultivar, casi mimar: ¡el don de su sacerdocio!

El pueblo cristiano, que ora diariamente por sus sacerdotes, deberá ver en ellos sólo a los ministros del Señor, descubriendo tras el velo de su carne, la obra de Dios por medio de sus sacerdotes. Ayudémoslos a conservar la pasión por Cristo y por su propio sacerdocio.

8 comentarios:

  1. En la narrativa oriental se cuenta que, en un viaje, se rompió el equipaje del rey desperdigándose todo el oro; el monarca permitió a los que integraban su comitiva apropiarse de todo lo que recogiera cada uno, con lo cual cortesanos de distinta condición se entretuvieron por el camino recogiendo brazaletes, sortijas, zarcillos, dejando solo al rey. Un paje, sin embargo, siguió a su rey y éste le preguntó ¿no recoges nada? No, Señor, yo sigo a mi rey.

    Perfecta entrada para la solemnidad que hoy celebramos.

    ¡Viva Cristo Rey!

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    1. Julia María:

      Bonita narración... ¡Yo sigo a mi rey!

      Ojalá todos lo digamos a boca llena.

      Saludos.

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  2. Me da por pensar que renovar el propio sacerdocio es cosa de todos sin excepción. Intuyo que sacerdotes por el bautismo somos todos los bautizados. A todos nos toca muy de cerca, íntimamente. ¡¡¡Qué asombro!!!, se me pasa por la cabeza que DIOS es el ASOMBRO que no asombra, que pasa desapercibido, que no hace ruido, pero todo es EL. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      Sin lugar a dudas, Dios es asombroso, y despierta asombro en sus obras.

      Sigue siendo una "locura" divina la elección personal, la consagración por el Orden, y el envío.

      ¡Alabado sea por siempre!

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  3. Don Javier , gracias por ser sacerdote, gracias por sus catequesis . Aunque no comento las sigo y no me olvido de rezar por usted .

    Un abrazo María M.

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    1. María M:

      ¡¡¡¡Está vd. muda de un tiempo para acá!!!!

      Recibo su agradecimiento... y procuro hacer aquello que el Señor pide: ser sacerdote, santificar, predicar, enseñar...

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  4. "La vida del sacerdote está en Cristo". Y como a El "no le faltan tribulaciones hasta consumar el testimonio... estando en comunión con Cristo".

    "No disminuya el fervor (=el amor), ni se apague el celo, ni la alegría de ir con Cristo hasta el final"

    - D. Javier, damos gracias a Dios y oramos por su vocación, por su entrega y por el bien que hace!!! Todo ello es gracia, sí.

    Un saludo, y un recuerdo especial en el encuentro con Jesucristo, a quien amamos.

    ¡Bendito sea!

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    1. SIL:

      ¡Qué palabras tan hermosas me dirige!

      Se las agradezco infinitamente.

      Pax!!!!!!!!

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