lunes, 20 de mayo de 2013

Único Salvador

La Pascua del Señor, es decir, el Misterio de su Muerte, descenso a los infiernos y santa Resurrección, constituyen a Jesucristo como Señor de todo. Él es el centro. Él es el único.

Se ha revelado así como Hijo de Dios constituido con poder como Señor y Mesías. La Encarnación del Logos, del Verbo, se orientaba y culminaba en su santa Pascua, y así atrae a todos hacia Él. 


Dios ha mostrado, de forma patente, que Jesucristo es Dios, su Hijo, de su misma naturaleza, consustancial a Él. Todo el evangelio y el testimonio de los apóstoles así lo muestran. Y por eso la misión de la Iglesia, la evangelización, tiene sentido y actualidad, porque anuncia a todos y acompaña a los hombres al reconocimiento de Jesús como Señor, Hijo de Dios, único Salvador. 

Pero esto no tendría sentido y sería un absurdo si consideráramos a Cristo como mero hombre, como un simple profeta, como un modelo ético o como el fundador de un sistema religioso entre tantos otros. Esta percepción errónea, tiende al sincretismo, a la fusión entre todas las religiones considerándolas todas de igual valor, con la misma verdad y el mismo contenido salvífico... porque todos así se salvan.

Pero si Cristo es Dios, la Verdad es Él, la Verdad absoluta.

Las religiones merecen respeto como esfuerzo de los hombres por llegar a encontrar a Dios, pero el cristianismo no es una religión más, ya que no es un camino hecho por los hombres, sino el camino que Dios ha escogido para encontrar al hombre, para llegar al hombre.



Así, no se trata de menospreciar nada ni humillar a nadie sino de mostrar la Verdad plena que las religiones humanas no han podido aún descubrir: ¡Jesucristo!, único Salvador de los hombres, único Salvador de toda la humanidad. Él es el Camino. Él es la Verdad... y Él es la Vida.

La declaración Dominus Iesus (pinchad ahí y leedla) es un documento clarividente en esta época de relativismo ("no hay Verdad alguna, todo vale") y de sincretismo ("todo se mezcla, haciendo una síntesis al gusto de cada cual, con elementos de todas las religiones").

Para el valor salvífico y universal de Jesucristo, leamos las palabras del beato Juan Pablo II, que con fuerza y vigor, a la vez que con amor, señala este núcleo:

"En la cumbre del Año jubilar, con la declaración Dominus Iesus Jesús es el Señor, que aprobé de forma especial, quise invitar a todos los cristianos a renovar su adhesión a él con la alegría de la fe, testimoniando unánimemente que él es, también hoy y mañana, "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). Nuestra confesión de Cristo como Hijo único, mediante el cual nosotros mismos vemos el rostro del Padre (cf. Jn 14, 8), no es arrogancia que desprecie las demás religiones, sino reconocimiento gozoso porque Cristo se nos ha manifestado sin ningún mérito de nuestra parte. Y él, al mismo tiempo, nos ha comprometido a seguir dando lo que hemos recibido y también a comunicar a los demás lo que se nos ha dado, porque la verdad dada y el amor que es Dios pertenecen a todos los hombres.

Con el apóstol san Pedro confesamos que "en ningún otro nombre hay salvación" (Hch 4, 12). La declaración Dominus Iesus, siguiendo las huellas del Vaticano II, muestra que con ello no se niega la salvación a los no cristianos, sino que se señala que su fuente última es Cristo, en quien están unidos Dios y el hombre. Dios da la luz a todos de manera adecuada a su situación interior y ambiental, concediéndoles su gracia salvífica a través de caminos que sólo él conoce (cf. Dominus Iesus, VI, 20-21). El documento aclara los elementos cristianos esenciales, que no obstaculizan el diálogo, sino que muestran sus bases, porque un diálogo sin fundamentos estaría destinado a degenerar en palabrería sin contenido.

Eso mismo vale también en lo que atañe a la cuestión ecuménica. Si el documento, con el Vaticano II, declara que "la única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica", no quiere expresar con ello poca consideración por las demás Iglesias y comunidades eclesiales. Esta convicción va acompañada por la conciencia de que esto no es mérito humano, sino un signo de la fidelidad de Dios, que es más fuerte que las debilidades humanas y los pecados, confesados de modo solemne ante Dios y ante los hombres al inicio de la Cuaresma. Como afirma la Declaración, la Iglesia católica sufre por el hecho de que verdaderas Iglesias particulares y comunidades eclesiales, con elementos valiosos de salvación, están separadas de ella.

El documento expresa así, una vez más, el mismo anhelo ecuménico que inspira mi encíclica Ut unum sint. Espero que esta Declaración, que tanto aprecio, después de tantas interpretaciones equivocadas, cumpla finalmente su función clarificadora y, al mismo tiempo, de apertura" (Juan Pablo II, Ángelus, 1-octubre-2000).

10 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. El sábado 18 recordamos el cumpleaños del santo Papa.El mejor regalo posible es seguir meditando sus entradas con las magníficas encíclicas papales.Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      El magisterio de Juan Pablo II es amplísimo; no sólo por su duración en el tiempo, un pontificado de 27 años, sino porque fue muy prolífico.

      Es bueno tenerlo presente.

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  2. Un rey del norte de la India-pongamos Agra, donde saqué unas fotos espectaculares, todo hay que decirlo, así como de Jaipur, Udaipur o Varanasi-.reunió un día a un buen número de ciegos que no sabían qué es un elefante. A unos ciegos les hicieron tocar la cabeza, y les dijeron: "esto es un elefante". Lo mismo dijeron a los otros, mientras les hacían tocar la trompa, o las orejas, o las patas, o los pelos del final de la cola del elefante. Luego el rey preguntó a los ciegos qué es un elefante, y cada uno dio explicaciones diversas según la parte del elefante que le habían permitido tocar. Los ciegos comenzaron a discutir, y la discusión se fue haciendo violenta, hasta terminar en una pelea a puñetazos entre los ciegos, que constituyó el entretenimiento que el rey deseaba.

    Este es un claro ejemplo del relativismo. Los hombres seríamos aquellos ciegos que corremos el peligro de absolutizar un conocimiento parcial e inadecuado. ¿Cuál es la solución? La religio vera, el Cristianismo como revelación plena y definitiva de Dios

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    1. La colmena:

      Chicos, para aportar algo aquí no hay que ponerse medallas que susciten las envidias e iras del aficionado a la foto, que es el autor. Bueno, vale, concedido: hicisteis fotos maravillosas.... y yo no.... bueno, vale....

      El relativismo nos ha cegado. Elevamos a nivel universal lo poco que conocemos o pensamos y para evitar la discusión, admitimos que todo tiene valor universal (allá cada uno, cada cual puede pensar lo que quiera, y otros tópicos manidos). Admitimos al final tantas definiciones falsas del "elefante" de la parábola como ciegos tocaron solo una parte...

      La solución, sí, la religio vera, o dicho a mi modo: Cristo que es la Verdad.

      Un gran abrazo y admito en mi email algunas fotos de la India: ya juzgaré yo cruelmente la valía estética de dichas imagénes (jejej)

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  3. La tendencia benévola y agradable de elogio a la tolerancia sin definir en que consiste ésta e identificándola con la simple convivencia, se ha consolidado en la frase “hay que respetar todas las ideas”, impregnando absolutamente todo. Yo creo que se respeta a los hombres, se discuten y refutan las ideas y las creencias. El respeto, la consideración de que alguien o algo tienen un valor en sí mismo, debe tenerse al ser humano y, por tanto, a su vida y al ejercicio de su autonomía; en las ideas y creencias, sólo a la verdad y, por defecto, a lo que más se acerque a ésta.

    Esta percepción general del respeto-tolerancia complica muchísimo un verdadero diálogo respecto a las distintas formas de religiosidad por cuanto nuestra fe no es meramente externa, ni una idea, sino que conforma nuestra vida, se corporeiza (se hizo carne)¿Qué entendemos cuando decimos que Cristo nos salva? ¿Qué entendemos por ser salvados?

    La aceptación de las premisas de inexistencia de la verdad objetiva, de “ideas” mejores y peores, de ignorancia y error, del antropocentrismo y horizontalismo, de la no percepción del pecado, de la identificación de religiosidad como “zona de confort”, nos llevará irremediablemente al sincretismo y a un gran riesgo en actividades de ecumenismo, dificultando asimismo gravemente la evangelización. Pues ¿para qué evangelizar si la salvación ha perdido sentido como el mayor valor e, incluso, como valor?

    Hemos vuelto al Tiempo Ordinario, en oración ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Ahonda usted, Julia María, en lo dicho por sus hijos y por mí.

      Nada que añadir.

      Pero sí destacar lo que vd. afirma: el peligro del sincretismo. Ya entre bastantes católicos se da ese sincretismo: mezclan el yoga, el zen, el budismo, la reencarnación, con Jesús de Nazaret y con no sé qué más. Han hecho un mal gazpacho, difícilmente digerible.

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  4. Algunos de los que han consolidado la frase: "hay que respetar todas las ideas", han inventado una expresión "moderno-creativa" que es: "tolerancia cero", y colocan ahí todo lo que es blanco de sus iras. Podría hacer una lista larguísima. Y eso es su "VERDAD" absoluta de referencia.
    VERDAD es solo una, inmutable y permanente. No creo que el verdadero diálogo sea más difícil ahora que en otros tiempos.
    Otro texto que pone las cosas muy claras es Veritatis Splendor. El único Salvador es UNO y TRINO, el único salvador es CRISTO. Sigo rezando ordinariamente.
    Muchas gracias, Padre. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      Efectivamente, "tolerancia cero", con lo que cada uno va a determinar como "intolerante". Es la grosería de un pensamiento absurdo.

      ADemás del mal uso castellano de tolerancia, cuyo significado -viniendo de tolerar- se refiere a la virtud de la paciencia: "sufrir, llevar con paciencia", dice el Diccionario de la RAE. Se tolera algo que no es bueno en sí, se sufre con paciencia. Más bien hablemos de respeto... mezclado con tolerancia, porque ¡cuánta paciencia hace falta para sufrir tantos desmanes y tanta ideología sin sentido!

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  5. yo creo en Jesucristo, hijo único de Dios, y en su Iglesia, que subsiste en la Iglesia católica, sin despreciar para nada la existencia de auténticos seguidores y discípulos de Jesucristo en otras iglesias y lugares, en cuyo seno nacieron y crecieron. Dios es poderoso como para ir conduciendo a cada uno de nosotros hacia la plena Verdad, que queda custodiada en el corazón de la Iglesia católica.
    ¿ Otras religiones? No me interesan. Sólo me intereso por las personas que trato, vengan de donde vengan y procuro con amor y paciencia acercarlas a Jesucristo, nuestro único Bien.

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    1. Felicitas:

      Así es. Cuando uno ha descubierto la Plenitud, a Jesucristo, ¿para qué queremos más ni picotear insanamente de otros pozos que están fangosos?

      El deseo de evangelizar es -por un amor sobrenatural- mostrarles a Jesucristo que es la Verdad, el Logos que se conforma bien a la razón humana y responde a sus preguntas y búsquedas. El es el Salvador. Sólo Él.

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