martes, 14 de mayo de 2013

La Unción de los enfermos: catequesis

 De ser un sacramento para agonizantes, moribundos, según la anterior disciplina eclesial, hemos pasado a un sacramento de la Unción que siendo para enfermos con cierta gravedad, se administra demasiado indiscriminadamente a cualquier persona, incluso sana, con el único requisito de haber cumplido los 65 años.

El sacramento de la Unción es una acción sacramental de Cristo con su Iglesia para los enfermos graves, aquellos que corren ya serio peligro, y para los ancianos con una ancianidad avanzada y difícil; también para intervenciones quirúrgicas graves, con riesgo para el paciente. En estas situaciones siempre la constante es un riesgo y un peligro grave.

Consta esta liturgia sacramental de unos elementos centrales:

  • La oración por el enfermo
  • La imposición de manos en la cabeza del enfermo (siempre pausada, orante, espiritual)
  • La Unción con el óleo bendecido; se unge en la frente y en las manos con la fórmula sacramental:



"Por esta santa Unción y su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo.
R/ Amén.
Para que libre de tus pecados te conceda la salvacón y te ayude en tu enfermedad.
R/ Amén".
Veamos el contenido del Sacramento.

"El Sacramento de la Unción de los Enfermos... fue instituido y transmitido como signo eficaz del amor redentivo de Cristo, que quiere restaurar al hombre principalmente en el espíritu, sin, por ello, olvidar su cuerpo. Al conferirlo la Iglesia no pretende sustituir a la medicina, y está muy lejos de concepciones o prácticas pseudo-religiosas, que tengan afinidad con cualquier forma de superstición. La Iglesia -lo sabéis- se mueve en otro plano: el sobrenatural de los sacramentos, que son signos eficaces de la intervención de Cristo, Salvador y Médico divino, en nuestra vida y en nuestras necesidades físicas y espirituales. Sin embargo, el Sacramento de la Unción encierra también un significado profundamente humano" (Pablo VI, Misa jubilar para los enfermos, 5-octubre-1975).

Este Sacramento es un signo eficaz de la gracia donde interviene Cristo, el Señor, para bien del espíritu del enfermo así como para su cuerpo. ¡Se trata de enfermos, no de personas de la tercera edad sin más! Al sufrimiento de la enfermedad grave, para el cuerpo que se ve quebrantado, hay que sumarle el orden espiritual que se resiente y sufre igualmente.

¿Qué pedimos y esperamos de este Sacramento?

"Evidentemente, también en este Sacramento, la Iglesia mira principalmente al alma, a la remisión de los pecados y al aumento de la divina gracia; pero, por cuanto a ella se refiere, desea y espera procurar el alivio y, si es posible, también la curación del enfermo" (ibíd.).

El sacramento de la Unción de los enfermos recibió una liturgia nueva, o mejor, se revisó su liturgia anterior para pasar de ser "extremaunción" a ser "Unción de los enfermos". El concilio Vaticano II prescribió:

"Unción de enfermos
73. La «extremaunción», que también, y mejor, puede llamarse «unción de enfermos», no es sólo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez.
Reforma del rito
74. Además de los ritos separados de la unción de enfermos y del viático, redáctese un rito continuado, según el cual la unción sea administrada al enfermo después de la confesión y antes del recibir el viático.
Número de unciones y oraciones
75. Adáptese, según las circunstancias, el número de las unciones, y revísense las oraciones correspondientes al rito de la unción de manera que respondan a las diversas situaciones de los enfermos que reciben el sacramento" (SC 73-75).
 El papa Pablo VI explicaba así el objetivo de la reforma de este Sacramento:
"Basándonos en las palabras del Señor, transmitidas por los Apóstoles, y movidos por sus mismos sentimientos de caridad, hemos promovido recientemente la reforma del rito de la unción de los enfermos, para que apareciese mejor su finalidad integral y se facilitase y extendiese -dentro de los límites justos- la administración también fuera de los casos de enfermedad mortal" (Pablo VI, Misa jubilar para los enfermos, 5-octubre-1975).
En definitiva, una ayuda del Señor mediante los sacramentos para algo tan humanísimo y dramático a la vez como es la enfermedad grave.

Valdrá la pena tener presente este Sacramento, conocer su doctrina en el Catecismo de la Iglesia Católica, participar en su celebración cuando sepamos que se administra a alguien para vivirlo y rezar.

9 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Creo que si tubiera más fe sanarían mucho más las almas y cuerpos de muchos enfermos con este sacramento, a veces me consuelo con el alivio y no espero en el que Es la Resurrección y la vida ayer, hoy y siempre. Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      Desde Trento al menos, en sus Cánones, se afirma que este sacramento concede también la salud al cuerpo "si conviene para la salvación". Con esa fe hay que impartirlo (por parte del sacerdote) y recibirlo (por parte del fiel).

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  2. Gracias Padre por esta catequesis,Dios lo bendiga.

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    1. No hay de qué María Nancy.

      Que Dios la bendiga también a usted.

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  3. “…signo eficaz del amor redentivo de Cristo…” Qué bella es la Liturgia más allá de vanos sentimentalismos, pues en la Liturgia terrena participamos de la Liturgia celestial. Sólo se ama lo que se conoce nos dijo san Agustín; debemos conocer la Liturgia para amarla en verdad.

    La Sacrosanctum Concilium señala como uno de sus fines promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo, señalando que por medio de la Liturgia se ejerce la obra de nuestra Redención. Y continua: “la Iglesia, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; y todo esto de suerte que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos”.

    Levantamos nuestros ojos a los montes ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Julia María:

      ¡Evidentemente!

      La liturgia es bellísima más allá de los sentimentalismos que ahora la envuelven o del piadosísimo silencio con el que se quiere recubrir todo (dejando a los fieles mudos, calladitos y de rodillas) mientras responde sólo el coro y canta la schola.

      La liturgia tiene la belleza divina de la Gracia.

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  4. De la unción de los enfermos tengo la idea de consuelo en las enfermedades físicas. Si, realmente aporta un gran consuelo. Se me ocurre, después de haber leído el texto, si pudiera aplicarse a las grandes enfermedades del alma, a las grandes heridas del alma. Y en absoluto me refiero a enfermedades psiquiátricas o psicológicas. No, no me refiero a eso.
    Tengo para mi que el alma, constitutiva del ser humano, también tiene sus heridas y sus enfermedades. Supongo, Padre, que Usted debe saber mucho más de eso que yo. Una vez más, muchas gracias por todo. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      Mientras que la Santa Unción se refiere a lo corporal, el sacramento de la Penitencia sí es específico de lo que vd. trata.

      Las heridas hondas del alma y sus cicatrices se tratan y se van curando en el Sacramento de la Penitencia y en el itinerario de las indulgencias: realizar la obra prescrita, con confesión y comunión, sin afecto alguno al pecado, etc.

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  5. Si, Padre, esa es la idea que tenía y en ello estoy, gracias por la precisión.
    Sigo rezando

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