Por encima de toda adversidad, de toda dificultad, de todo sufrimiento, de toda soledad y abandono; superando la enfermedad, la oscuridad o la crisis; trascendiendo todo gozo, todo amor a las criaturas; traspasando el pasado, el presente y el futuro, hay una realidad inabarcable, infinita: el amor de Dios. Este amor de Dios acompaña al hombre en todo momento, lo sostiene, lo cuida, lo guarda de todo mal, y el hombre puede encontrar su felicidad y su plenitud respondiendo, libremente, al amor de Dios. Porque Dios ha amado al hombre primero, gratuitamente, entregando a su propio Hijo, la persona, toda persona, en toda cultura y en todo momento histórico, puede responder a este Amor con amor, entregándose del todo al Todo. El amor de Dios precede, suscita y acompaña la respuesta y la entrega del hombre.
El cristianismo es una maravillosa historia de Amor: del Amor condescendiente y misericordioso de Dios al hombre en Jesucristo y de la entrega confiada del hombre a su Salvador y Redentor. Este Amor sí que es único y eterno.
El amor humano, el amor de las criaturas, es finito y caduco, como finito y caduco es el propio hombre, sólo el Amor de Dios permanece para siempre (cf. 1Cor 13) porque el Amor de Dios espera, disculpa, cree, aguanta sin límites: ¡el Amor no pasa nunca! La historia de cada persona, enigmática a veces, otras dolorosa, otras feliz, es una historia de Amor. El Amor de Dios está ahí, en el corazón y en la historia del hombre:
“desde que comienza a existir este ser vivo que llamamos hombre es depositada en él una fuerza espiritual, a manera de semilla, que encierra en sí misma la facultad y la tendencia al amor. Esta fuerza seminal es cultivada diligentemente y nutrida sabiamente en la escuela de los divinos preceptos y así, con la ayuda de Dios, llega a su perfección” (S. BASILIO MAGNO, Regla Monástica Mayor, Respuesta 2,1).
El Amor de Dios no puede enseñarse: ¡basta abrir los ojos del corazón para descubrirse tremendamente amado por el Señor! A su lado el amor de las criaturas parecerá nada, “palillos de romero seco” que diría Sta. Teresa.
Falta tan sólo la respuesta libre del hombre al saberse amado tan tierna y profundamente por el Señor, la entrega de su corazón al Corazón de Dios. Esta respuesta es el salmo 17: “Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío... Me acosaban el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba”.
Convierte tu vida en una respuesta total a este Amor total que Dios te tiene, y tu oración sea espacio de libertad y encuentro con el Señor que te ama como sólo Dios sabe amar: incondicionalmente, sin exigirte, esperándote.
Y ahora leamos algunos versículos de este largo salmo:
Y ahora leamos algunos versículos de este largo salmo:
Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.
Amén, amén, amén.
ResponderEliminarUna opinión: el amor no se puede enseñar pero se puede mostrar y demostrar. Cuando mi hijo pequeño me pregunta ¿cómo puedo saber que Dios me ama, mamá? le puedo mostrar, señalar, cuantas cosas buenas le da Dios todos los días e, incluso, que las cosas que el pequeñajo no considera buenas, Dios las ha reconducido ya en su corta vida para su bien.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Julia Mª:
EliminarAsí es, no se puede enseñar, pero se puede mostrar y demostrar de mil maneras distintas. Así actúa Dios con nosotros pero es que además ha puesto en nuestro corazón tal sed de infinito, un hambre interior, que apunta directamente a saciarse con su Amor.
Decir si a ese AMOR es una muy buena manera de evangelizar. Porque el AMOR no se puede enseñar, pero se puede mostrar y demostrar.
ResponderEliminarEn realidad, el AMOR de DIOS es lo único que tenemos.
Muchas gracias, Padre. Sigo rezando
Antonio Sebastián:
EliminarNo sólo decir "sí" a ese amor divino, sino reflejarlo en la vida y en las palabras, anunciarlo. Es que si no la evangelización no se produce... y ésta es siempre anuncio, no simple intimidad.
Buenos días don Javier. Ser libres es, después de Jesús, el mayor regalo que Dios nos ha podido hacer, conocemos el Amor-Baluarte y nos refugiamos y nos adherimos a Él.Esta estrada permite meditar la respuesta vital que hemos de hacer cada día en cuanto amanece. Un abrazo.
ResponderEliminarEso quisiera yo, xtobefree, que cada uno de los que aquí venís pudiérais mediante estas catequesis ofrecer una respuesta vital y tener -¡por supuesto!- la cabeza bien amueblada con la doctrina católica.
EliminarEl amor de Dios hacia nosotros es un misterio de tal magnitud, que hasta Dios mismo lo entendemos como Amor. A este misterio se uno otro que también me llama mucho la atención. ¿Cómo podemos amar a Dios sin velo ni tocarlo? De hecho lo hacemos y me parece asombroso al mismo tiempo que maravilloso.
ResponderEliminarQue Dios le bendiga D. Javier :D
Bueno, en cierto modo, sí lo vemos y lo tocamos en Jesucristo y en su Corazón, y lo palpamos en sus sacramentos, con los que Él nos toca.
EliminarUn gran abrazo.