Todos los sacramentos tienen su fundamento en las palabras de Cristo o en sus acciones tal como se reflejan y se narran en el Nuevo Testamento. Ni son inventos de la comunidad primitiva, ni, por el contrario, hemos de buscar unas palabras fundacionales exactas y precisas de labios del mismo Cristo para todos y cada uno de los sacramentos.
En el comportamiento salvador de Cristo con los enfermos hallamos el primer fundamento del sacramento de la Unción de los enfermos.
"El primer fundamento de este sacramento se puede descubrir en la solicitud y cuidado de Jesús por los enfermos. Los evangelistas nos relatan cómo, desde el inicio de su vida pública, trataba con gran amor y compasión sincera a los enfermos, y a todos los demás necesitados y atribulados, que le pedían su intervención. San Mateo atestigua que "sanaba toda enfermedad y toda dolencia" (Mt 9,35).Para Jesús esas innumerables curaciones milagrosas eran el signo de la salvación que quería aportar a los hombres. Con frecuencia establece claramente esta relación de significado, como cuando perdona los pecados al paralítico y sólo después realiza el milagro, para demostrar que "el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados" (Mc 2,10). Su mirada, por consiguiente, no se detenía sólo en la salud del cuerpo; buscaba también la curación del alma, la salvación espiritual" (Juan Pablo II, Audiencia general, 29-abril-1992).
Con los enfermos vemos que Cristo los tocaba imponiéndoles las manos; que mandó a los apóstoles a que hicieran lo mismo curando a los enfermos y ellos fueron de dos en dos curando a los enfermos y ungiéndolos con óleo (Mc 6,13). La carta del apóstol Santiago describe el rito sacramental (5,14-17) cuando un enfermo en su cama hace llamar a los presbíteros de la Iglesia para que oren y lo unjan con óleo "en nombre del Señor".
"La Iglesia ha hecho suya la atención especial de Jesús para con los enfermos... Con el sacramento de la unción, les ha proporcionado y les proporciona el contacto benéfico con la misericordia de Cristo mismo.Es conveniente notar a este respecto que la enfermedad nunca es sólo un mal físico; al mismo tiempo se trata de una prueba moral y espiritual. El enfermo experimenta gran necesidad de fuerza interior para salir victorioso de esa prueba. Por medio de la unción sacramental, Cristo le manifiesta su amor y le comunica la fuerza interior que necesita. En la parábola del buen samaritano, el aceite derramado sobre las heridas del viajero asaltado en el camino de Jericó, sirve simplemente como medio de curación física. En el sacramento, la unción con el aceite resulta signo eficaz de gracia y de salvación también espiritual, mediante el ministerio de los presbíteros" (ibíd.).
"En el nombre del Señor": es la Iglesia entera la que reza por sus enfermos cuando el sacerdote celebra este sacramento.
"En el nombre del Señor": como Pedro curó al paralítico de la Puerta Hermosa, "en el nombre de Jesús Nazareno", la Iglesia invoca el poder salvador de Cristo sobre el enfermo.
"En el nombre del Señor": porque Él está allí y en su nombre celebramos el sacramento.
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