domingo, 10 de mayo de 2015

Enseñanza, catequesis y caridad, dedicación de san Juan de Ávila



            San Juan de Ávila se muestra como un buen pedagogo y un gran catequista. Compuso catecismos y canciones para que niños y jóvenes aprendieran más fácilmente la doctrina cristiana. Repite en distintos lugares que la ignorancia siempre engendra males, y por tanto hay que inculcar letras y virtud.




            Además de la catequesis a niños y jóvenes, con medios pedagógicos adaptados (pero siempre con doctrina) y siendo él mismo catequista, erige colegios, para formar cristianos y que de ahí puedan salir también buenos sacerdotes, buenos pastores para el pueblo cristiano. Son 15 los colegios que organizó. Cuando se vio ya mayor entregó todos esos colegios a la Compañía, menos la universidad de Baeza.

            Educar en la fe, instruir cristianamente, estaba como un fuego inextinguible en el alma sacerdotal de san Juan de Ávila. Pero la catequesis en cuanto instrucción y enseñanza de la fe debe ser igualmente una pasión sacerdotal, cuidando la catequesis y a los propios catequistas en las parroquias. El sacerdote es el primer catequista de su parroquia, como el Obispo es el primer catequista de la diócesis

           Una parroquia crece si hay vitalidad en la catequesis, no sólo de niños y jóvenes, sino igualmente de adultos, de matrimonios, de los mismos catequistas, y el sacerdote es su catequista primero, que expone los misterios de la fe, clara, razonadamente, con fundamento. La gran ignorancia religiosa hoy entre los mismos católicos supone una catequesis que tal vez sea deficiente en los contenidos, pobre en doctrina, atenta sólo a la pedagogía y a la dinámica de grupo.

 

            Si la caridad pastoral es el motor de la vida sacerdotal, y su fuente de santificación, hay aspectos concretos que deben ser cuidados.

            En primer lugar la atención al mundo de la pobreza, tanto material como psicológica, moral, humana, de tantos hermanos nuestros. Es algo más que la pobreza socialmente entendida: es la mirada a quien no tiene, ya sea trabajo, ya sea compañía, ya sea fortaleza. El sacerdote es padre de ellos, hermano en su caminar.

            En segundo lugar, los enfermos, los miembros dolientes de la parroquia que agradecen la compañía, pero que sobre todo agradecen encontrarse con el Señor mediante su sacerdote, recibir la Eucaristía y la Penitencia, ser ungidos con el óleo santo, y que les ayuden a percibir la enfermedad, o la postración, como un momento redentor de sus vidas, ofreciéndose al Señor, descubriendo el valor salvífico que el dolor encubre.

            Es imprescindible una buena organización parroquial que atienda a los pobres (Cáritas) y a los enfermos (Pastoral de enfermos), respaldada siempre con la entrega silenciosa del sacerdote, dedicando su afecto y su tiempo en un ministerio que nunca luce ni destaca, pero que es profundamente paternal: recorrer las casas de los enfermos de su parroquia, como padre para sus hijos.

            En esto san Juan de Ávila es otro ejemplo de vida pastoral. No sólo socorre a los pobres, sino que en su programa diario aprovecha las tardes, antes de Vísperas, para visitar a los enfermos y así lo aconseja a los sacerdotes en distintas cartas (p.e. carta 5) y pláticas.


            “Después rece nona, vísperas y completas, y gaste la tarde en provecho de sus prójimos de esta manera: que sepa qué enfermos hay peligrosos o para morir, y váyalos a visitar y animar, y trabaje por hallarse a su muerte de ellos, porque ganará mucho él y aprovechará mucho a ellos; y otras veces vaya al hospital y consuele a los enfermos; otra vez, si supiere de algunos que estuvieren en discordia, que cree podrá aprovecharles, hábleles; y querría que ordinariamente leyese, habiendo algunos mancebos bien inclinados, cada tarde alguna cosica de buenas costumbres..." (Carta a un predicador [maestro García Arias], 2-enero-1538).


            “Y después haga algún ejercicio corporal [después del descanso], sin que se canse, por que no ahogue el espíritu de la devoción, o en algún huertecico, o escribiendo algo, o cosa semejante, hasta hora de vísperas, y entonces dígalas, y después lea un rato; y si hubiere algún enfermo que visitar o si fuere menester irse al campo o visitar a alguien para provecho del alma, entonces se haga" (Carta a un sacerdote -sin más identificación en la edición-; ESQUERDA BIFET, J., (ed.), Juan de Ávila, Escritos sacerdotales, Madrid BAC 1969, p. 335).


            No hay discursos sobre “la pobreza” y la marginación: hay amor que se da tanto a los pobres como a los enfermos, escuchándoles, acompañándoles, ofreciéndoles el don de la fe redentora, sufriendo con sus sufrimientos, sin olvidarlos en favor de otras tareas “pastorales” más gratificantes o que siempre nos parecen más inmediatas o urgentes.



4 comentarios:

  1. Todopoderoso y sempiterno Dios, yo protesto delante de vuestra divina majestad que nada soy y nada valgo, y que, si algo tengo, Jesucristo, mi Señor me lo ganó. Bendito seáis, Señor, que me disteis tal Hijo; y bendito sea tal Hijo, que me reconcilió con tal Padre. Al arcángel San Miguel pido me alcance gracia para conocer el tesoro que Jesucristo, mi Señor, me ganó. Amén

    Oración utilizada por san Juan de Ávila

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  2. “La ignorancia siempre engendra males, y por tanto hay que inculcar letras y virtud”, gran sabio el maestro san Juan de Ávila.

    Estoy totalmente de acuerdo con la entrada: “La gran ignorancia religiosa hoy entre los mismos católicos supone una catequesis que tal vez sea deficiente en los contenidos, pobre en doctrina, atenta sólo a la pedagogía y a la dinámica de grupo”.

    Sabios consejos de san Juan los que transcribe la entrada, válidos especialmente para los sacerdotes pero no únicamente para ellos.

    Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra, atrae hacia él a todos los hombres (de las preces de Vísperas).

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  3. Sin duda, san juan de Ávila es un grande; desconocido a niveles más populares, pero un santo interesantísimo en su vida así como en su doctrina.

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  4. Felicidades en el día de su Patrón. A él le encomiendo.

    Preciosa la entrada; dolorosa cuando se ve que en ciertos sitios el sacerdote no puede llegar a tanto...

    Hermosas y tremendas las palabras del Oficio de Lectura, para que tengamos en cuenta lo que Dios nos da.

    "Oh Dios, haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros" (oración del Oficio de la memoria).

    - Gracias por su misión, su trabajo, su entrega al amor loco de Dios.

    Bendíganos en su Nombre.

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