miércoles, 22 de agosto de 2012

San Juan de Ávila (II)

El Mensaje de la Conferencia episcopal, en el año 2000, sobre san Juan de Ávila muestra la amplitud y variedad de su ministerio y de su doctrina. Es una lograda síntesis.

Sus obras, llenas de clara teología y de sabrosa espiritualidad, son un referente hoy como lo fueron en siglos pasados en ámbitos y personas muy distintas.

"Influjo de su magisterio
  
          El magisterio de Juan de Ávila no terminó con su vida. Sus abundantes escritos han influido notablemente en la historia de la espiritualidad y de la renovación eclesial. En la Biblioteca de Autores Cristianos sus obras conocidas ocupan varios volúmenes. Se enumeran no menos de catorce ediciones generales españolas y tres en otras lenguas, en distintas épocas. De obras por separado son numerosas las ediciones y versiones a distintos idiomas. De su Epistolario hay al menos veintitrés ediciones extranjeras. El tratado Audi, filia es un clásico de la espiritualidad. Se tradujo muy pronto al italiano, francés, alemán e inglés. Los católicos perseguidos en Inglaterra encontraban en él un gran aliento. Fray Luis de Granada afirmaba: “Lo tengo en la cabeza por haberlo leído muchas veces”. Felipe II lo tenía de libro de cabecera. El Cardenal Astorga, arzobispo de Toledo, decía: “este libro ha convertido más almas que letras tiene”.

            Su influencia en el Concilio de Trento ha sido puesta de manifiesto por los especialistas. No pudo participar en él por su precaria salud. Pero a través del Arzobispo de Granada, D. Pedro Guerrero, envió dos Memoriales, que fueron acogidos en el aula conciliar con aplauso general. Sus criterios influyeron en los acuerdos de este Concilio en temas de tanta importancia como la institución de los Seminarios, la reforma del estado eclesiástico o la catequesis, de modo que Pablo VI pudo decir en la homilía de canonización que “el Concilio de Trento adoptó decisiones que él había preconizado mucho tiempo antes”. El Maestro Ávila pertenece a ese grupo de verdaderos reformadores que alentaron e iluminaron la renovación de la Iglesia en aquellos tiempos recios del siglo XVI. Su influencia se puede comprobar también en varios Concilios provinciales de aplicación de Trento: en los de Toledo, Granada, Santiago de Compostela, Valencia y, pasando al Nuevo Mundo, en el tercer Concilio de Lima y de México.


            Sus escritos fueron fuente de inspiración para la espiritualidad sacerdotal. A él se le puede considerar como el promotor del movimiento místico entre los sacerdotes seculares. La obra clásica Instrucción de sacerdotes, de Antonio de Molina, tan leída a lo largo de los siglos XVII y XVIII, transcribe con frecuencia al Maestro Ávila. Su influencia se detecta también en la escuela sacerdotal francesa: uno de sus fundadores, el Cardenal Bérulle, afirmaba que dicha escuela ya había sido un diseño de Juan de Ávila. San Francisco de Sales lo menciona elogiosamente en el Tratado del Amor de Dios y en la Introducción a la vida devota trae pasajes del Audi, filia , remitiéndose a su autoridad espiritual. San Antonio Mª Claret, lector asiduo del Maestro Ávila, confesaba: “Su estilo es el que más se me ha adaptado y el que he conocido que más felices resultados daba. ¡Gloria sea a Dios Nuestro Señor, que me ha hecho conocer los escritos y obras de ese gran Maestro de predicadores y padre de buenos y celosísimos sacerdotes!”.

            Ya en nuestro siglo, Juan de Ávila ha sido una referencia para el clero diocesano, no solo en España, sino también en otros países, particularmente en América. Su figura influyó de manera notable entre nosotros en el resurgir de la espiritualidad sacerdotal a mitad de este siglo. La declaración de Patrono del clero secular español impulsó nuevos estudios sobre su doctrina y vida. En las “academias sacerdotales” de los Seminarios se estudiaban sus obras y, mirando al Apóstol de Andalucía, se alentaba la santidad y espiritualidad propia del sacerdote diocesano. En este ambiente se recibió con entusiasmo su canonización y actualmente su fiesta del 10 de Mayo es en la mayoría de las Diócesis una jornada de fraternidad en la unión del presbiterio y en la celebración gozosa de las Bodas de oro y de plata sacerdotales.
           
Maestro de evangelizadores

            Al comenzar un nuevo milenio, en este tiempo en que la Iglesia tiene la urgencia de una nueva evangelización, creemos que la doctrina y el ejemplo de vida de San Juan de Ávila pueden iluminar los caminos y métodos que hemos de seguir. Y el nuevo ardor necesario para anunciar a Jesucristo y construir la Iglesia se encenderá al contacto con su celo apostólico. El es un verdadero “Maestro de evangelizadores”. Sus enseñanzas nos ayudarán a todos los miembros del Pueblo de Dios en el fiel cumplimiento de nuestra vocación.

            En sus cartas y escritos podemos encontrar los Obispos consejos de amigo y prudentes orientaciones para ejercer nuestro ministerio con entrega, sencillez y valentía.

            Para los sacerdotes, S. Juan de Ávila es un modelo actual. Las orientaciones que ha dado el Concilio Vaticano II, y posteriormente la Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, hallan en San Juan de Ávila el ejemplo realizado de un sacerdote santo que ha encontrado la fuente de su espiritualidad en el ejercicio de su ministerio, configurado con Cristo Sacerdote y Pastor, pobre y desprendido, casto, obediente y servidor; un sacerdote con vida de oración y honda experiencia de Dios, enamorado de la Eucaristía, fiel devoto de la Virgen, bien preparado en ciencias humanas y teológicas, conocedor de la cultura de su tiempo, estudioso y en formación permanente integral, acogedor, viviendo en comunión la amistad, la fraternidad sacerdotal y el trabajo apostólico; un apóstol infatigable entregado a la misión, predicador del misterio cristiano y de la conversión, padre y maestro en el sacramento de la penitencia, guía y consejero de espíritus, discernidor de carismas, animador de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, innovador de métodos pastorales, preocupado por la educación de los niños y jóvenes. San Juan de Ávila es, en fin, la caridad pastoral viviente. Los presbíteros, y los seminaristas que se preparan para serlo, encontrarán en San Juan de Ávila un modelo de lo que es un verdadero apóstol, un ejemplo vivo de la caridad pastoral, como clave de la espiritualidad sacerdotal, vivida diariamente en el ejercicio del ministerio.

            Para la vida consagrada los escritos del Santo Maestro Ávila pueden seguir siendo hoy luminosos y estimulantes, particularmente en la llamada a la radicalidad evangélica y a vivir la dimensión esponsal de la consagración. Él dirigió con acierto a muchas almas contemplativas por los caminos del Espíritu, y a él acudieron muchos religiosos y religiosas para pedir consejo.

También para los laicos de hoy San Juan de Ávila es buen guía. Como sacerdote secular, vivió muy de cerca la problemática de su tiempo. Tuvo que ingeniárselas para sacar adelante económicamente los colegios que fundó para enseñanza de la fe y gramática, incluso “patentando” varios inventos suyos de elevación de agua. Conoce la realidad de la familia y aconseja en los problemas matrimoniales y de educación de hijos. Da sus criterios sobre el gobierno y administración de la vida pública. Habla de lo que las personas están viviendo: los negocios, las enfermedades, los juegos, las diversiones, la vida diaria. Aunque hayan cambiado las circunstancias, el criterio evangélico, con que él atina a iluminar la realidad, tiene valor permanente".

6 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Me sorprendió el perfil ingenieril como inventor de sistemas de elevación de agua.Un abrazo.

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    1. No me equivoqué con vd., NIP. Al preparar la catequesis y leer el Mensaje episcopal, pensé que a vd. le llamaría la atención su invento hidráulico y que tal vez lo comentaría.

      ¡¡Cómo conozco a mis ovejas!! (jejej)

      A mí me resulta un dato curioso y muy destacable tanto de la inteligencia humana de san Juan de Ávila como de su perspicacia para buscar medios de financiación.

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  2. Como san Juan de Ávila no prohibía la cerveza, voy a emularle don Javier dando por hecho que le sentó bien la cervecita en contraposición a mi agua de botijo. Hoy ha caído en Murcia un sol achicharante.

    ¡Hemos vuelto! con el "serio compromiso" de formular comentarios más concisos; oigo risas a mis espaldas... ¡lo que hay que aguantar!

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Amiga:

      la cerveza, máxime aquí en el Sur, que hemos llegado a 47º, siempre sienta bien. Y yo reivindico que somos católicos, no puritanos: el agua del botijo en su momento, pero mejor siempre una buena cerveza.

      ¿Ya ha vuelto a casa todo el enjambre?

      De su compromiso por la brevedad... en fin... qué diría yo... no sé... oigo las risas de las abejas... y me río con ellas.

      Ya sabe, escriba cuanto quiera (mientras sea ortodoxo y católico, claro).

      Y a los que se reían, deles saludos de mi parte.

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  3. Hola, Padre. La lectura de lo que escribe me resulta enormemente estimulante. Muchas gracias por todo. DIOS le bendiga

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    1. Pues entonces, Antonio, no abandone el blog sino persevere, y, segundo, dele difusión. Así otros se enriquecerán también.

      Un abrazo.

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