Pienso que es iluminador que de vez en cuando la catequesis que se suministra en este blog muestre la doctrina sobre el sacerdocio, tanto como un autorecordatorio como para formar a los demás.
Tal vez siempre creemos saber de todo, y en verdad, a veces, en ocasiones, puede, tal vez, quizás... que no sepamos tanto. Damos por sabido cosas y con ese pre-conocimiento, que a veces se convierte en pre-juicio, analizamos la realidad y exigimos lo que a veces no se puede dar.
¿Realmente vemos en el sacerdote una Presencia de Cristo edificando la Iglesia? ¿O lo pre-juzgamos desde otras categorías: quien me tiene que hacer tal cosa, quien debe estar a tales horas en lo que yo quiero, etc.?
Sin embargo, en lo más hondo del ser sacerdote, antes que unas tareas, unos horarios, unas reuniones, lo primero es su identidad y vocación a la santidad en el ejercicio del ministerio. Por tanto, el orden sobrenatural tiene preferencia al considerar el ministerio.
Un discurso del papa Benedicto nos ayudará a profundizar y repensar:
"También a vosotros, queridos sacerdotes y seminaristas, ¡el camino de la santidad está marcado! Cristo continúa presente en el mundo y se revela a todos los que, como san Justino De Jacobis, se dejan llevar por su Espíritu. Nos lo recuerda el Concilio Vaticano II que, por otro lado, afirma: “En la vida de aquellos que, siendo hombres como nosotros, se transforman con mayor perfección en imagen de Cristo (cf. 2 Co 3,18), Dios manifiesta al vivo ante los hombres su presencia y su rostro. En ellos El mismo nos habla y nos ofrece un signo de su reino” (Cost. dog. Lumen gentium, 50).
Cristo, el eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, que con la especial vocación al ministerio sacerdotal ha “conquistado” nuestra vida, no suprime las cualidades características de la persona; sino que la eleva, la ennoblece y haciéndola suya, la llama a servir a su misterio y a su obra. Dios también tiene necesidad de cada uno de nosotros para “demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús” (Ef 2,7).
No obstante el carácter propio de la vocación de cada uno, no estamos separados entre nosotros; estamos en cambio unidos, en comunión en un único organismo espiritual. Estamos llamados a formar el total de Cristo, una unidad recapitulada en el Señor, vivificada por su Espíritu para convertirnos en su “pléroma” y enriquecer así el cántico de alabanza que Él dirige al Padre.
Cristo es inseparable de la Iglesia, que es su cuerpo. Es en la Iglesia donde Cristo une más a sí mismo a los bautizados y, nutriéndolos con la Santa Comunión, los hace partícipes de su vida gloriosa (cfr Lumen gentium, 48). La santidad está por tanto en el mismo corazón del misterio eclesial y es la vocación a la que todos estamos llamados. Los santos no son adornos que decoran la Iglesia externamente, son como las flores de un árbol que revelan la inagotable vitalidad de la savia que lo recorre. Es una cosa bella el contemplar de esta forma a la Iglesia, en un modo ascensional hacia la plenitud del Vir perfectus; en continua, fatigosa, progresiva maduración; dinámicamente impulsada hacia su pleno cumplimiento en Cristo.
Queridos sacerdotes y seminaristas del Colegio Pontificio Etíope, vivid con alegría y dedicación este importante periodo de vuestra formación, a la sombra de la cúpula de San Pedro: caminad con decisión por el camino de la santidad" (Benedicto XVI, Audiencia al Colegio Etíope en Roma, 29-enero-2011).
BELLÍSIMO.
ResponderEliminarSe oye poco en las iglesias la petición "Señor, danos sacerdotes santos". Y eso que haberlos, haylos; a veces, ocultos por prudencia y humildad; otras veces, por la frialdad y superficialidad de quienes los ven generalmente con prisa y con fines utilitarios. Y, desde luego, por la falta de formación y conocimiento más profundo de su identidad y ministerio.
El camino de santidad al que alude el Papa, está presente en muchos de ellos y se revela con sólo "escarbar" un poco. La santidad de muchos sacerdotes está, a veces, escondida por la hojarasca de la humanidad, incluso puede ser del pecado: pero cristianos y no cristianos pueden descubrirla por su vida interior, por sus gestos, por su talante, por su desinterés, etc, etc, etc.
Hay que orar mucho por ellos,
hay que conocerlos,
hay que sentir su vocación y su misterio; y, también, ver y agradecer su quehacer apostólico.
-Danos, Señor, muchos sacerdotes santos, y saber valorarlos en tu Iglesia como don excepcional del Espíritu. Bendícelos y confórtalos en tu servicio.
Gracias, D. Javier, por tantas aclaraciones en todas sus catequesis.
SIL:
EliminarEfectivamente, hay muchos sacerdotes santos, a los que no se les ve; su ropaje de humanidad, incluso su normalidad en el trato, no muestran una santidad de aureolas, arrobamientos ni visiones, sino la santidad de la caridad pastoral, de la entrega y amor a Cristo.
Da gloria verlos y tratarlos: humanamente nobles, sobrenaturalmente agraciados.
"El Sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús, repetía con frecuencia el santo Cura de Ars ... ¿Y qué decir de la fidelidad entusiasta de tantos sacerdotes que, a pesar de las dificultades e incomprensiones, perseveran en su vocación de amigos de Cristo, llamados personalmente, elegidos y enviados por Él? ... ¡Oh, qué grande es el sacerdote! ... Dios le obedece: pronuncia dos palabras, y Nuestro Señor baja del cielo al oir su voz ...¡ Después de Dios, el sacerdote lo es todo! ... El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra ... es el administrador del buen Dios, el administrador de sus bienes ... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias ..." (Carta del Santo Padre para la convocatoria de un año sacerdotal) ¡Cuánto sufrimiento le trajo al Papa esta convocatoria!
ResponderEliminarUn gran don entraña una gran responsabilidad (de los comics de Spiderman leídos y releídos antes de dormir); Juan María fue totalmente consciente de esta verdad.
Para "envidia" de los cordobeses, desde la brisa del mar mediterráneo ¡Qué Dios le colme de bendiciones, don Javier!
Julia María:
EliminarMe admira que sepa combinar tan bien el humor (y la sana ironía) con la reflexión y la aportación. ¿Eso se estudia en Derecho? ¿O es cuestión ya de jurisprudencia?
El sacerdote está llamado a la santidad porque santas son las cosas que trata y de las que está constituido como administrador y dispensador: santa es la redención, santa es la Eucaristía, santos son los sacramentos, santa es la Iglesia su Esposa, santas son las almas redimidas por la sangre de Cristo. Ojalá siempre conformemos nosotros nuestra vida con la santidad de Cristo Cabeza y Pastor.
La cita de Spiderman (¿es ahora un nuevo lugar teológico y yo sin enterarme?) es cierta: un gran don como el sacerdocio entraña una gran responsabilidad, y no se puede tratar a la ligera, ni los fieles pueden tratarlo a la ligera. ¡Si yo le contara! ¡Cuántas veces son los fieles los que miran al sacerdote simplemente en función de su capricho, sin perspectiva sobrenatural ni visión de fe! ¡En cuántos detalles se nota!
Si encuentra otra cita buena en otro cómic, háganoslo saber. ¡Torpe de mí!, yo pensaba que las buenas citas se sacaba de Victor Hugo, o de León Bloy, o de Tolstoi... y resulta que los cómics son referentes del pensamiento del mundo mundial (jeje).
Gracias por darme envidia. Aquí no hay brisa mediterránea sino calor sofocante. En la misa matinal con mis monjas ya empiezo a sudar.
En breve habrá cambios en mi vida. Probablemente lo ponga en el blog para que los sepáis todos (incluida la muda colmena que sólo lee) y encomendéis las nuevas tareas.
Padre, realmente yo creo que hay sacerdotes santos, probablemente, muchos a los que nadie ve. Son la verdadera levadura.
ResponderEliminarNo obstante, intuyo que hay sacerdotes, algunos que no creen en DIOS, otros que hacen muchisimo ruido mediático que producen confusión entre los fieles, y aún siendo una minoría, realmente pienso que son dañinos. Aún siento perplejidad la razón por la cual no se toman medidas para que estos últimos no generen turbación. El porqué hay sacerdotes que predican en contra del Magisterio de la Iglesia impunemente se me escapa.
Por otra parte, creo que todos estamos llamados a la santidad, pero el sacerdote es como la cabeza visible de la comunidad, la parroquia, o del lugar que le haya sido designado.
En estos tiempos, la necesidad de sacerdotes santos es acuciante, y creo que hay muchos más de los que pensamos. Unos son los que siembran y otros los que cosechan. Muchas gracias Padre. DIOS le bendiga
Antonio:
EliminarDejemos ciertas cosas al juicio de Dios y a la paciencia de la Iglesia. No me gusta que aquí entremos en esos temas, sino que pongamos el tono positivo de la formación, de adquirir conocimientos y vivirlos.
El sacerdote debe ser santo porque ese es el camino ordinario por el que Dios actúa para santificar a sus hijos, dice el Decreto Presbiterorum ordinis. Hemos de ser "modelos y forma del rebaño", "forma gregis", dice 1P.
Sí, sin lugar a dudas, hay muchos más sacerdotes santos de los que pensamos, lo aseguro. Lo que pasa es que son "normales", vistos desde fuera; sin embargo están llenos de Cristo, aman a Cristo, se están consumiendo por Cristo.
Un fuerte abrazo.
Padre, tiene usted razón. Y si, realmente hay muchos más sacerdotes santos, muchos más sacerdotes normales. Gracias por la puntualización, me parece enormemente pertinente. DIOS le bendiga.
ResponderEliminarAbrazos y afecto