jueves, 2 de agosto de 2012

Salmo 3


El salmo 3 la Iglesia lo canta en el Oficio de lecturas del domingo de la I Semana del Salterio. No es demasiado popular. Y, sin embargo, leído en clave cristológica,  poniendo el salmo en boca de Jesucristo, tiene un sabor delicioso, sabor de Pascua, por eso la Iglesia lo canta el domingo para el Oficio de Lecturas.

    “¡Cuántos son mis enemigos! ¡Cuántos se levantan contra mí! ¡Cuántos dicen de mí: “ya no lo protege Dios”!” Está Cristo hablando en la cruz, e invita al Padre a que mire cuántos son sus enemigos y cuántos se levantaron contra él. Están rodeando la cruz para insultarle, para increparle: “Si eres Hijo de Dios, baja y creeremos en ti”, “a otros has salvado, sálvate a ti mismo”. “¡Cuántos son mis enemigos! ¡Cuántos se levantan contra mí! ¡Cuántos dicen de mí: “ya no lo protege Dios”!”, porque eso es lo más fácil: los malvados, cuando ven al justo sufrir, lo que dicen es: “Ya no lo protege Dios”, “ahora, ¿qué pasa? ¿Dónde está tu Dios?”

    Pero sigue Cristo  rezando en el salmo y le dice a Dios Padre: “Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza”. La dignidad no viene de que los demás la reconozcan, sino que, porque no la reconocen, la dignidad la da el Señor, en nuestro interior. Ya pueden decir lo que quieran, pensar lo que quieran, juzgar erróneamente; el Justo, Jesucristo, dice: “tú mantienes alta mi cabeza”.

    Y dice Cristo en la cruz: “Si grito invocando al Señor, Él me escucha desde su monte santo”. Mi Padre me escucha desde el cielo, desde el monte santo, desde la nueva Jerusalén. “Me escucha” y me libra, a mí que estoy clavado en la cruz. Es la confianza de Cristo. 

Por eso sigue diciendo: “puedo acostarme y dormir y despertar. El Señor me sostiene”. ¿Dónde puede acostarse? En la cruz. ¿Dónde duerme? En la muerte, en el descenso a los infiernos. ¿Dónde se despierta? En la mañana de la resurrección. Puedo acostarme en la cruz,  puedo dormir en el sepulcro, y puedo despertar. ¿Por qué?  Porque el Padre “me sostiene”“A tus manos encomiendo mi espíritu”.  El Padre no me dejará en la muerte.

    “No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor”. Si el Señor está con Cristo, Cristo no teme a nadie.  Por eso “no temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor”.  Porque aunque está en la cruz, acostado en la cruz, y sabe que va a dormir el sueño de la muerte, confía en la resurrección, confía en el Padre, el Padre “lo sostiene”.

    ¡Qué preciosidad de salmo! Es un canto a la esperanza en la resurrección, en la vida, aun cuando se está en la cruz. Releámoslo poniéndolo en boca de Cristo; volvamos leerlo después estando cada uno en su propia cruz como un acto de confianza y abandono en Dios nuestro Padre.

2 comentarios:

  1. Padre, me parece un salmo intensisimo y unas reflexiones profundas.
    Con mucha frecuencia escucho hablar a personas que han estado en cursillos, en retiros, en ejercicios espirituales, sus impresiones son de un gran entusiasmo. Creo que es algo muy importante todo eso. Y eso siempre me ha quedado pensativo. Hacer profesión de FE en momentos de plenitud o de euforia es hermoso. Sin embargo, hacer profesión de FE en DIOS, en momentos de tribulación, como se hace en el salmo, es un don de DIOS. Un don sobrecogedor, un don evangelizador, por eso, Padre, su reflexión me ha conmovido. Muchas gracias por seguir enseñándonos.
    DIOS le bendiga.

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    1. Los salmos son el Evangelio hecho oración. Cuando los oramos, inmediatamente saltan vetas del Evangelio y nos ayudan a orar.

      Fácil es vivir la fe cuando todo va bien, y todo parece luz y gozo; pero la fe ha de ser probada y refinada, depurada, entonces es cuando hay que resistir firmes en la fe.

      Un abrazo!!

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