En el Ordinario de la Misa -Ordo Missae- en la edición castellana, así como en otras ediciones, hay diversos textos ad libitum, es decir, que se pueden escoger: saludos del sacerdote, moniciones al acto penitencial o al Padrenuestro, etc.
Si desde el principio de la Cuaresma aprovechamos los recursos del Ordinario de la Misa y escogemos aquello que puede subrayar más la austeridad y penitencia del tiempo cuaresmal, daremos una unidad a todo este ciclo litúrgico, diferenciándolo de otros tiempos como la Pascua o las sencillas ferias del Tiempo Ordinario.
Tanto para los sacerdotes y diáconos que leen el blog como para los fieles laicos, vendrá bien recorrer algunos textos litúrgicos para ser usados diariamente en la Cuaresma. La repetición de unos mismos textos o fórmulas da un marcado carácter de unidad a un ciclo litúrgico posee una fuerza pedagógica.
Hay una serie de fórmulas en las que domina una idea que debe resonar ampliamente en la liturgia y en la espiritualidad de la Iglesia: la conversión; es tiempo de volver a Dios, de redirigir el corazón a Dios, ajustando la vida al Corazón de Cristo que vence al pecado. El saludo inicial de la Misa, propuesto por el Misal para el tiempo de Cuaresma, parece una exhortación profética en medio del desierto:
Hay una serie de fórmulas en las que domina una idea que debe resonar ampliamente en la liturgia y en la espiritualidad de la Iglesia: la conversión; es tiempo de volver a Dios, de redirigir el corazón a Dios, ajustando la vida al Corazón de Cristo que vence al pecado. El saludo inicial de la Misa, propuesto por el Misal para el tiempo de Cuaresma, parece una exhortación profética en medio del desierto:
"La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión,
esté con vosotros".
La invitación al acto penitencial de la Misa, entre las que ofrece el Misal, podría ser la que más marcado carácter penitente posee, uniendo la conversión y la reconciliación tanto con Dios como con los hermanos:
"Al comenzar esta celebración eucarística,
pidamos a Dios que nos conceda
la conversión de nuestros corazones;
así obtendremos la reconciliación
y se acrecentará nuestra comunión
con Dios y con nuestros hermanos".
Siguiendo esta pauta, es conveniente que todos los días de Cuaresma, incluidos los domingos, la fórmula del acto penitencial sea el "Yo confieso..." y las aclamaciones cantadas "Señor, ten piedad" o el tono más sencillo de canto para el "Kyrie, éléison".
Añadamos como una constante litúrgica para toda la Cuaresma responder los fieles en la Oración universal a cada petición: "Señor, ten piedad" o "Kyrie, éléison".
Los fieles orarán, intercediendo, cantando (o recitando) una y otra vez: "Señor, ten piedad", "Kyrie éléison", a cada petición que les proponga el diácono o lector, siguiendo el modo original de esta Oración universal que es la de ser una letanía.
La preparación de los dones en absoluto silencio, como prevé el Misal, recitando el sacerdote en silencio las fórmulas sobre la patena y el cáliz. ¡Necesitamos tanto del silencio en la Misa! Es preferible el silencio en este momento, incluido los domingos, sin canto (a no ser que haya procesión con la materia eucarística).
Tras la consagración, la aclamación de los fieles (¡nunca del sacerdote ni de los concelebrantes, sino de los fieles!), si se pudiera:
La preparación de los dones en absoluto silencio, como prevé el Misal, recitando el sacerdote en silencio las fórmulas sobre la patena y el cáliz. ¡Necesitamos tanto del silencio en la Misa! Es preferible el silencio en este momento, incluido los domingos, sin canto (a no ser que haya procesión con la materia eucarística).
Tras la consagración, la aclamación de los fieles (¡nunca del sacerdote ni de los concelebrantes, sino de los fieles!), si se pudiera:
V/ Cristo se entregó en nosotros.
R/ Por tu cruz y resurrección
nos has salvado, Señor.
La invitación al Padrenuestro, breve, concisa, una sola frase en el rito romano (estorban esas paráfrasis improvisadas y tan largas) encuentra una fórmula apropiada para la Cuaresma en aquella que recuerda la dimensión de reconciliación del sacramento eucarístico:
"Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,
signo de reconciliación
y vínculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos ha enseñado".
Y la fórmula diaconal para invitar a los fieles al sobrio intercambio del saludo de paz da un valor cuaresmal y reconciliador a este signo tan denostado y puesto en este lugar por san Gregorio Magno; por cierto, siempre se proclama en imperativo, que es el modo verbal para señalar una obligación, y no en presente ("nos damos", "podemos", sino "daos", "podéis):
"En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz,
daos la paz como signo de reconciliación".
La monición diaconal para el signo de la paz subraya bien cómo el beso santo de la paz en la Misa posee un carácter de reconciliación, de pedir perdón y de firme propósito de restablecer lo que está roto, reconciliar lo desunido, pedir perdón a quien hemos dañado, dar nuestro perdón a quienes nos lastimaron a nosotros. El beso santo de la paz en la Cuaresma nos recuerda cómo la vida cristiana está sellada por el perdón, la reconciliación y la misericordia.
En Cuaresma el Misal, en su tercera edición, incluye para cada día la recitación de la oración super populum, la oración sobre el pueblo, antes de la bendición, siguiendo la costumbre antigua del rito romano.
En Cuaresma el Misal, en su tercera edición, incluye para cada día la recitación de la oración super populum, la oración sobre el pueblo, antes de la bendición, siguiendo la costumbre antigua del rito romano.
Un ejemplo de esta oración super populum nos ilustra del sentido cuaresmal que posee el impetrar la bendición de Dios. Ésta se implora por la necesidad que tenemos de la asistencia divina en los combates cuaresmales.
Dice el sacerdote:
El Señor esté con vosotros.R/ Y con tu espíritu.
Inclinaos para recibir la bendición.
(Los fieles se inclinan profundamente, el sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y reza):
"Dirige tu mirada, Señor,
sobre esta familia tuya
por la que nuestro Señor Jesucristo
no dudó en entregarse a los verdugos
y padecer el tormento de la cruz".
La bendición de Dios todopoderoso...
Éstos son los textos apropiados y las fórmulas aconsejadas para todos los días de Cuaresma. Rezarlas e interiorizarlas nos ayudarán espiritualmente en el camino de conversión... porque la liturgia es vida y Espíritu, profunda espiritualidad en sus textos, oraciones y ritos, sin esteticismo.
Al participar en la Misa, y escuchar estas fórmulas con atención interior, participaremos mejor en la espiritualidad cuaresmal y sabremos el porqué de su uso concreto.
y que se cante, que-se-can-teeeee!!! jejejeje. Un abrazo Javier.
ResponderEliminarQue sí, que hay que cantar; que sí, que lo digo siempre, que hay que cantar; que sí, que habrá alguna catequesis sobre canto litúrgico; que sí........... mi pesado amigo.
EliminarDicho lo cual... Mira que he señalado hoy dos elementos: el canto del Kyrie eleison en el acto penitencial, y el canto de la Oración de los fieles, con el "Señor, ten piedad" o "Kyrie eleison".
¿Qué sería la liturgia sin canto?
Un fortísimo abrazo, que ya hacía tiempo que no escribías por aquí.
Por cierto, óscar: lo escrito no puede reflejar bien el tono. Lo anterior es totalmente irónico, en plan de broma, como podrás imaginarte.
EliminarAsí que cantaremos, cantaremos, cantaremos... ¿Sabes lo que alguno que otro dice de mí con sorna? "Es que a Javier le gusta mucho la música". ¡Claro! Canto la Misa, canto las partes propias del sacerdote los domingos, etc.!!!!
Otro abrazo, carissimo
Son perfectas estas formulas de respuesta a la Oración universal y de aclamación después de la consagración así como la intención de propiciar momentos de silencio (nos ha llamado al desierto). La exhortación del sacerdote a los fieles a que se inclinen para recibir la bendición debería, a mi juicio, hacerse extensiva a todo el ciclo litúrgico.
ResponderEliminarLa fuerza pedagógica se intensificaría, sobre todo para "católicos olvidadizos", si inmediatamente antes de la Santa Misa, el sacerdote explicara brevemente, “en tres palabras”, los cambios en las formulas litúrgicas en Cuaresma.
¡Qué Dios les bendiga!
Más que explicar los cambios, que habrá que explicarlos (en homilía, en catequesis, en formación), lo primero es realizarlos y que se den todos los días en Cuaresma. Los fieles tal vez no lo perciban los primeros días, pero poco a poco se darán cuenta de que siempre es la misma fórmula de saludo, o que oran diariamente "Señor, ten piedad" en la Oración universal, etc...
EliminarSeñala vd. que la inclinación para la bendición debe ser todo el tiempo litúrgico. Claro. Cada día hay que recitar la oración sobre el pueblo y antes hay que decir: "Inclinaos para recibir la bendición". ¡Diariamente!
No quiero ser pesimista, don Javier, no lo soy en realidad, pero me remito al ejemplo de Miserere que es espléndido: repetir sin sentido y sin prestar atención es muchas veces el mayor problema de los fieles en la celebración liturgica.
EliminarJulia María, entiendo lo que quiere decir y más que pesimista creo que es realismo. No seré yo precisamente quien niegue la importancia de explicar e introducir la liturgia: ya me conocéis y ese es uno de mis motivos sacerdotales más profundos.
EliminarPero me cuesta creer que escuchar los mismos "Kyries", "Señor ten piedad" en la Oración universal, o el saludo inicial de la Misa, etc., los mismos durante más de un mes, no llame la atención. Tal vez no sepan explicarlo, pero un día tras otro oyendo las mismas fórmulas litúrgicas no creo que pueda pasar desapercibido.
Besos.
Imaginemos que una persona tiene que ir a un partido de fútbol desconociendo las reglas del juego y el entorno que conlleva el deporte. Imaginemos que esta persona, se contente con mirar al césped y repetir lo que su vecino de asiento dice en cada momento. cuando no hay gritos se concentra en los pájaros que vuelan, la ropa de lo jugadores, mira el reloj a ver cuando se acaba.
ResponderEliminarA que sería algo ridículo. A nadie se le pasa por la cabeza que pueda haber alguien que vaya domingo tras domingo a los partidos de fútbol sin enterarse de lo que va todo.
Pues eso mismo nos pasa a muchos católicos cada domingo. Vamos a un sitio en el que repetimos lo que otros hacen, desconocemos qué sentido tiene cara plegaria, signo y el momento adecuado que tiene cada suceso. No es raro que muchas personas dejen de asistir a las misas. Nos falta formación y, lo que es más grave, interés por formarnos en la Liturgia que vivimos cada domingo.
Por eso, mil gracias D. Javier. Su labor en este blog está ayudando a muchas personas a entender el "juego" que tiene delante cada domingo.
Que Dios le bendiga. Un abrazo en el Señor :)
Pues muchas gracias Miserere.
EliminarYa me gustaría a mí que este blog realmente, para todos vosotros como comunidad católica, fuese el descubrimiento de la liturgia como fuente y culmen de la vida de la Iglesia; fuese redescubrir cómo el espíritu cristiano se nos da genuinamente en la liturgia; cómo sus claves internas tienen sentido y marcan e impactan en el hombre. Ya me gustaría que se percibiese en la liturgia sus dimensiones teológicas, espirituales, simbólicas incluso.
Lo intentamos día a día: ¿lo lograremos? Y es que este blog tiene entre sus objetivos uno concreto: la mistagogia de la liturgia, la introducción a la vida litúrgica.
Como vd nos enseña tan bien en sus post, la Liturgia tiene "dimensiones teológicas, espirituales, simbólicas incluso"
EliminarY yo añadiría lo que vd mismo nos ha enseñado en otras ocasiones,
sus dimensiones curativas, sanadoras, terapéuticas y,
teniendo en cuenta que nuestra lucha es contra las potestades del mal,
contra el poder de los demonios.
Pues la Liturgia es exorcismo y victoria contra el mal.
Un abrazo muy fuerte
Ocurre que el Evento Litúrgico rebasa inconmensurablemente todo cuanto vemos y percibimos en la Misa.
EliminarEs la Liturgia un Acontecimiento del Misterio tan grande,
que la parte más grande queda oculta, y vemos solamente como la punta de iceberg.
Por eso, ante el espectáculo limitado de lo que vemos, y el Hecho Central que mantiene a todo el universo herido a la espera de una reordenación ... ante este hecho tan grande,
lo que nosotros percibimos es sólo una pequeña, pequeña parte de lo que ocurre.
Es el Misterio redentor del Gólgota realizándose ante nuestros ojos entre las manos del sacerdote, y entre las paredes del templo, como si presenciáramos a Cristo mismo partir el pan,
Evento que traspasa el tiempo y el espacio y hace confluir hacia su Centro todo lo creado.
Y es que el altar es el mismo Trono de Dios y del Cordero.
De aquí, de este Misterio, procede la sustancia misma del sacerdocio, que eleva al sacerdote por encima de todos los seres creados a un estado superior, donde el poder de Dios se hace presente con toda su absolutidad en un simple ser humano.
Un abrazo y gracias
Alonso, sus afirmaciones son tan redondas, que mejor ni glosarlas para no enturbiarlas.
EliminarSaludos.