jueves, 14 de marzo de 2024

Silencio en la adoración eucarística (Silencio - XXXVII)



La exposición del Santísimo, ya sea breve o prolongada, requiere el silencio que permita adorar, entrar en el misterio insondable de Cristo y rendirle el corazón. La sucesión de plegarias vocales, rosario y preces para dar inmediatamente la bendición eucarística no permite orar un rato en silencio y los documentos de la Iglesia lo corrigen.



            Siempre que se expone el Santísimo Sacramento, debe guardarse un rato amplio de silencio para poder orar, meditar y contemplar al Señor:

            “Durante la exposición todo debe organizarse de manera que los fieles, atentos a la oración, se dediquen a Cristo, el Señor.

            Para alimentar la oración íntima pueden admitirse lecturas de la Sagrada Escritura con homilía o breves exhortaciones que lleven a una mayor estima del misterio eucarístico. Conviene también que los fieles respondan cantando a la palabra de Dios. En momentos oportunos debe guardarse un silencio sagrado” (Inst. Eucharisticum mysterium, 62).


            No sólo en la exposición prolongada, sino también en la exposición breve del Santísimo, el silencio debe permitir la oración personal:

            “Aun las exposiciones breves del Santísimo Sacramento, tenidas según las normas del derecho, deben ordenarse de tal manera que antes de la bendición con el Santísimo Sacramento, según la oportunidad, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la oración en silencio prolongada durante algún tiempo” (Inst. Eucharisticum mysterium, 66).

            Esta normativa de la instrucción Eucharisticum mysterium es recogida al pie de la letra por el Ritual del culto a la Eucaristía fuera de la Misa. Refiriéndose a la exposición breve, repite diciendo:

            “Las exposiciones breves del Santísimo Sacramento deben ordenarse de tal manera que, antes de la bendición con el Santísimo Sacramento, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la oración en silencio prolongada durante algún tiempo” (RCCE 89).

            Lo mismo ocurre al referirse a la exposición prolongada y adoración en las comunidades religiosas y, podríamos añadir, en la adoración perpetua de tantas capillas:

            “…Se las recomienda que organicen esta piadosa costumbre según el espíritu de la sagrada liturgia, de forma que, cuando la adoración ante Cristo, el Señor, se tenga con participación de toda la comunidad, se haga con sagradas lecturas, cánticos y algún tiempo de silencio, para fomentar más eficazmente la vida espiritual de la comunidad” (RCCE 90).

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