sábado, 6 de octubre de 2018

Aprender a amar (1)

La serie de catequesis que abrimos con ese título "aprender a amar", no son terapia psicológica ni nada que se asemeje. Más bien podrían ser "clases prácticas" siguiendo el Corazón de Jesús, es decir, aprender a amar como Él ama.

Es el mismo método, con distinto lenguaje, que empleó santa Teresa de Jesús en Camino de Perfección, aclarando qué es amor y no extrañándose de lo confundidos que podríamos estar llamando amor a otras realidades que, en el fondo, no serían sino egoísmo disfrazado de mil maneras distintas.





            Cuando el amor se confunde con un mero sentimiento, entonces no se sabe lo que es el amor, sino la pasión.

            Cuando el amor se confunde e identifica con la satisfacción personal, física o afectiva, sin tener en cuenta al otro, ni buscar el bien ni la felicidad del otro, eso es egoísmo, no amor.

            Cuando el amor se confunde y sueña con una persona “ideal”, pero sin aceptarla y quererla tal cual es, estamos en un amor romántico, fugaz, pasajero.

            O, simplemente, cuando uno vive pensando sólo en uno mismo, en su propio equilibrio, en su propia felicidad, en su propio bienestar, en ir a su aire, sin comprometerse con nada ni nadie, viviendo según los propios instintos y pasiones, incapaz de sacrificarse, incapaz de acoger con el corazón, incapaz de sufrir con nadie o por nadie, o alegrarse con las alegrías de otro, incapaz de molestarse por nadie o tener detalles, incapaz de expresar lo que hay en el corazón... ¡ése es un egoísta! Sólo piensa en sí mismo... y deberá acudir a la escuela del Evangelio, esa escuela que hallamos en el Corazón de Jesús y en el Sagrario.


            ¡Se puede aprender a amar!
            ¡Se puede vencer el egoísmo, paso a paso!
            ¡Se puede amar, es posible el amor!

            ¿Cuál es su raíz?

-          Que Dios es amor
-          Que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, creados para amar
-          Que Cristo mostró su amor entregando su vida por nosotros
-          Que “Él nos amó primero”
-          Que “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”
-          Y que su Amor sigue dándose para que amemos con Cristo y como Cristo.

            El camino para amar –y para aprender a amar- tiene dificultades, no es un “camino de rosas”.

       El camino está minado de asechanzas: toda convivencia está sujeta al desgaste; el amor, como sentimiento humano que es, no deja de tener su carácter de fugacidad; el paso de la vida aminora el amor. 

Lógicamente nos preguntamos:


-          ¿Qué hacer para que el amor amanezca todas las mañanas con cara nueva?
-          ¿Cómo evitar que el desencanto nos devore cuando conocemos las debilidades, los defectos e imperfecciones del otro?
-          ¿Qué pasos dar para evitar la dominación/dependencia en las relaciones personales?

Empecemos, pues, a trabajar, a trabajarnos.

2 comentarios:

  1. Gracias, gracias, gracias.
    Dios le bendiga en abundancia y la Virgen le guarde siempre

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  2. Que importante es aprender a amar desde el amor de Dios, desde el amor que Dios me ha tenido a mi primero. Hoy en día se dice que te ames desde una autoestima falsa. Poniéndote aquello, comprando lo otro, imitando a tal o cual artista... pero solo amándonos desde su amor, solo experimentando su amor en una verdadera relación personal, podremos llegar a amarnos completamente y por consiguiente amar a los demás, como Él nos ha amado.

    Muchas gracias, Padre Javier, por su profunda enseñanza. Un placer pasar por su espacio. En Cristo.

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