jueves, 16 de mayo de 2024

Tus siete dones - Veni Creator Spiritus!



Tu septiformis munere,
Dextrae Dei tu digitus,
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.



            Tu septiformis munere - Tú derramas sobre nosotros los siete dones

            Enriquece las almas con los siete dones y con sus frutos, capacitándonos así para obrar el bien, la belleza y la verdad, como Cristo, configurándonos con Cristo, hechos semejantes a Cristo.

            Los siete dones del Espíritu Santo perfeccionan nuestro ser y nuestro obrar adaptándolos a los modos divinos de actuar, dándoles connaturalidad con el modo de Dios al actuar. Son, los siete dones, participación en Cristo, el Ungido: espíritu de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Es la “septiforme gracia del Espíritu Santo”, que dice la Tradición en los antiguos textos litúrgicos.


            “El nombre de dones del Espíritu Santo, en el lenguaje teológico y catequético, se reserva a las energías exquisitamente divinas que el Espíritu Santo infunde en el alma para perfeccionamiento de las virtudes sobrenaturales, con el fin de dar al espíritu humano la capacidad de actuar de modo divino” (Juan Pablo II, Audiencia general, 3-abril-1991).



            Además, enriquece las almas con frutos distintos y variados para vivir santamente con Cristo; recordémoslos: “amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí” (Gal 5,25). Por eso pedimos en estos días en el Oficio divino: “Haz que gustemos y valoremos los dones de tu Espíritu, para que nos apartemos de la muerte y alcancemos la vida y la paz” (Laudes Sábado VI Pasc.); “colma nuestra fe de alegría y de paz, para que, con la fuerza del Espíritu Santo, desbordemos de esperanza” (Laudes Lunes VII Pasc.).

            Pero incluso el Espíritu, en la unidad y comunión, embellece la Iglesia suscitando carismas ordinarios y algunos extraordinarios, para el bien común y edificación de la Iglesia, para utilidad de todos, alegrándonos al verlos, dando gracias por ellos, dejándoles espacio cuando la Iglesia los ha reconocido y aprobado. “Envía a la Iglesia el Espíritu de la unidad, para que desaparezcan todas las disensiones, odios y divisiones” (Preces Visp. Jueves VII Pasc.).


Dextrae Dei tu digitus - Dedo de la mano de Dios:

            “Si expulso los demonios con el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11,20), contesta Cristo abiertamente a quienes dudan de Él.



            El dedo de la mano de Dios es el Espíritu Santo. Con Él, Jesús ahuyenta a los demonios, expulsa al Maligno. Con el dedo de la mano de Dios, todo cobra vida nueva. Recordemos el fresco de la creación de Adán en la Capilla Sixtina. Miguel Ángel representa el poder del Padre con el dedo índice que va a tocar el dedo de Adán recostado.

            ¡Espíritu, dedo de la mano de Dios, ven y toca nuestros sentidos, nuestra alma! Recréanos y expulsa nuestro pecado.

CAT 700 El dedo. "Por el dedo de Dios expulso yo [Jesús] los demonios" (Lc 11, 20). Si la Ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra "por el dedo de Dios" (Ex 31, 18), la "carta de Cristo" entregada a los Apóstoles "está escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón" (2 Co 3, 3). El himno Veni Creator invoca al Espíritu Santo como dextrae Dei Tu digitus ("dedo de la diestra del Padre").

No hay comentarios:

Publicar un comentario