jueves, 30 de mayo de 2024

Silencio en el rezo del rosario (Silencio - XLI)



El rosario es una oración que une lo vocal, lo meditativo y lo contemplativo, si se reza con sus pausas y contemplando los distintos misterios, evitando la precipitación. También el silencio es un elemento del mismo rosario, como explicaba Juan Pablo II:



“La escucha y la meditación se alimentan del silencio. Es conveniente que, después de enunciar el misterio y proclamar la Palabra, esperemos unos momentos antes de iniciar la oración vocal, para fijar la atención sobre el misterio meditado. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica de la contemplación y la meditación. Uno de los límites de una sociedad tan condicionada por la tecnología y los medios de comunicación social es que el silencio se hace cada vez más difícil. Así como en la Liturgia se recomienda que haya momentos de silencio, en el rezo del Rosario es también oportuno hacer una breve pausa después de escuchar la Palabra de Dios, concentrando el espíritu en el contenido de un determinado misterio” (Juan Pablo II, Rosarium virginis Mariae, 31).


            Lo recordará también el papa Benedicto XVI:

            “El rosario es escuela de contemplación y silencio. A primera vista podría parecer una oración que acumula palabras, y por tanto difícilmente conciliable con el silencio que se recomienda oportunamente para la meditación y la contemplación. En realidad, esta cadenciosa repetición del avemaría no turba el silencio interior, sino que lo requiere y lo alimenta… Así, al rezar las avemarías es necesario poner atención para que nuestras voces no “cubran” la de Dios, la cual siempre habla a través del silencio, como el “susurro de una brisa suave” (1R 19,12). ¡Qué importante es, entonces, cuidar este silencio lleno de Dios, tanto en el rezo personal como en el comunitario!” (Benedicto XVI, Aloc. en el Rosario, Pompeya, 19-octubre-2008).





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