En el Ritual de la Penitencia se hallan
las celebraciones penitenciales, estructuradas a modo de celebraciones de la Palabra de Dios que
disponen a la penitencia interior y a la contrición.
Así,
no sólo en la celebración del sacramento en la forma B, sino las mismas
celebraciones penitenciales, o celebraciones de la Palabra de Dios con tono
penitencial, el silencio es un elemento más de la liturgia que envuelve las
lecturas de la Palabra
de Dios para orar personalmente y poder meditar pausadamente:
“Es conveniente que después del rito
inicial (canto, salutación y oración) se proclamen una o más lecturas
–intercalando cantos o salmos, o momentos de silencio- y que en la homilía se
expliquen y apliquen a los fieles reunidos… Después de la homilía y la
meditación de la palabra de Dios, es conveniente que la asamblea de los fieles
ore formando un solo corazón y una sola voz, mediante alguna plegaria titánica
u otro medio apto para favorecer la participación de los fieles…” (RP 36).
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