¿Cuáles son las implicaciones de todo sacramento?
¿Cuál es su fuerza?
¿A dónde nos lleva cada sacramento?
"Así ocurre con el sacramento. No hay necesidad alguna de saber reflexionar, de encontrar expresiones adecuadas, de sentir emociones en consonancia con el acontecimiento que tiene lugar al celebrarse. Lo decía muy bien el catecismo, con su aguda capacidad de síntesis, cuando dejaba claro, por ejemplo, que para acercarse a comulgar es necesario "saber y pensar a quien se va a recibir", esto es, ser conscientes del significado que tiene su Presencia Grande. Por eso, uno puede llevar a cabo ese gesto partiendo de un estado de ánimo lleno de resentimento, exasperado, con el corazón frío y la mente bloqueada. Pero lo que cuenta es el libre "ir a" llevándonos como petición a nosotros mismos, lo que cuenta es la presencia de uno ante Cristo, consciente, tornándose petición...
El contenido operativo de esos gestos misteriosos que son los sacramentos, po rmedio de los cuales se nos comunica en profundidad un nuevo ser en el seno de la Iglesia, no podemos percibirlo experimentalmente nosotros. Del sacramento sólo vemos el gesto que realizamos. Por consiguiente, si tuviéramos que confiar en la manifestación de nuestros sentimientos para poder vivir a través de ellos la relación con Cristo, estaríamos a merced de nuestra fluctuación emotiva. Mientras que el signo sacramental está sólidamente anclado en su fisonomía objetiva, y a ella conduce la Iglesia la atención del hombre. Así, a la Presencia Grande que se comunica con el hombre, éste le responde con su libre presencia que pide una vida nueva. Es la forma de oración más adecuada a la disposición de nuestra naturaleza humana, la más sencilla dada su objetividad.
Efectivamente, ¡cuánta humanidad demuestra poseer ya el acontecimiento de Cristo! ¡Cuánto se manifiesta ya la victoria de Cristo! Acercarse a recibir los sacramentos es, ante todo, afirmar con nuestra presencia mendicante la gloria de Cristo. Esta fórmula indica el bien que se deriva para la humanidad en la historia de la muerte y resurrección de Cristo, como anticipo de la gloria final, de la felicidad final. Una afirmación que nos recuerda la frase del Evangelio, tantas veces citada, con la que Jesús promete a quien le siga "el ciento por uno aquí", una abundante medida de vida: "gloria".
Y nos recuerda la frase de Pablo que hemos citado también muchas veces: "Ya comáis, ya bebáis, o cualquier otra cosa que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios" (1Co 10, 31). La conciencia del cristiano está marcada así: en todo hay gloria de Dios, en todo está Cristo presente para el hombre, y el hombre presente ante Cristo. Es un tipo de conciencia que ninguna otra experiencia religiosa ha brindado jamás; ninguna otra ha podido pretender que la conciencia toque la consistencia, no ya de un gesto o un momento determinado, sino de todos los gestos y todos los momentos, y que por consiguiente deba presidir todos los actos de cada día. Eso es lo que implica el sacramento".
(L. Giussani, Por qué la Iglesia, tomo 2. El signo eficaz de lo divino en la historia, Encuentro, Madrid 1993, pp. 108-109).
Acercanos a los sacramentos hacer posible la comunicación con Dios. Sin sacramentos, el ser humano no puede desarrollar una parte importante de su naturaleza, que es la trascendencia. La trascendencia es comunicación e interrelación. Sin los sacramentos, Dios se vuelve un dios lejano e indiferente con nosotros.
ResponderEliminarEstupendo texto. Lo recojo para leerlo a mis hijos recién confirmados.
Felices vacaciones, D. Javier :D
"Que el individuo se acerque a los sacramentos no es una cuestión de pietismo; es la participación de un hombre con su historia en el plan de Dios"
ResponderEliminarOjalá siempre tengamos esto en cuenta al celebrar los sacramentos, desde los más frecuentes a aquellos que recibimos una vez en la vida.
" saber y pensar a quien se va a recibir " sea cual sea el estado de ánimo etc . Muy importante en estos tiempos en que la capacidad racional la hemos sustituido por la emotividad.
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Maria M.
En general, mantengo algunas discrepancias con don Giussani. Me toca hoy ser una voz parcialmente discrepante. De acuerdo: no se trata de emociones, no es pietismo sino participación en el plan de Dios, el signo sacramental está anclado en su fisonomía objetiva.
ResponderEliminarRespecto al texto y dejando a salvo que no conozco en su integridad el documento en el que se incardina. En primer lugar, dice “no hay necesidad alguna de saber reflexionar” pues, si “es necesario saber y pensar a quien se va a recibir" y “ser conscientes”, este saber, pensar, consciencia, es: reflexionar. En los sacramentos nos acercamos a Cristo; sus contemporáneos se acercaban con diversas intenciones. Para mí la pregunta del millón: ¿Se produce un verdadero encuentro? Por su parte, sin duda. Y ¿por la nuestra? Los sacramentos obran ex opere operato pero los frutos de los sacramentos dependen también de la disposición del que lo recibe.
Por otra parte, la afirmación relativa a acudir a recibir un sacramento lleno de resentimiento… “porque lo que cuenta es el libre ‘ir a’… tornándose petición”, tiene una complicada conexión con los sacramentos del bautismo de adultos, la penitencia y la eucaristía, así como con el Evangelio de san Mateo: “deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano”. En consecuencia, creo que este párrafo precisa una explicación.
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EliminarLa gloria de Cristo no me parece “ante todo” afirmar nuestra presencia mendicante sino una conversión verdadera, quizá sin prisa pero seguro que sin pausa. Los sacramentos, obras maestras de Dios, están ordenados a la santificación de los hombres; no significan la gracia sino que la producen pues todo lo que decía y hacía Cristo en su vida terrena tenía un sentido de salvación. Isaías dice que Dios nos creó para su gloria. En este contexto, junto a otros versos, puede decirse que la gloria de Dios puede ser vista a través del hombre santificado. ¿Para qué existo? Para dar gloria a Dios, para ser imagen y semejanza suya, para ser santo.
ResponderEliminarPárrafos similares al último han traído muchos problemas en la Iglesia contemporánea. Ese “todo” del texto puede mostrar o no la gloria de Dios. De acuerdo con San Pablo: “todo para gloria de Dios”, pero la expresión: “en todo está Cristo presente para el hombre y el hombre presente ante Cristo” precisa explicación a fin de no ser malentendida. Si pretende expresar que la recepción del sacramento si es bien recibido conduce a la santificación y, por tanto, a ser, ver y actuar como Cristo, en presencia de Cristo y para Cristo, nada que oponer.
En oración ¡Qué Dios les bendiga!
Me da por pensar que tal vez el riesgo más grande de los Sacramentos es recibirlos y que no actúen. Supongo que a eso es a lo que el texto llama pietismo. Porque si es así, limitamos los Sacramentos a recibirlos.
ResponderEliminarSigo rezando. DIOS les bendiga.
Bueno, no quiero decir exactamente que los Sacramentos no actúen, sino que no los dejemos actuar, que actuar, actúan, pero a veces, nosotros mismos, somos unos estorbos a la acción de la Gracia de los Sacramentos. Sigo rezando.
EliminarPadre, a veces, tomarse unas vacaciones de ordenador también es provechoso. En cualquier caso, espero que lo del pc, no le abrume. Que siga con su descanso, que bien merecido se lo tiene. DIOS le bendiga.
Llevo una semana sin ordenador. En cuanto pueda iré respondiendo a los comentarios.
ResponderEliminarGracias.