viernes, 9 de septiembre de 2011

¿Y por qué nos quiere Dios? ¿Ha visto algo en nosotros?

En ocasiones, los esquemas de las religiones se infiltran en nuestra mentalidad casi sin darnos cuenta. Más aún, si lo mezclamos con el moralismo reinante, hablando de "valores". Esto nos influye hasta el punto de vivir muchas veces con una angustia que no sabemos expresar: tenemos que ser buenos para que Dios nos quiera, porque si no nos puede castigar o nos puede rechazar. Se disparan los niveles de exigencia personal, se vive con un cierto terror a Dios.

Pero es que el proceso es, justamente, al contrario. Dios nos ama porque Él es Amor y al amarnos nos va transformando en buenos y virtuosos. Su Amor es transformador, su Amor es absolutamente gratuito. Ya no se trata de que nos ame porque somos buenos (¡que no lo somos!), sino porque Él es Bueno, el único Bueno. Ser amados por Dios responde a la gratuidad de Dios, no a nuestros méritos.

Escribía Ratzinger en "Ser cristiano":

"Él no nos ama porque seamos particularmente buenos, particularmente virtuosos, particularmente meritorios, porque seamos de algún modo útiles o necesarios para él. Nos ama, no porque seamos nosotros buenos, sino porque él es bueno. Nos ama aunque no tengamos nada que ofrecerle; nos ama aunque nuestro vestido sean los harapos del hijo perdido, que no lleva consigo nada digno de ser amado".

¡Cómo cambia todo entonces!

La pregunta moral para el cristiano ya no es qué tengo que hacer, sino quién tengo que ser. Se abre entonces el panorama de la libertad y del amor en respuesta a Jesucristo y a su seguimiento, el conocimiento interno del Señor, mi respuesta de amor a Cristo que va transformando la vida, haciéndola buena, verdadera, bella. 

La vocación es el amor, la respuesta la adhesión a un Amor mayor; la moral, el resultado del Amor de Cristo en mí, un amor que es incondicional.

Porque Él es Bueno me ama, no porque yo sea Bueno y tenga miedo de Dios.

19 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Los que hemos sufrido una mala educación religiosa hasta que no nos encontramos con Jesús que salió a buscarnos no pudimos librarnos de semejante losa que nos aplastaba dada nuestra miseria, fragilidad, imperfección y mucha inconstancia en deber hacer. Descubrir que sabiendo, sintiendo, conociendo que somos amados en misericordia lográbamos aquello que parecía imposible ha cambiado radicalmente nuestras vidas. Los conversos gustamos serlo toda la vida, hacemos de nuestra peregrinación una conversión alegre que estalla en amor hacia toda la creación, amor que pone en fuga al mismo Diablo. Las visitas al Santísimo son un manantial de vida y luz para los malos como yo al ver como Él comparte su mesa conmigo paso incondicionalmente a ser Pedro ó Zaqueo y en todos encuentro a Cristo redentor que vino a sanarnos a los malati.Un abrazo.

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  2. NIP tiene toda la razón. Si en cualquier momento nos sentimos convertidos, es que precisamente no lo estamos. La transformacion de nuestra naturaleza es un proceso continuo donde las voluntades de Dios y el ser humano trabajan al juntas para que el milagro de la santidad tenga lugar.

    Cuanto nos queda por andar en el camino de ser cristianos de verdad.

    Que Dios les bendiga :)

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  3. Es curioso de qué manera únicamente en la precariedad estamos en posibilidad de tomar conciencia de cuanto somos amados. Esto significa para mi dos cosas:

    - Que -efectivamente- somos criaturas en situación precaria.
    - Que lo somos para reconocer a Dios.

    Gracias, un abrazo.

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  4. ¿Quién tengo que ser?. Esa es,a mi juicio, la pregunta fundamental que me lleva siempre al Apocalipsis: "...le daré también una piedrecilla blanca, y, grabado en la piedrecilla, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe"; antiguamente los ricos en sus grandes fiestas repartían a sus invitados piedras blancas en las que estaba escrito un nombre determinado, el del invitado.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  5. Es mucho más sencillo. El Ser y el Amor son indivisos en Dios. Si no nos quisiera Dios su mismo Ser Amor sería contradictorio. Nos ama porque es el Amor y somos parte de su Amor, de su acto creador bueno, es más, somos parte de la plenitud de su creación y donde ésta toma conciencia de sí misma. No seríamos, no estaríamos aquí si no nos hubiera amado. Y de Su Amor hemos sido llamados a ser en Él. Por eso nuestra vocación, nuestra plenitud es reconocerlo, vivirlo y seguir dejándonos hacer por Él haciendo lo que Él diga.

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  6. Una hermosa y profunda entrada.
    Aquí enuncia vd verdades importantes, desconocidas para la inmensa mayoría de los católicos. Habla vd de la primacía de la Gracia.

    Si somos buenos, es porque Dios nos ama. Si somos santos, es porque Dios nos santifica. Lo nuestro es decir fiat, como la esclava del Señor. Dejar hacer al Señor. No impedírselo. No hacer estéril la acción sobrenatural.

    Ciertamente, es el Señor quien transforma nuestra vida. Y esa transformación no se produce sino por gracia. Nosotros hemos ser dúctiles a ella, pues la gracia nos santifica.

    Que tu Gracia nos transforme, Señor.

    Porque la santificación es un proceso donde la Gracia es la causa principal, y la libertad humana es la causa secundaria y subordinada y no por autonomía, sino por obediencia y ductilidad.

    ""«Es Dios el que obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito» (Flp 2,13)

    La gracia divina es eficaz por sí misma, no por la cooperación de la libertad humana. La santidad no es la suma de la voluntad divina más la voluntad humana, sino la acción de la gracia sobrenatural en el alma humana, que no la rechaza, sino colabora subordinadamente. la santidad no es una suma de la obra de Dios+la obra del hombre, sino la obra de Dios en el ser humano que se hace, como María, esclavo del Señor, y dice: "hágase en mí según tu palabra". No decimos "hacemos", "hagamos", sino "haz tú en mí", Señor, lo que tú quieras.

    Un abrazo

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  7. El Magisterio lo enseña con palabras impresionantes:

    ""«es la sustancia de la verdad católica, esto es, que Dios con la eficacia de su gracia nos hace obrar, y hace que nosotros pasemos de no querer a querer, y dobla y cambia las voluntades de los hombres» para afirmarlas en las obras buenas salvíficas (Denz. 1997).

    Dios activa nuestra libertad, somos libres por gracia, es la gracia la que activa nuestra libertad, y no nuestra libertad la que activa la gracia.

    un abrazo

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  8. La Misericordia del Corazón de Jesús es infinita. ¡Qué gran consuelo para nosotros pecadores! Si Él me ama, ya puede odiarme el mundo y el infierno juntos, que no me inmuto, porque Su Amor y Su Perdón me son vida y gozo para siempre.
    Un saludo cordial.
    :)

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  9. ¡Que puedo ya decir, después de estas magníficos
    comentarios!
    Dios no ha visto nada bueno en mi; pero El ES AMOR, es mi PADRE, mi ESPOSO, y me quiere con locura.
    Mi vida es un pensamiento de su amor..... En el Bautismo me hice hija suya.¿Que quiere un padre, madre, de sus hijos? Que vivan su misma vida, cerca de ellos. Estar cerca, en el Señor, es la
    santidad....
    Acaso puede una Madre olvidarse del hijo de sus entrañas. Pues aunque ella llegue a olvidarse Yo no.
    Míralo, en las palmas de mis manos te tengo
    tatuada, tus muros están en mi Presencia (Isaias
    capitulo 49)
    Es para volverse loca de amor.......
    Dios les bendiga.

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  10. Comento algo por encima:

    NIP y Miserere:

    Los conversos tienen una capacidad de asombro y admiración ante todo y lo disfrutan mucho más que quienes hemos estado en la Casa desde siempre. Lo valoran más, lo gozan más. Ojalá nos contagien a todos.

    mariCruz:

    a lo que dice, "significa para mi dos cosas:

    - Que -efectivamente- somos criaturas en situación precaria.
    - Que lo somos para reconocer a Dios", hay que añadir otra clave más: así se acrecienta el deseo y la memoria de la necesidad de Cristo.

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  11. Julia María:

    No sabía esa costumbre y me ilumina mucho el sentido del Apocalipsis. Sí, nuestro nombre es único ante Dios, señal de su inmenso y personalísimo amor.

    Anónimo:

    Su comentario necesitaría alguna matización:

    "Nos ama porque es el Amor y somos parte de su Amor, de su acto creador bueno, es más, somos parte de la plenitud de su creación y donde ésta toma conciencia de sí misma"; es un principio hegeliano en el fondo lo que Vd. plantea. Como parte de esa Síntesis de lo divino parece como si nos tuviera que amar y añade que somos parte de la plenitud de su creación pero esto no se puede entender ni en el sentido de algo obligatorio para Dios -nos ama porque quiere- ni a nosotros nos necesita en nada para su perfección y santidad infinitas. En ese sentido es ambitugo decir que "somos parte de su Amor" porque si nos saliéramos de su Amor Dios estaría incompleto, lo cual no puede ser.

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  12. Alonso:

    Una aportación muy sólida sobre gracia y libertad, necesaria en los tiempos que corren para clarificarnos todos.

    Felicitas y Marián:

    El Amor de Dios no sólo por su grandeza e inmensidad, sino por su absoluta gratuidad, su ser Don, es maravilloso. Lástima que a veces el alma esté dormida, no sienta la herida de su dulce cauterio.

    A todos, pax +

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  13. Vengo de una familia de agricultores y ahora estamos en plena época de recolecta...entre vid y vid a uno le da mucho tiempo que pensar, y justo esta tarde me estaba haciendo esta pregunta, ¿ Qué es lo que tengo yo para que Él me quiera? Y aquí está la respuesta, la providencia del Señor.

    a veces no lo valoramos, le damos la espalda, la pereza nos puede para estar un ratito con Él, los deseos del cuerpo...cualquier excusa es buena para quitarle algo de tiempo al Señor. siempre que nos pasa algo que no nos gusta, dejamos de verlo¡Qué ciegos estamos! No darnos cuenta de que nada ni nadie nos va a dar el amor que nos da él, nadie me hace sentirme su ojito derecho de la forma que lo hace Él.

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  14. Carolina:

    ¡Qué cosa más linda nos acabas de decir! ¡Qué hermoso testimonio y experiencia!

    Gracias.

    Un beso

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  15. Su entrada me movió muchos sentimientos.
    Experimentar el Amor de Dios, hace que uno quiera vivir solo para agradecer y amar ese Amor.
    Gracias!!
    DTB!!

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  16. El comentario de Maricruz me hace reflexionar y enlazar sus palabras con el episodio evangélico del joven rico. Quien se siente lleno por si mismo y por lo material ¿Puede acercarse a Dios sin dejar de lado todo lo que le llena en apariencia? Eso de negarse a si mismo cobra especial importancia en el camino de nuestra conversión.

    Que Dios les bendiga :)

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  17. Javier, con todos los respetos, su matización filosófica (hegeliana, como usted la ha visto, ¡qué barbaridad! pues si no lo es en la intención ni en la forma, ¡cómo iba a serlo en el fondo!) acerca de mi "expresión poética" sobre nuestra pertenencia a Dios Amor como parte de su mismo Amor, me hace gracia, lo siento. Pienso cuando una madre o un esposo dicen a su hijo o pareja: "cariño mío" o "mi amor", y por ello no están para nada filosofando, ¿o sí?, y tampoco le quitan ni ponen a su ser amoroso nada, a lo más alegría, más satisfacción y por tanto más plenitud. Ya dice Jesús que hay más alegría por un solo pecador que se convierte, entonces si ya la tienen toda, ¿por qué dice que habría más alegría? ¿Y qué decir del padre amoroso que corre al encuentro del hijo perdido que creía muerto, y que para él celebra una gran fiesta? ¿Al padre no le faltaba nada o estaba igual antes y después de verle? ¿Y el ejemplo del Buen Pastor? ¿Dios no nos necesita para ser más feliz? ¿Dios no sufre cuando no le amamos y nos alejamos de Él? En fin, en fin, entiendo que estudiando mucho y viviendo menos la realidad amorosa desde dentro de una relación particular (conyugal, matrimonial, familiar y paternal o maternal -no sólo de forma espiritual-) se confundan o tengan menos claras las cosas o se deriven hacia la filosofía, hacia el Dios de los filósofos que al de un Padre que es también como una madre, la mejor, ¿o no? (hay salmos del AT y palabras de Jesús, Su Hijo unigénito y predilecto, que así nos lo muestran.

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  18. Estimado anónimo,
    con las palabras que escribimos ocurre que son lo que son y dicen lo que dicen, independientemente de la intención del que las escribe.

    Su comentario necesitaba ciertamente una matización. Porque la importancia de las palabras en el cristianismo es máxima, y es nuestro deber confrontar nuestras palabras con la Palabra eterna.
    De lo contrario, no significan bien lo que deben significar para ser signos de la Verdad divina.

    Todos hemos de estar siempre atentos a corregir humilde y agradecidamente lo que haga falta para que el lenguaje de nuestra fe sea perfecto.

    Ciertamente, como el autor del blog le ha dicho con acierto, decir que "somos parte de su Amor" implicaría que Dios está obligado a amarnos para no contradecirse. A esta conclusión llega usted mismo cuando dice previamente:

    "Si no nos quisiera Dios su mismo Ser Amor sería contradictorio"

    Sin embargo, el amor de Dios es gratuito, inmerecido para nosotros, un regalo por misericordia, pues Dios nada nos debe y nada merecemos por nosotros mismos.

    Si fuéramos parte de Dios, no necesitaríamos de la gracia sobrenatural para participar de Él.

    (Ni siquiera la Gracia es parte de Dios, sino participación accidental (que puede perderse, en concreto por el pecado) comunicada por Dios (luego no es nuestra, sino que nos es dada), y otorgada como un don (es decir, un regalo, no algo que se nos debe para no contradecirse))

    Y es que no somos parte suya, sino que estamos hechos a su imagen y semejanza. No es lo mismo la persona retratada que el cuadro que la retrata. Así, somos imagen, cuadro de Dios, pero no somos Dios ni parte suya, y somos imagen de Dios haciéndonos imagen de su Hijo por la gracia.


    Nadie duda de su buena intención. Todos hemos de agradecer que nos orienten y maticen, para que nuestra palabra sea clara y perfecta.

    Un saludo muy cordial

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  19. Las palabras tienen un sentido figurado y alegórico, nunca estricto, literal ni exacto. Hay que ser un poco más flexible, pues ni la misma Palabra es muchas veces como dicen sus supuestos eruditos. Muchas veces nos aproximamos pero no podemos comunicar toda su esencia y riqueza. El único que lo hizo perfectísimamente fue su viva Encarnación: Jesucristo. La importancia de las palabras en el cristianismo será máxima pero siempre quedarán supeditadas a la perfección de la Palabra, y habrán de seguir su método en cuanto a su anuncio. ¿Cómo se manifestó Jesucristo, de modo literal, filosófico, o muy humano y cercano? Por nuestra parte el lenguaje de la fe nunca será perfecto del todo, se aproximará muchísimo si se quiere pero sólo se dará en la visión beatífica, algo que seguramente nos dejará sin palabras. Siguen sin aceptar el sentido que dí a mi expresión poética, siguen con la Filosofía y la Teología como vías exclusivas hacia Dios para comprender Su Amor, y que por cierto, dicho sea de paso, no desconozco como quizá puedan pensarse. Que Dios es Amor, ¿no lo aceptan? pues viene en las Sagradas Escrituras. Que seamos suyos, de Dios, no implica que no sea Su Amor gratuito e inmerecido, ¿dije yo eso?¿dije que merecemos Su Amor? Yo sí me siento parte de Dios, porque soy hijo suyo, eso sí por adopción, como espero se consideren ustedes también. En ese sentido, como dije ya antes, soy y somos parte suya. Allá ustedes, pues se lo pierden. Por cierto, este blog trata sobre el corazón eucarístico de Jesús,¡qué maravilla! ¡les felicito por la claridad y perfección con la que quieren expresarse delante del Amor de los amores! Por mi parte, prefiero quedarme con manifestarle la pesadumbre de mis oscuridades desde mi imperfección, confiando en Su Gracia, Perdón y Misericordia, esperando la obra de su cristificación en mí, es decir que sea uno con y en Él (sí uno, de Él, de su propiedad) como Él lo es con el Padre. No de forma individualista, por supuesto, porque tengo bien presente que es Padre de todos. Un saludo.

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