jueves, 15 de septiembre de 2011

El miedo ante el apostolado

¡Cuántas veces el Señor dirá a sus profetas: "No les tengas miedo"! Jesucristo anunciaba que llevarían a los tribunales a sus discípulos pero que el Espíritu hablaría por sus bocas.

    El miedo irracional, tal vez timidez, tal vez pánico frente a algo nuevo, tal vez cobardía, es tentación del Maligno acomodándose a la psicología de cada uno, al punto débil de cada persona. Potencia con la imaginación aquello que en cada cual está débil y enfermo para lograr generar imágenes que nos detengan.

Frente al apostolado, el miedo pretende paralizarnos (todo miedo paraliza como sistema de defensa) y dejarnos en la cómoda instalación, en los brazos cruzados, en los ajos y cebollas de Egipto en vez de la arriesgada libertad del Mar Rojo y del desierto. El miedo hace olvidar que el Señor despliega su brazo poderoso en favor de los elegidos y les da el Espíritu de fortaleza.

El testimonio cotidiano parece fútil e incapaz de mejorar las personas y condiciones que lo rodean. La tentación del desánimo y del cansancio es más fuerte en el testimonio que en la predicación y en las acciones organizadas de caridad y justicia, pues estas últimas suelen recibir crédito y reconocimiento. El testimonio, en cambio, por su misma naturaleza es demasiado poco espectacular y cotidiano como para suscitar -salvo casos particulares- reconocimiento explícito .


 El miedo nos ciega y no nos deja ver la Providencia del Señor. El miedo nos puede impulsar incluso a negar a Jesús antes de que el gallo cante tres veces. O a callar cuando realmente podríamos hablar. O ver fantasmas y gigantes cuando apenas son pequeños molinos de viento.

    El miedo al qué dirán, al fracaso, a la burla, a la crítica o la persecución, el miedo a no se sabe bien qué realidad. El temor no viene de Dios. "El amor expulsa el temor" (1Jn 4,18), y el amor de Dios es el único que puede llenar el corazón y rechazar todo temor. Sentirse lleno del Espíritu que impulsa a la acción apostólica, poner en manos del Padre todos los temores que Él los destruirá y protegerá a sus enviados.


La oración serena el alma ante la imaginación. Se suplica el Espíritu Santo con sus dones y frutos. Es necesario rezar suavemente para afrontar los miedos. Luego realizar un ejercicio de confrontación con la realidad, examinando los miedos para enfrentarse a ellos y quitarles su "irrealidad". Por último... ¡abandonarse a la Providencia!

15 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Tengo que manejar bien los tiempos a semejanza del sembrador y saber que es precisamente él, sol y lluvia, quien hace crecer y que sus ángeles cosecharán los frutos si los hay por la tierra del que escucha o mira y no por la semilla puesta que es del granero de Dios. Conviene partirse alguna vez la cara para quitar los peores miedos sin dejar de rezar suavemente, con mucha calma chicha interior.Un abrazo.

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  2. El miedo al apostolado puede provenir de valorar nuestras escasas capacidades frente a la inmensa tarea a realizar. También puede provenir de una falta de razones o de los afectos necesarios.

    El apostolado requiere personas formadas, piadosas y activas. La pregunta es si estas personas nacen o se hacer. Supongo que en parte se nace y en parte nos hacemos.

    Hay una iniciativa muy interesante que es catholic voices (voces católicas) dentro de esta iniciativa se busca formar a personas normales para dar testimonio sólido desde los medios: http://catholicvoices.org.es/

    El futuro puede hacer que este tipo de experiencias se lleven a las catequesis de adultos, ya que, aparte de conocer, cada vez es más necesario saber comunicar lo que sabemos.

    Que Dios le bendiga D. Javier. Un abrazo en Cristo a todos. Unidos en oración :)

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  3. Vaya jugadas que nos gasta el enemigo. (Es muy bueno conocerlas para poder desenmascararlo):

    El miedo irracional, tal vez timidez, tal vez pánico frente a algo nuevo, tal vez cobardía, es tentación del Maligno acomodándose a la psicología de cada uno, al punto débil de cada persona. Potencia con la imaginación aquello que en cada cual está débil y enfermo...

    La catequesis de hoy me ha hecho respirar hondo.
    La suscribo de cabo a rabo.
    Y ante los miedos que nos paralizan, acudir a la oración para oir cómo nos dice aquello de "Animo, no temais". Incluso a María se lo dijo el angel en la Anunciación. Cuánto más necesitamos oirlo nosotros.

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  4. El papa Juan Pablo II nos dijo que los hiladores del ser humano son la esperanza y el miedo, y que la vida humana es una apuesta a ver si hila más una u otro.

    He leído la catequesis de Edith Stein que me recomendó ¡Bellísima!

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  5. ¿cuales son esas catequesis de Esith Stein?

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  6. A veces tenemos temor a no se sabe qué, en lugar de tener vergüenza al pecado que es lo único que nos separa y aleja de Dios. Deberíamos no tener ideas equivocadas de Él, pero las tenemos sin darnos cuenta. Quizás sea falta de formación o de no saber quién es realmente nuestro Padre que nos mima y nos quiere con todas nuestra debilidades.

    Feliz día para todos.

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  7. Anónimo:

    Es la catequesis del 14 de septiembre de 2009; el enlace es:


    http://corazoneucaristicodejesus.blogspot.com/2009/09/salve-cruz-unica-esperanza-nuestra.html

    Sí le rogaría que en lugar de "Anónimo" firmase siempre el comentario aunque sea con un pseudónimo. Es más fácil para dirigirnos al hablar entre nosotros.

    Gracias!!

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  8. Sólo por Amor sobrenatural, venceré el temor, cualquier temor. Ande yo pues bien embebido en el Amor del Señor, tanto, tanto, que ya nada pueda echarme atrás.

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  10. Cuando Dios nos elige para una misión concreta, un apostolado...es normal que surja el miedo, ¡Señor yo no estoy preparado, yo no sirvo!.
    Si nos dejamos vencer por estos pensamientos, acomodando, el enemigo está triunfando.
    Tenemos que tener en cuenta que no somos nosotros, es Jesucristo a Través de nosotros, el que va a actuar.No tenemos que tener miedo.
    Otro peligro del apostolado es la entrega desenfrenada... no dejando lugar a la oración...
    La oración nos tiene que llevar al apostolado...
    Sabemos que cualquier apostolado, exige mucho
    tiempo... Mas aun si tenemos varios.
    Todo esto nos debe llevar a un discernimiento
    y dejarnos conducir por el Espíritu.
    No a todos nos pide Dios lo mismo.
    Tenemos grandes santos que han tenido un apostolado dejándose la vida, y a la vez, una
    unión mística profunda.
    Lo importante es hacer la voluntad de Dios, amando y actuando con Jesús, desde El.
    ¡Señor soy tu pobre siervo manda lo que quieras!
    Dios les bendiga!!!

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  11. Querido amigo y padre D. Javier,
    como enseña su entrada, efectivamente el miedo viene del Maligno. Existe un miedo tenebroso que es malo, muy malo, y viene de la carne y es falsamente prudente,

    y un temor que es bueno, muy bueno, y procede de Dios como un regalo de sabiduría, y viene del Espíritu y es valiente y osado y verdaderamente prudente.

    El temor malo es suscitado por el Maligno para paralizarnos en lo que más odia: el apostolado humilde y obediente de la Gracia y la Verdad, que es lo que nos trajo el Santo Señor Jesús (Juan 1, 17)

    Ese miedo malo es retratado de forma impresionante, literariamente, por Tolkien en "El Señor de los anillos", cuando describe el paralizante temor carnal de los humanos ante la arrolladora y descarada potencia de las fuerzas del mal, representada por ese inmenso ejército de pseudohumanos orcos de Sauron.

    Es necesaria la llegada de Gandalf, que representa el auxilio de lo sobrenatural, para que el miedo se disipe y sobrevenga el heroísmo de la fe, el triunfo de ese fuego santamente castrense del soldado de Cristo, el fuego de la Vida participada del ardiente Corazón de Jesús, horno de caridad y abismo de todas las virtudes (como rezamos en sus letanías),

    fuego deificante y triunfante que arde sacramentalmente en los corazones de los hombres cuando creen en la victoria de la Gracia.

    Hemos de convencernos pues de que, como vd enseña en este profundo post, el alma del apostolado no somos nosotros con cuanto hagamos, programemos, objetivemos y valoremos, sino Cristo el Señor.
    Lo decisivo es el poder de Cristo a través nuestra, de forma que en nosotros se cumpla la Escritura:

    "4 El arco de los valientes se ha quebrado,
    y a los cobardes los ciñes de valor" (1 Sam 2,4)

    Pues el apostolado no es conquista humana, sino una gracia eclesial y un don "social" (De Lubac!) que recibimos del Cuerpo de Cristo (Rm 1, 5)

    Un abrazo en el amado Señor Jesús, bendito sea su nombre por los siglos de los siglos

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  12. Amigos:

    Se ve que todos estamos ya en nuestros lugares habituales y la participación se incrementa con comentarios sabrosos, ricos, variados.

    Miserere apunta: para el apostolado hacen falta "personas formadas, piadosas y activas". Lógicamente no nacen así, aunque haya cierta inclinación y capacidad, sino que "se hacen". El proceso formativo es imprescindible y urgente. Este blog quiere responder a eso.

    Aprendiz:

    Es verdad, las jugadas del Enemigo son muchas y sutiles y por eso hay que conocer su juego.

    Me alegro de que le haya animado y espero que impulsado también.

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  13. Felicitas:

    bien traída la cita; el amor perfecto expulsa el temor y lo que nos falta muchísimas veces para lanzarnos al apostolado es una experiencia más fuerte y berdadera del amor de Cristo.

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  14. Marián añade un punto más, que hemos de sumar a lo que decía Felicitas: junto a una gran experiencia del amor de Cristo, el apostolado será posible, real, luminoso, cuando va acompasado, es decir, cuando a la vez se da una vida intensa de oración, de contemplación.

    Tal vez, aunque sea tarde, tendría que subrayar que al hablar aquí, en la catequesis, de "apostolado", no me refiero sin más al testimonio de vida, ni al apostolado personal uno a uno, sino a insertarse -¡o a crear si hace falta!- en las formas de apostolado de nuestras parroquias y diócesis, como personas disponibles a colaborar en la viña del Señor (cáritas, catequesis de todos los niveles, enfermos, liturgia, archivo, secretaría, medios de comunicación, etc.).

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  15. Alonso Gracián remata los comentarios con una aportación extensa y variada. Ni me atrevo a glosarla para no desfigurarla: quede tal como está y enriquezca a todos.

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