viernes, 23 de septiembre de 2011

Bendición de los catequistas - "Misa de envío"

Es frecuente en estos días de inicios de curso celebrar de alguna manera el “envío de los catequistas”, visibilizando el mandato explícito de enseñar la fe de la Iglesia en nombre de la Iglesia, y suplicar, asimismo, la gracia de Dios para la tarea catequizadora.  
 
¿Cómo se realiza la bendición de los catequistas y su envío? Ya lo trajimos aquí hace un par de años, pero es bueno recordarlo. La creatividad para estas celebraciones a veces resulta tan alarmante como empobrecedora y sería fácilmente resulta si acudimos al Bendicional, lo consultamos, y vemos la variedad de Bendiciones que ofrece para personas, y en ese marco, para los distintos ministerios y circunstancias de la vida parroquial.
 
El Bendicional ofrece el texto litúrgico para este envío de catequistas. Las preces y la Bendición contienen, por aquello de lex orandi, lex credendi, la descripción de qué es la catequesis y qué es un catequista con conciencia eclesial.

“El rito de bendición de las personas que en una Iglesia local son destinadas a impartir la catequesis puede realizarse o en una adecuada celebración de la palabra o en la celebración de la Eucaristía, como se indica más adelante” (Bend., n. 365).

Después del Evangelio se pronuncia la homilía (y el Credo si es domingo). “Sigue la plegaria común, en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa, o en la forma aquí propuesta; esta oración, el celebrante la concluye con la fórmula de bendición, a no ser que se crea más oportuno emplear esta fórmula al final de la Misa, como una oración sobre el pueblo” (Bend., n. 379).

¿Qué pedimos a Dios en la oración por los catequistas? ¿Qué espera la Iglesia que sean?

“Dios quiere que todos los hombres se salven. Invoquémoslo, pues, diciendo:
R/. Atrae hacia ti a todos los hombres, Señor.

-Haz que todo el mundo conozca que tú, Padre, eres el único Dios verdadero y que Jesucristo, tu Hijo, es tu enviado.

-Manda obreros a tu mies, para que tu Nombre sea glorificado en todas las naciones.

-Tú que enviaste a los discípulos a proclamar el Evangelio, ayúdanos a propagar la victoria de la cruz de Cristo.

-Haz que seamos dóciles a la predicación de los apóstoles y sumisos a la verdad de nuestra fe.

-Tú que nos llamas hoy a tu servicio en favor de nuestros hermanos, haz que seamos ministros de tu verdad.

-Guarda a los ministros de tu santa Iglesia, para que, al enseñar a los demás, seamos hallados fieles en tu servicio.

-Que la gracia del Espíritu Santo dirija nuestros corazones y nuestros labios, para que permanezcamos siempre en tu amor y en tu alabanza” (Bend., n. 379).

Entonces el celebrante, con las manos extendidas, dice la oración:

“Señor, con tu bendición + paternal,
robustece la decisión de estos servidores tuyos,
que desean dedicarse a la catequesis;
haz que lo que aprendan meditando tu palabra
y profundizando en la doctrina de la Iglesia
se esfuercen por comunicarlo a sus hermanos
y así, junto con ellos, te sirvan con alegría.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén” (Bend., n. 380).

Y todo prosigue como de costumbre.




El rito posee una noble sencillez; una bendición es siempre un envío en la Iglesia. Sobra leer un "manifiesto", o sumarle gestos añadidos, como la entrega de objetos (biblia, cruz, etc.). La bendición es envío y promesa del Señor de capacitar y asistir con su gracia.

¡Qué importante es el ministerio de la catequesis!

Por eso de un catequista se espera, a tenor de estos textos litúrgicos:

-que aprenda meditando, es decir, interiorizando para superar la mera transmisión de ideas;

-que medite la Palabra, pues la familiaridad con las Escrituras es conocimiento de Cristo;

-que profundicen en la doctrina de la Iglesia, ya que son enviados por la Iglesia como transmisores, y no pueden ignorarla, modificarla o imponer sus opiniones; tampoco es la catequesis el lugar de una educación "en valores", con el lenguaje de hoy, sino de enseñanza de la fe católica para la vida;

-que lo comuniquen a sus hermanos: y de aquí se deriva que comunicar es transmitir algo que uno ya tiene; el catequista es el primero en vivir la fe católica, la inserción eclesial, la liturgia eclesial y los sacramentos, la oración personal;

-y sirvan con alegría al Señor junto con los catequizandos.

5 comentarios:

  1. Que bonita es la labor del catequista y que poco se valora. Que Dios bendiga a todos los que se dedican a ello y les ilumine en su labor.


    Seguimos unidos en oración :)

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  2. Buenos días don Javier. Acierta con sabiduría al hablar de noble sencillez de la bendición, así sigue siendo la eucaristía el centro de todo. Lo de "educar en valores"...ummmme tienen frito, mejor no entro al trapo.Un abrazo.

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  3. Me encantaría ser catequista y poder contar con montones de hijos espirituales.

    Feliz fin de semana para todos.

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  4. A mí tambien Capuchino (:-)

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  5. Yo estuve tres años en la escuela de catequistas en Granada. Después el Obispo nos impuso una insignia y nos envió en nombre de la Iglesia.
    He tenido niños, jóvenes, que consultaban conmigo, que caminábamos el camino de la fe.
    ¡Una experiencia preciosa!
    Doy gracias a Dios por Su Providencia.
    ¡Feliz fin de semana.

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