viernes, 28 de junio de 2024

La conmixtio (Ritos y gestos - X)



            Surge en la Iglesia romana, con el uso del fermentum: una partícula que el Papa separaba en los días festivos y enviaba a los obispos suburbicarios y sacerdotes titulares de la Urbe, que la depositaban en el cáliz como signo de unión, según declara el papa Inocencio I. San Ireneo cita este uso en una carta dirigida al papa Víctor; recuerda cómo en tiempos anteriores varios Papas, desde san Aniceto hasta san Sixto, mantenían relaciones de comunión con otras Iglesias con praxis distintas. Y conmemora el uso de la Iglesia de Roma de enviar la sagrada Eucaristía a otras comunidades cristianas como señal de caridad y unión.



           Esta costumbre la imitaron los obispos con sus sacerdotes en el uso latino. Duró mucho en la Iglesia de Occidente. Pero cuando el fermentum ya no se enviaba, se pasó al uso de la conmixtio: el sacerdote separaba un trozo de la hostia y la depositaba en el cáliz con una oración.

            Con la conmixtio se quiso significar la unidad de las especies consagradas, no como cosas muertas o separables, sino formando una sola cosa, el cuerpo vivo y glorioso de Cristo, preludiando el misterio de la resurrección. Esta conmixtio de origen teológico nació en Oriente y la comenta Teodoro de Mopsuestia sobre el año 400.

            Esta conmixtio tuvo auge en las liturgias orientales y occidentales, y la realizó también la liturgia papal, de modo que se suplió al antiguo fermentum (aunque se realizaba en el mismo momento y consistía en lo mismo, dejar caer un trozo del Pan consagrado dentro del cáliz).


            Siendo un rito inmediato a la PaxDomini, más la alusión del Agnus Dei “danos la paz”, expresa también, como primitivamente, la comunión y unidad de las Iglesias diseminadas en la única Iglesia de Cristo con una única Eucaristía.

            El rito de la conmixtio se explica en la IGMR: “El sacerdote parte el pan e introduce una parte de la Hostia en el cáliz para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra de la redención, a saber, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso” (IGMR 83), “En seguida el sacerdote toma la Hostia, la parte sobre la patena, y deja caer una partícula en el cáliz, diciendo en secreto: El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo unidos en este cáliz. Mientras tanto, se canta o se dice por el coro el Cordero de Dios” (IGMR 155).

            El rito va acompañado por unas palabras en secreto: “El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna”.



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