miércoles, 25 de junio de 2014

Medida y ejemplo, los santos (Palabras sobre la santidad - IV)

La santidad, a la cual todos estamos llamados en virtud de nuestro bautismo, encuentra un modelo claro en los santos. Ellos revelan que la santidad es realmente posible, que la santidad se puede encarnar en existencias concretas, con sus peculiaridades y dificultades, sus formas de ser y carácter, sus contradicciones y luchas.


Canonizar a alguien significa que la Iglesia reconoce la santidad en la vida de alguien y lo propone a todos como "canon", "norma", "medida", digna de ser no sólo admirada sino también imitada.

Los santos, especialmente los canonizados, se convierten en un referente para nosotros, un señal y signo claro de cómo vivir el Evangelio en las diferentes vocaciones. Sus reacciones, sus iniciativas, sus apostolados, su forma de orar y de amar, su respuesta concreta al amor de Cristo, se convierten para nosotros en sugerencias para vivir.

Ellos son modelo y ejemplo: al conocer sus vidas hallamos enseñanzas preciosas para santificarnos; al leer sus escritos, vemos los procesos de sus almas, la acción de Dios, la doctrina avalada por la vida que se vuelve enseñanza útil.

La vida cristiana se confronta con la vida de los santos como con un espejo. En unos santos, su conversión impacta a quienes vacilan; en otros, la sencillez y discreción contrastando con la vanagloria en la que vivimos; en aquel, la unión con Dios a pesar de las persecuciones e incomprensiones dentro de la misma Iglesia; otro santo, por su amor real a los enfermos y el cuidado que de ellos tenía, ilumina el modo de acercanos a servir nosotros a los enfermos; un santo vive en pleno abandono de Dios y en oscuridad por largo tiempo, sin sentir luz ni fervor, pero siendo fiel a Cristo, y así contrasta los modos en que vivimos los períodos de desolación o aridez. 

Los santos son modelo y ejemplo, es decir, medidas de vida cristiana para nosotros, porque, a su vez, aprendieron a vivir de la medida de Cristo y del Evangelio, empequeñeciéndose para pasar por la puerta estrecha.

"Contemplando estas figuras comprendemos lo que significa 'adorar' y lo que quiere decir vivir a medida del niño de Belén, a medida de Jesucristo y de Dios mismo" (Benedicto XVI, Disc. en la Vigilia a los jóvenes, Colonia-Alemania, 20-agosto-2005).

Por medio de los santos, de sus vidas -leídas, estudiadas-, recibimos infinidad de lecciones concretas y prácticas. Han sido constituidos en norma de vida cristiana y es bueno acercarse a ellos con esta perspectiva y con este deseo.

3 comentarios:

  1. Los santos nos remiten al cumplimiento de la voluntad de Dios; animados por cumplir la voluntad divina, muchos de ellos dieron un giro total al rumbo de sus vidas. Son un ejemplo de fidelidad y conversión a Cristo y son, también, señal de que los lazos que unen a los católicos, la comunión de los santos, no los rompe la muerte.

    “Un gran deseo de ser santo, es el primer peldaño para llegar a serlo; y al deseo se ha de unir una firme resolución”, una frase de mi patrón profesional y personal san Alfonso María de Ligorio.

    Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme (de las antífonas de Laudes).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me acaban de llegar los dos libros, sus dos libros.

      Eliminar
    2. Julia María:

      Me alegro por los dos libros...

      Y me alegro de que le guste la entrada. Para mí la santidad es el monotema de mis predicación, es mi obsesión y mi deseo.

      Estas entradas tituladas "Palabras sobre la santidad" -hay más de 100- son el proyecto de un libro que alguna vez intentaré publicar, porque estoy convencido de que la santidad lo es todo, y sin ella, nada vale la pena.

      Eliminar