domingo, 6 de octubre de 2013

La materia traspasada por el Espíritu

La resurrección del Señor da inicio a un movimiento de transformación de todas las cosas. Su Espíritu Santo, que vivificó la carne muerta de Jesús en el sepulcro, resucitándola, renueva y renovará el universo entero. Entonces la materia será traspasada por el Espíritu Santo, dicho técnicamente, "materia pneumatizada".


El primer momento, grandioso, en que la materia fue traspasada por el Espíritu Santo y convertida en algo espiritual, pneumático, fue el Cuerpo glorificado de nuestro Señor.

El segundo momento, grandioso a la par que humilde, es la santísima Eucaristía, en la cual el Espíritu Santo transforma la materia del pan y del vino y la llena de Sí para convertirlas en Cristo mismo. entonces la Eucaristía es comida y bebida espiritual, el Cuerpo y la Sangre del Señor espirituales, es decir, no de modo subjetivo o intimista, simbólico, sino "espiritual" en sentido real, propio del Espíritu Santo.

"Ni la resurrección corporal ni la ascensión son una desencarnación, sino la transformación de toda la forma humana, espíritu y cuerpo, en la forma de existencia pneumática. El pneuma divino es la fuerza de esta transformación y el que, a su vez, procura que el descenso irrepetible del Verbo se repita cada vez bajo el signo sacramental" (VON BALTHASAR, Teodramática, vol. 2, Las personas del drama: el hombre en Dios, Madrid 1992, p. 384).

Avancemos más de la mano de Von Balthasar con su peculiar lenguaje, a veces, difícil.

La Resurrección de Cristo revela cómo la persona es cuerpo y alma, y por tanto, la carnalidad, nuestro ser corporal, es llamado a la vida y a la transformación que obra Dios, traspasando la materia, el cuerpo, con el Espíritu Santo.

"Un alma descarnada no es un ser humano, y la reencarnación no nos podría redimir jamás de vernos arrojados a la muerte. Ahora bien, esa esperanza descabellada, si se tiene en cuenta la corrupción y el sepulcro, esa esperanza que contradice a toda esperanza, se halla íntimamente relacionada con un hecho: la resurrección de Cristo, sin la cual es 'vana' toda esperanza cristiana (1Co 15,14)" (Meditaciones sobre el credo apostólico, Sígueme, Salamanca 1991, p. 81).

Entonces, como último término de todo el obrar salvífico de Dios, recapitulando todo en Cristo, será la aparición de los cielos nuevos y la tierra nueva, que se realizarán siguiendo la misma dinámica: la materia creada, toda ella, será traspasada por el Espíritu Santo.

"La Escritura habla de un 'nuevo cielo y una nueva tierra' (Ap 21,1). Pero éstos no serán una creación distinta, una segunda creación, sino la transformación -obra de Dios- de su única y sola creación. No sólo resucitará el hombre, que es algo así como el resultado, la suma del mundo de la creación, sino que también ese mundo, que es su presupuesto, en cierto sentido su árbol genealógico, insta desde dentro hacia la consumación.

La Carta a los romanos lo dice expresamente: la creación entera sufre dolores de parto, suspira y anhela la redención, quiere liberarse 'de la servidumbre de la corrupción', de la 'futilidad' y 'caducidad', y tiene para ello la mirada puesta en la 'gloriosa libertad de los hijos de Dios' que poseen ya 'las primicias, el Espíritu Santo': a partir del hombre comienza la resurrección y arrastra consigo la resurrección del mundo. Se trata expresamente de 'la redención de nuestro cuerpo' (Rm 8,23); la materialidad de la naturaleza no se volatizará en el espíritu, sino que recibirá una forma nueva que escape ya a la corrupción. Dios crea únicamente un solo mundo. El hombre echó a perder la obra del Creador; el Hijo ha redimido por medio de su cruz la vieja creación; el Espíritu Santo la ha santificado. Este único mundo bastará para Dios en la eternidad; y a nosotros, a quienes él ha creado, redimido, santificado, nos bastará ese Dios" (Id., pp. 84-85).

Sí. Creemos en la resurrección de Cristo; creemos en el Espíritu Santo, en la resurrección de la carne y en la vida eterna.


10 comentarios:

  1. Sí, creo.

    Es electrizante: la creación entera anhela la redención y tiene para ello la mirada puesta en la gloriosa libertad de los hijos de Dios porque el cristianismo no es desencarnación sino transformación, llamada a la vida.

    “La resurrección del Señor… transformación de todas las cosas... la santísima Eucaristía…”. San Pablo, al dirigirse a los romanos, nos exhorta a un mismo sentir en Cristo Jesús: Si hemos sido justificados por Cristo, llevemos una vida digna de Él. Una apreciación personal convertida en humilde sugerencia. Es urgente la predicación, la enseñanza, sobre la sagrada Eucaristía. Los signos externos evidencian la necesidad; las explicaciones y justificaciones en torno a la “importancia” de lo interno sobre lo externo han sido y son tan repetidas como poco convincentes, e inaplicables.

    "... recapitulando todo en Cristo..." El lema con el que comienza el pontificado de san Pío X: Instaurare Omnia in Christo, instaurar todas las cosas en Cristo. Siguiéndole, colaboramos a ello.

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!º

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    1. Julia María:

      Recapitular, es decir, que todo tenga a Cristo como Cabeza, como centro, y así todo lo vivifique.

      El Instaurare omnia in Christo viene de la carta a los Efesios, con una visión grandiosa de todo: "recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra". Aquí es donde entra la nueva creación que es ésta misma pero traspasada por el Espíritu del Señor resucitado.

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  2. Un post electrificante. Muchas gracias. Nos espera un futuro lleno de Vida y Gozo en el Señor.

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    1. FElicitas:

      Es un futuro precioso... ¡¡la esperanza nos sostiene!! mientras la creación entera a fecha de hoy gime con dolores de parto.

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  3. Buenos días don Javier:
    El gran milagro ¿Sucede entonces en la epíclesis?
    Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      Si atendemos a la materia y forma, en lenguaje escolástico, la transubstanciación se realiza por las palabras de la consagración... pero ésta se realiza por el poder del Espíritu Santo. Luego no es tan fácil separar la epíclesis de las palabras sacramentales: todo forma un conjunto para que se realiza esa admirable conversión de las especies eucarísticas.

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  4. La materia traspasada por el Espíritu. Parece que el Espíritu tiene algunas dificultades en traspasar la materia aquí. No porque no pueda, sino porque pide permiso y nosotros estamos en otras cosas. En fin, como siempre digo, ¡¡¡Ya está tardando!!!, y claro nosotros también. Alabado sea DIOS. Muchas gracias, Padre. Sigo rezando. DIOS nos bendiga.

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    1. Antonio Sebastián:

      Ya la está traspasando. Nos diviniza, se nos da en los Sacramentos, nos unge y sella para Dios en la Confirmación, se nos da como alimento y bebida espiritual al comulgar el Cuerpo y Sangre del Señor.

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  5. Esa transformación de todas las cosas, esa forma de traspasar el cuerpo, que pienso equivale a “pasar adentro” (¿otros lugares la llaman deificación?), no a “pasar de largo”, ¿será en el futuro, digamos, toda la materia (cosas y hombres) en un momento determinado?, o ¿se puede considerar que las resurrecciones parciales son ya pasos en ese sentido, aunque transitorios porque no son definitivos?
    Diría, por ejemplo, que una planta maltrecha, con cuidados determinados, vuelve a la vida aún más bella que antes (pero más adelante morirá, claro); en la salud del hombre esto es meridiano; en el espíritu humano, las obras de la gracia santificante transforman y liberan de forma que se podría decir que recrean las personas. Siempre queda la debilidad capaz de estropear el plan de Dios, desde luego.
    Pero esa intervención divina en el ahora, ¿es parte de la “apoteosis” que tendrá lugar al final del tiempo? O ¿no habrá tal apoteosis, sino que la obra de Dios será “simplemente” una recapitulación grandiosa e increíble, en la que verle y tenerle sea TODO para todos, felicidad de todo lo criado?

    ¡Qué maravilla la VIDA del Espíritu en el hombre!
    Por otra parte, ¡qué responsabilidad, si creemos en estas realidades!

    -Disculpen mi ignorancia.

    Oramos unidos.

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    1. SIL:

      Sí, ese proceso es la deificación o divinización, concepto tan usado por los Padres griegos.

      Todo comienza aquí pero todo quedará transformado en el Último Día, en la Venida gloriosa del Señor.

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