La fe, peculiar luz sobrenatural al entendimiento y al corazón, nos permite ver más allá de la realidad palpable o, si lo preferimos, nos hace desentrañar el sentido más hondo de la realidad, superando las apariencias. Descubre en todo una meta última, superior, más elevada: ningún campo de la realidad es ajeno a la luz de la fe.
La enfermedad y, en general, toda situación de dolor o sufrimiento moral o psíquico, reclama ser leída e intepretada por la fe para poderla asumirla con una paz serena. Suele ser el crisol de la fe, la prueba de madurez que humaniza y eleva al hombre, desprendiéndolo de sí. Detrás de todo, siempre, las manos de Dios, su providencia y el orden sobrenatural de una historia de la salvación que no palpamos inmediatamente, pero que se va escribiendo con nosotros.
Cuando la fe es una certeza en el corazón y en la inteligencia, superando el sentimiento, las situaciones de enfermedad y sufrimiento se viven de manera distinta, más humana a la par que más espiritual, hallando un valor a esas situaciones. Es entonces la fe, cuando es viva, la que permite asumir sin rebeldías tales situaciones y habiéndolas asumido, ofrecerlas en orden a la redención. Se ofrecen y el enfermo, el que sufre, se introduce en el torrente de vida de la Comunión de los santos. La fe adquiere así madurez, consistencia, robustez. La fe educa así en el orden sobrenatural, en el ofrecimiento, en el valor redentor de la Cruz cuando se deposita sobre nuestros hombros.
Este lenguaje, en apariencia nada grato, nos permitirá vivir más libres y afrontar las situaciones que se presenten como verdaderos creyentes en Cristo, hombres y mujeres de fe. Poco se catequiza sobre la enfermedad y el sufrimiento, pocas veces se habla de ellos porque es "un lenguaje duro". Sin embargo hemos de estar preparados para la prueba, hemos de entenderla, hemos de renovar la fe.
Sirvan las palabras de Pablo VI a los enfermos "Voluntarios del sufrimiento" para dejarnos evangelizar a fondo hoy.
"Queridos enfermos nuestros, doblemente hermanos, por la caridad que debemos a todos y por vuestro título particular que nos obliga a estimaros más que a los demás participantes en el misterio de la cruz y de la redención; queridos hijos, el dolor os otorga una dignidad que os granjea las preferencias de nuestra caridad, de nuestro afecto, de nuestra comunión; apreciadísimos tesoros de la santa Iglesia, a la que vosotros aportáis el beneficio de vuestro ejemplo paciente y de vuestra piedad, a la que vosotros consoláis con el don de vuestros sufrimientos, y a la que edificáis con vuestra unión a Cristo crucificado; queridos compañeros de viaje en el duro camino hacia el cielo, y no con paso y quedo por vuestra invalidez física, sino ligero y ejemplar por el sendero empinado y áspero que conduce hasta el cielo. Os saludamos a todos y os bendecimos en el nombre del Señor como Él os bendice.
Os debemos unas palabras densas y originales, sugeridas por la penetrante reflexión del cristiano al considerar el dolor humano, especialmente si el dolor, como en vuestro caso, no es rechazado como absurdo enemigo de vuestra vida, sino que de forma extraña es aceptado heroicamente como factor de perfeccionamiento moral y como valor de significado místico. Llamándoos "voluntarios del Sufrimiento" conocéis ya estas palabras y las vivís; nos sentimos, por tanto, dispensados de expresar todo lo que vosotros ofrecéis sobre este tema a la consideración de cuantos os visitan y os asisten, cosa que estamos por lo menos obligados a recordar, aunque no sea fácil.
"Voluntarios del Sufrimiento" es una expresión fecunda y significativa. Creemos que es conclusión de una larga meditación, no fácil para cualquiera, sobre el valor positivo del dolor cristiano. ¿Hemos de recordaros el parentesco que crea el dolor cristiano entre el paciente y el Cordero de Dios, Jesucristo, que precisamente mediante el dolor, ¡y qué dolor el de su Pasión!, "borró los pecados del mundo" (Jn 1,29), y que asocia al paciente a ese misterioso complemento que, como dice el apóstol, "falta a los sufrimientos de Cristo" (Cf. Col 1,24)?
Ciertamente vosotros habréis recorrido este camino de la cruz muchas veces (hemos escuchado los cantos de vuestra plegaria de ayer tarde en la plaza de San Pedro); y sabéis la profundidad de esta asociación a Cristo mediante la aceptación y la sublimación del sufrimiento. No os decimos nada de la riqueza ascética que encierra y descubre a las almas valerosas, que hacen de él ejercicio de fortaleza moral, de dominio de sí, de expiación de sus culpas. Tampoco os hablamos de la belleza que un alma desposada de Cristo en las bodas de su pasión puede ganar mediante el ardor y la transparencia del amor forjado en el fuego del dolor fuerte y silencioso; nada diremos de la sabiduría que se le concede a quien sufre sabiendo una cosa que la ciencia humana difícilmente puede captar: que no es inútil el sufrimiento y que no es una degradación, sino un estado de vida exaltado e inmolado en el sacrificio, en la ofrenda de sí mismo para los secretos, dolorosos, pero siempre buenos y fecundos designios de la voluntad divina.
Vosotros conocéis ya estas humildes pero luminosas verdades; sólo nos resta exhortaros a perseverar en vuestro ejercicio de paciencia y oración y a hacer de vuestros corazones doloridos, física y moralmente, silenciosos santuarios de oración y de bondad.
Es tan grande el valor que reconocemos a estas condiciones de debilidad física, transformada en eficacia espiritual, que pensamos Nos mismos aprovecharnos de ella, pidiéndoos, hijos e hijas del dolor cristiano, que nos hagáis partícipes de vuestros méritos para que el Señor nos haga menos indignos de lo que somos del servicio que Él nos ha confiado, y para que las grandes necesidades de la Iglesia y del mundo, objeto continuo de nuestras plegarias e intenciones, estén también presentes en vuestras intenciones y obtengan el prodigioso sufragio del sacrificio orante de vuestros dolores santificados. Os podéis imaginar cómo pesan sobre nuestro corazón las revoluciones, las luchas, las guerras, los odios, los litigios que turban en estos momentos la paz del mundo y la hacen hoy más difícil, como dando a entender que no se la desea sinceramente.
Pedid, "Voluntarios del Sufrimiento", por la paz, por la verdadera paz en la sinceridad, en la justicia, en la libertad y en la hermandad.
Vosotros quizás podáis conseguir lo que no pueden los poderosos y sabios del mundo. Ofreced luego al Señor vuestros sufrimeintos por la Iglesia; son muchas las energías buenas y nuevas que la hacen resurgir y rejuvenecer, pero son demasiadas las inquietudes que la asaltan y la turban, pedid para que nuestro corazón no se aflija a veces profundamente y espere del Señor lo que tantos hijos de la Iglesia parecen rechazar de esta madre y maestra de nuestra salvación; nos referimos al sentido de la adhesión a la verdad que ella guarda y nos enseña, y a la filial alegría de seguir sus preceptos y consejos; la fe y la obediencia han de revivir en muchos hijos de la Iglesia, aunque ellos a veces se crean ingeniosos hiriéndolas y olvidando los sacrosantos y vitales compromisos que a ellas nos ligan y los ejemplos que aguardan los hermanos cristianos separados de nosotros para acercarse confiados a la gozosa y única comunión querida por Cristo.
"Voluntarios del Sufrimiento", ved cómo ampliamos los horizontes de vuestra perspectiva de generosidad; no nos neguéis el regalo precioso de vuestra oración y sacrificio; lo atesoraremos ante el Señor, y estamos seguros de que vosotros seréis los primeros en obtener mérito y recompensa".
(Pablo VI, Disc. a los Voluntarios del Sufrimiento, 26-mayo-1968).
Cum laude!!! Nunc et quotidie coepi.
ResponderEliminarSaludos y oraciones.
SIL:
EliminarGracias por el "cum laude" (ya recibió uno académico, jejejeje).
Y puesto que escribe con frases latinas, a mi vez le contesto: Duc in altum!!
Sí, cada día, duc in altum!!!
In nomine Domine!!!!
... Y esperamos el segundo, adelante!!! (jijiji)
EliminarY gracias por sus "verba".
El diálogo D. Javier/ Julia María, desde el corazón, es un regalo espiritual. Ahora intentar seguir el camino muy pegados a El con los pies en la tierral.
D'accord, toujours d'accord avec vous!
Gracias por sus palabras. Don Javier es un padre y amigo que me escucha con benevolencia.
EliminarLe digo lo mismo que a María Auxiliadora ¿por qué no se anima a participar cuando se abra un diálogo?
Julia María:
Eliminar¡Se me pasaba responderle este comentario!
¿"Padre y amigo" que "escucha con benevolencia"?
¡Qué va!, no se crea... Impaciente, exigente, perfeccionista y mil cosas más.....
Pero ¡cualquiera se atreve con vd.! Seguro que gana todas las demandas ante un tribunal. Yo no me atrevo con vos, señora mía (jejeje)
En esta sociedad hedonista que a cualquer cosa llama amor. La actitud ante el sufrimiento del creyente, puede ser la más eficaz forma de evangelización. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga
ResponderEliminarAntonio Sebastián:
EliminarLa fe ilumina el sufrimiento y el dolor, sin duda alguna. La catequesis pretende a quienes estén sanos, concienciernos, educarnos, para cuando llegue el momento; a quienes estén enfermos, reanimarlos -un suplemento de alma, que diría Pablo VI- para vivir la enfermedad y el dolor de otro modo.
Un enfermo que vive así y ofrece así, es un gran evangelizador. Y puede ser también un testigo ante los que le rodeen.
Dije: - Dios, me duele -. Y Dios dijo: - Lo sé -. Dije: - Dios mío, he llorado tanto...-. Dios dijo: - Para eso te di lágrimas -. Dije: - Dios mío, estoy tan deprimida...-. Dios dijo: - Por eso te di el brillo del sol -. Dije: - Dios mío, la vida es dura -. Dios dijo: - Por eso te di seres queridos -. Dije: - Dios mío, duele -. Dios me dijo: - Lo sé. Estoy contigo, no te separes de mí -.
ResponderEliminarAndré Frossard dijo que el origen del dolor y del mal “son la piedra en la que tropiezan todas las sabidurías y todas las religiones”. El cristiano, como cualquier otro hombre, al experimentar el dolor desgarrador, se pregunta, al menos en el primer momento: “Por qué, Señor” y, en su dolor, experimenta su radical soledad.
Nuestra fe es esponsal, como lo era la fe del pueblo hebreo: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la dicha y en la adversidad, hasta aquí como en todo matrimonio; la entrega total en la muerte solo en el desposorio divino. Todo se lo entregamos y todo para que se cumpla su plan que no es otro que la Redención. ¿Por qué razón no íbamos a entregarle el dolor que conlleva vivir? De eso sabemos los que sufrimos enfermedades dolorosas crónicas.
Mi corazón se resiste; creo que ya lo dije una vez, a la asimilación que se suele hacer entre el dolor humano y el dolor de Jesús en su Pasión. No entiendo ese paralelismo pues el dolor que sufre Jesús y el dolor al que se refiere Pablo tienen una causa fundida con finalidad: la Redención, el Evangelio. Asimilar su causa-finalidad con nuestras causas (naturales o provocadas) y nuestro ofrecimiento me duele como si, con esa asimilación, rebajásemos la causa-finalidad de Jesús.
En oración con santa Teresa, Vuestra soy, para Vos nací ¿Qué mandáis hacer de mí?... Dadme muerte, dadme vida. Dad salud o enfermedad...
¡Qué Dios les bendiga!
Corrección de errata: después de "mi corazón se resiste" corresponde una coma y no un punto y coma.
EliminarJulia María:
EliminarPartiendo de nuestra común afinidad, gozo infinitamente cuando puedo disentir de vd. Sí, ya lo sé, soy malo malísimo, pero me encanta poder disentir con vos, aunque luego vd. me gane.
Es patrimonio común en la espiritualidad, y recuerdo ahora a santa Teresa en Camino de perfección, unir y entender el propio dolor mirando a Cristo en Getsemaní. Su dolor sería inmenso comparado con lo que nosotros vivimos como vd. apunta, pero sin duda, nuestros pequeños dolores comparados con el de Cristo, reciben luz y consuelo y sentido si entramos en el Misterio de Getsemaní.
Diría incluso que hasta los sfurimientos espirituales y las oscuridades y las desolaciones interiores se alivian mirando a Jesús llorando en el Huerto de los Olivos.
Probablamente son enfoques distintos los que vd. y yo planteamos.
Ja,ja, ha elegido vd. un mal lugar para disentir o señalar enfoques distintos: el Huerto de los olivos, que podríamos considerar como mi lugar preferido (con las matizaciones que requeriría esta preferencia con referencia al Calvario y María Magdalena).
ResponderEliminarImagínese: Jueves Santo en procesión en noche cerrada y con lluvia y, más tarde, desde la terraza de la habitación del hotel situado en lo alto con vista directa al Huerto. Cuando sea rica me compraré un estudio en Jerusalén mirando al Huerto. Vale, no tenga envidia, le invitaré.
Pero ¿cómo no hubiera vivido una hija del Carmelo el Huerto con santa Teresa. Llevo el Carmelo en las venas por herencia de mi madre.
¡Le gané! Risas, nada mal ahora que vuelvo de trabajar.
Buenas noches.
Señora letrada:
EliminarCon tal de ganarme, ya veo que hace vd. lo imposible.
ACepto la invitación a ese estudio en el Huerto de los Olivos.
Pero yo también he recibido las primeras nociones de todo lo interior por medio de santa Teresa.
Así que no me gana... empatamos... jejejejejejeej
d'accord.
EliminarVaya, como se aprende leyendo estos ¿diálogos? no sé como llamarles. Me encantan. Me acerco para decirle que me han hecho bien estas linea de la entrada de hoy. Comienzo a darme cuenta de lo que El Señor quiere sanar?, enderezar?fortalecer? Un abrazo a todos.
ResponderEliminarExactamente, diálogo, conversación, que no deja de serlo por escrita y virtual. Como todo buen diálogo en este salón parroquial virtual no es cerrado ¿por qué no se anima a participar cuando se abra un diálogo? Sería un lujo, para mí, su participación; aquí “El Charco” no nos separa. No la olvidamos en nuestras oraciones.
EliminarMe alegran sus palabras (“Me encantan”), por la parte que me toca en este caso, pues a veces puedo temer ser “pesada”.
Con gusto participo, me encanta esta Parroquia. Tendré que estudiar y formarme mucho más, mis conocimientos no llegan a mucho, pero estoy dispuesta desde mi sencillez a dar mi parecer. Gracias por las oraciones, las necesito, "la loca de la casa "está inquieta y necesito sosegarme. Gracias nuevamente. De pesada nada, sonrío con lo de " señora letrada, sra juez, etc. Abrazos
ResponderEliminarUn ingrediente fundamental de un blog es el diálogo. Ojalá intervengan muchos, ojalá muchos comentarios den lugar a varias líneas de diálogo.
EliminarPero... ¡animaos a escribir! Que no decaiga esto.
María Auxiliadora:
La "señora letrada" doña Julia María es hábil y sagaz. Yo la aprecio. Pero nos encantan a ambos matizar el uno al otro... sacarle punta a todo... Lo hacemos con amistad y humor.
Si este "diálogo" cordialísimo le ha hecho sonreír, lo damos por bien empleado.
Además: Si como dice vd. sus conocimientos no llegan a mucho, aquí el blog es lugar de formación para todos. Para eso está. Poco a poco, paso a paso, espero que enriquezca la inteligencia y el corazón de todos.
Saludos. Abrazos a la tierra venezolana.