Algo que hay que repetir una y otra vez, aunque nunca constituya una novedad: necesitamos un programa de vida, pero este programa no puede ser otro que un programa eucarístico de vida. ¡Nada más importante, nada más necesario, nada más central y prioritario!
Lo eucarístico en nuestra vida debe ser siempre el centro de todo, aquello -¡¡Cristo mismo!!- que da unidad a lo que somos y vivimos, aprendiendo con Él a ofrecernos, alimentándonos con Él, conversando con Él.
Tendremos muchas cosas que hacer, muchas ocupaciones, muchas tareas... y muchos horarios que se descompensan y arrastran de nosotros; pero sólo descubriendo la Eucaristía encajarán las demás piezas de nuestra vida y habrá tiempo para todo, todo encajará bien. Pero, lo primero, la Eucaristía.
"En la escuela de los santos, ¡enamorémonos de este Sacramento! ¡Participemos en la Santa Misa con recogimiento, para obtener sus frutos espirituales, alimentémonos del Cuerpo y la Sangre del Señor, para ser incesantemente alimentados por la Gracia divina! ¡Entretengámonos de buen grado y con frecuencia, de tú a tú, en compañía del Santísimo Sacramento!" (Benedicto XVI, Catequesis, 23-junio-2010).
Lo primero en la jornada cotidiana: la Santa Misa.
Tal cual, es lo primero; ya sea por la mañana antes de trabajar, ya sea al final de la jornada antes de recogernos. La Misa diaria, lo primero. Olvidémonos de que nuestro apostolado pueda ser fecundo si no somos capaces de vivir la Misa diaria: no habrá fruto. No soñemos con una santidad irreal, diseñada por cada uno, si no hay un espacio cotidiano para la Misa. Es la primera norma de todo programa serio de vida cristiana.
Lo segundo: el Tú a tú con Jesucristo, en el Sagrario o en la custodia. Hemos de saber pararnos, recogernos en la capilla del Sagrario y conversar con Cristo y escucharle a Él. Es estar en su Presencia, sabiéndonos acogidos por Él. El Sagrario no puede en nuestras parroquias estar solo mientras espera ofrecernos su Compañía. Cada vez, al menos una vez en la jornada, habremos de llegarnos a la Capilla del Sagrario, hacer la genuflexión y de rodillas musitar una breve plegaria, mirarle, amarle.
Además, cuando el Santísimo esté expuesto en nuestras parroquias (una o dos veces a la semana, una hora o dos, ¡ojalá!), buscar nuestro tiempo específico para adorar al Santísimo expuesto, llevarnos el Salterio, o el Evangelio, o el Misal, o un libro bueno, y orar, meditar y conversar con Cristo.
Tercero. ¡Enamorarnos de la Eucaristía! Es la Eucaristía la mejor escuela de vida espiritual: de la Eucaristía aprendemos cómo amar, cómo perdonar, cómo ofrecernos, como dar gracias, cómo sacrificarnos, cómo santificarnos... Todo se aprende de la Eucaristía.
¿Buen programa, no? ¿Y entonces, por qué no lo practicamos más? ¿Catequistas, cursillistas, miembros de Cáritas, cofrades, etc.? ¿Por qué no se acrecienta nuestra vida eucarística?
Buenos días don Javier, una amiga mía responde a esa pregunta siempre de este modo: porque los católicos no nos creemos que Cristo está realmente presente en la Eucaristía. No sé si es cierto pero, si así fuera, es terrible.
ResponderEliminar¡Qué Dios les bendiga!
Estupenda reflexión D. Javier. Desde mi punto de vista, según crecemos y maduramos. En el caminar vamos configurando ese programa vital por medio de "apuestas" o decisiones que van a llevarnos a un lugar u otro.
ResponderEliminarEn este programa de vida son imprescindibles los objetivos, pero no dejan de serlo también los medios y las actitudes. ¿Por qué no elaboramos este plan?
Desde la sociedad nos machacan con propaganda que nos lleva a pensar que lo ideal es un modelo vital en constante cambio. Incluso en la educación estamos planteando ya el "long life learning": aprendizaje constante durante toda la vida. Pero es interesante darse cuenta que no se entiende como un aprendizaje de profundización, sino como un constante cambio de conocimientos que nos lleva de una apariencia vital a otra. ¿Que trae esto consigo? Ansiedad, depresión, confusión y sobre todo una tristeza interior proporcional a la vacuidad y sinsentido vital que llevemos con nosotros.
No es raro que nos divorciemos para pasar a un modelo de "mejora" contante de pareja. No es raro que dejemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos en manos de "quien sabe" lo que es conveniente en cada momento saber. No es raro que supliquemos que nos "eutanasien" para dejar de sufrir el sinsentido vital.
Frente a este páramo desolador, Cristo nos ofrece una alternativa que es salvadora, ya que nos da un sentido pleno y profundo a cada momento de nuestra vida y más allá de ella. Nos permite planificar la vida, no en los detalles, sino en el sentido de cada momento y el sentido del mismo caminar.
Que maravilloso es tener Fe en el páramo que nos rodea. Cuanto hemos de alabar al Señor por este Don. Que maravilloso es poder comunicarlo a los demás con alegría y certeza del valor del Tesoro que hemos encontrado y por el que hemos vendido todo aquello que nos impedía acceder a Él.
Unidos en Oración. Que Dios les bendiga :)
¡Que maravilla, Don Javier! ¡Qué bonito este post! ¡Jesús Sacramentado, nuestra Vida entera!
ResponderEliminarÉl le guarde todas sus salidas y entradas.
Unidos en oración.
:)
Fui alguien de misa diaria, de adoración eucarística también pero desde hace bastantes años ya, desde que no abren el templo casi nunca o desde que la única misa diaria cercana contiene suficientes abusos en la liturgia sufro mucho porque si asisto a angustiarme es a lo que voy.
ResponderEliminarBusco mis raritos con el Señor, eso si, y cuando veo el templo abierto y sin los alborotos que hacen ante el Santísimo, entonces entro y me quedo lo que puedo; antes me quedaba horas y es muy cierto, la misa y la adoración le cambian la vida a cualquiera.
Me preocupa tanto, he venido pensando en eso, que sean los sacerdotes los primeros que abandona los actos de piedad. No es cierto?
Buenos días don Javier. ¡Maravillosa entrada! Refuerzo el programa viviendo mejor la Misa con cada entrada leída y meditada de este blog.Un abrazo.
ResponderEliminarNingún programa de vida puede funcionar si no tiene como eje central a Jesucristo. Un abrazo para todos.
ResponderEliminarLe doy un aplauso Don Javier...................!
ResponderEliminarQue Maravilla de catequesis; la copio, y quien
sabe si más adelante hago una entrada.
¡Gracias,¡Mil Gracias! Soy lo que soy, gracias a
la Eucaristía.Es mi vida, mi alimento, como un imán que me atrae.......y no sigo porque estamos en pantalla....
Dios les bendiga a todos.
En la Eucaristía nos encontraremos cada día.
Julia María:
ResponderEliminarÈ vero!!! ¡Ay! Si sacáramos las consecuencias reales de esta Presencia del Señor, si nos lo creyéramos de verdad, si lo descubriésemos con el corazón...
Miserere:
En el páramo que nos rodea, o en frase de Benedicto XVI, en los "desiertos existenciales", este programa de vida (que repito hasta la saciedad en la predicación) sería la manera de no dejarse arrastrar, sino anclarse más y mejor en la realidad.
Felicitas:
ResponderEliminarGracias por su buen deseo hacia mí.
Maricruz:
Lamento la situación. Pero sin Cristo en la Eucaristía, cada día en la Misa, la adoración al Santísimo, la visita al Sagrario... difícilmente podremos permanecer arraigados en Cristo.
NIP:
ResponderEliminarMe alegro de los refuerzos que pone en su vida, a impulsos del blog. Espero que realmente haya experimentado un crecimiento en Cristo desde que está Vd. por aquí. (Y en la Misa, y ante el Sagrario, pida por todos nosotros y por mí también).
Mento:
¡¡Sí, sí!!
O Cristo está en el centro de todo, o no hay nada que hacer.
Marián:
ResponderEliminarRecibo el aplauso, ruborizado, rojo como un tomate, y saludo al público. (je,je).
Sí, copie la catequesis de hoy, déle la difusión que quiera. Lo importante siempre será que se den pasos concretos en nuestra vida interior para santificarnos en el mundo y en el apostolado.