domingo, 6 de marzo de 2011

"¡Qué media hora perdida más tontamente!"

Habría tantos documentos del Magisterio, tanto del Santo Padre, como de las distintas Congregaciones o de la Conferencia Episcopal, que no sabría hoy muy bien cuál traer, cuál seleccionar.

Pero, ante la situación real en la que nos movemos como católicos la formación es imprescindible para saber orientarse ante el mundo y los presupuestos laicistas. Esta formación debe mostrar la verdad cristiana, educar en la fe, ayudar a la comprensión del Misterio cristiano, iniciar en la liturgia y en la espiritualidad.

Los modos de formación son muchos; puede ser una catequesis sistemática de adultos, o círculos formativos, o retiros parroquiales, como también predicaciones especiales (un quinario, un triduo), unos ejercicios espirituales, la homilía diaria... Y también una formación más específica en los distintos servicios y ministerios de una parroquia.

Algunos ejemplos.

La formación de los catequistas -de niños, de jóvenes, de adultos, de catequesis pre-sacramentales- es imprescindible, una de las mejores inversiones en tiempo y energías que se pueden hacer, porque genera un laicado bien preparado, creciendo, responsable, que sabe dar razón de su fe y esperanza y la saben comunicar, transmitir.

"Debe considerar, como tarea prioritaria, la preparación y formación de catequistas dotados de una profunda fe" (Directorio General de Catequesis, 33).

"Cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada en favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis" (DGC 234).

O, por ejemplo, un equipo de liturgia en una parroquia, lo primero que deberá cultivar será la propia formación para prestar un servicio y ser educadores luego en el Misterio litúrgico.

"Por esto la Iglesia da preferencia a la celebración comunitaria, cuando lo requiere la naturaleza de los ritos; alienta la formación de ministros, lectores, cantores y comentadores, que desempeñan un auténtico ministerio litúrgico" (Juan Pablo II, Vicesimus quintus annus, n. 10).


"El cometido más urgente es el de la formación bíblica y litúrgica del pueblo de Dios: pastores y fieles. La Constitución ya lo había subrayado: «No se puede esperar que esto ocurra (la participación plena, consciente y activa de todos los fieles), si antes los mismos pastores de almas no se impregnan totalmente del espíritu y de la fuerza de la Liturgia y llegan a ser maestros de la misma». Esta es una obra a largo plazo, la cual debe empezar en los Seminarios y Casas de formación y continuar durante toda la vida sacerdotal. Esta misma formación, adaptada a su estado, es también indispensable para los laicos" (Vicesimus quintus annus, n. 15).

Un coro parroquial, coral, schola cantorum, requiere una formación específica al servicio de la liturgia. No únicamente la parte técnica-musical de un ensayo (¡imprescindible, claro!), sino el sentido de lo que se canta, los distintos cantos de la liturgia y su razón de ser, etc. 

"En la formación permanente está la clave del buen hacer para todos los ministerios, también para el coro de cantores. Los documentos de la Iglesia insisten una y otra vez en el tema de la formación. El Concilio Vaticano II urgió se le diese mucha importancia a la enseñanza y a la práctica musical en todos los centros de formación y dijo expresamente: "Dése también una genuina educación litúrgica a los compositores y cantores, en particular a los niños". La Instrucción "Musicam Sacram" insiste en que "además de la formación musical, se dará también a los miembros del coro una formación litúrgica y espiritual adaptada de manera que, al desempeñar perfectamente su función religiosa, no aporten solamente más belleza a la acción sagrada y un excelente ejemplo a los fieles sino que adquieran ellos mismos un verdadero fruto espiritual"... La formación técnica musical, la litúrgica y la espiritual son inseparables. el coro de cantores, para cantar la fe cristiana que profesa en la celebración y en la vida, tiene que adherirse interiormente a lo que están haciendo. Su canto es, antes que nada, oración y, como tal, exige profundo recogimiento y humildad ante Dios. Esto requiere no sólo preparación técnica sino también espiritual esmerada y constante" (Directorio Canto y música en la celebración, n. 115).

Se podría seguir.

Ya sea una vez al mes, o semanalmente un cuarto de hora o veinte minutos antes de una reunión o un ensayo, siempre se puede ofrecer un rato de formación y actualización. ¿A quienes?

-Cáritas
-Catequistas
-Equipo de liturgia
-Coro parroquial
-Adoración Nocturna
-Cofradías
-Pastoral de Enfermos
-Pastoral Familiar-Matrimonial, Escuela de padres
-Asociaciones eucarísticas
-Etc...

Es algo exigente para los sacerdotes de una parroquia que tienen que prepararse dicha formación y distribuir los tiempos a lo largo de un mes para atender todo este panorama.

Sin embargo nos encontramos

-El pre-juicio: un juicio ya hecho que incapacita para conocer, porque uno se cree que ya lo sabe todo, que qué le van a enseñar. Es la cerrazón de la inteligencia.

-El utilitarismo: concebimos las reuniones como algo práctico; Cáritas sólo para resolver los casos prácticos; catequistas, para ver la programación y preparar nuevos temas; el coro parroquial para seleccionar los cantos del domingo y ensayar, etc. La formación se ve como pérdida de tiempo.

"¡Qué media hora perdida más tontamente!"

¿Qué diríais a quién valora así el esfuerzo de los que pretenden formar?
¿Qué diríais a quién desprecia la formación que se le entrega creyendo que es siempre una pérdida de tiempo?
¿Qué diríais a los que conscientemente intentan desanimar la tarea formativa y exigente de sus pastores o boicotean o desalientan a los demás ante ofertas de formación?

A mí, desde luego, me saldría lo del Señor: "no echéis vuestras perlas a los cerdos, porque las pisotearán y se luego se volverán para destrozaros" (Mt 7,6).

Estamos en tiempos de nueva evangelización, y los de casa, los que ya estamos en la casa parroquial, necesitamos ser evangelizados en profundidad para luego evangelizar fuera. ¿Nos podemos permitir el lujo de despreciar, menospreciar, minusvalorar lo que abnegadamente se nos entrega? ¿Tan frívolo, tan superficial, tan vacío se puede llegar a ser?

"¡Qué media hora perdida más tontamente!"

Pues por su boca se condena... y se refleja muy bien la verdad de lo que tiene en el corazón. 

Bastante triste, ¿no os parece?


6 comentarios:

  1. Catequista Palma del Río06 marzo, 2011 09:39

    Felicidades por enseñarnos a !Perder media hora¡.

    Gracias a su tiempo NO PERDIDO, nos ayuda a formarnos, nos enseña detenidamente la doctrina católica, nos va forjando en personas con criterio, que nos permite ser católicos en el tiempo en que vivimos.

    !Qué pena que sólo pueda Ud "perder media hora"¡, pues desde luego la mayoría de los que les escuchamos o le leemos necesitamos más.

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  2. ¡Qué sabe el burro lo qué es un caramelo!
    Se aprecia la falta de formación a cualquier nivel.
    Centrándome en la música: ¿habrá compositores maravillosos que nos ofrecen un abanico de composiciones deliciosas que transportan al cielo y no las guitarritas y cantos feísimos que quitan la devoción al más santo? Pero la culpa no la tienen los fieles, no. La culpa, la falta de rigor. Así todo lo demás. Un autentico despropósito que ha ido minando hasta convertirse en lo que hay hoy en día.

    ¿Media hora? Habría que emplear horas enteras para componer y restaurar todos los deperfectos, que son muchísimos.

    Muchas gracias D. Javier. Rezar y rezar para que haya muchos sacerdotes como usted con alzacuello y como Dios manda. Hay que distinguirse y usted se distingue en todo. Bendito sea Dios.

    Feliz domingo en el Señor para TODOS.

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  3. El entendimiento pelagiano de nuestra Fe está muy extendido.

    Nuestra sociedad está basada en conseguir rendimientos palpables y cuantizables de cada minuto de nuestra vida. Muchas personas se preguntan ¿Por qué la Iglesia no puede ser lo mismo? y después señalan que esto es parte del "aggiornamiento" que el CVII nos prometió. *_*

    Sinceramente. Las malas catequesis y los sesgos utilitaristas que se han predicado desde hace muchos años han dado lugar a esta situación. Lo malo es que estas catequesis y prédicas siguen siendo lo normal en muchos sitios. Pero hemos de tener confianza y esperanza. Somos cristianos ¿o no? Dios sabe donde nos lleva.

    Así que no se desanime D. Javier. A la tierra le fastidia que le echen esas "semillas" que penetran en ella, la horadan, la comprimen y transforman su naturaleza. Claro que molesta. Pero las semillas germinan, crecen y transforman su naturaleza. Es verdad que la trnasformación (conversión) tarda años, pero los frutos no son para vivirlos nosotros, sino para nuestros descendientes. Dios lo permita y nos ayude.

    Que comunidad más bonita tenemos :)Hasta "perdemos" unos ratos diarios leyéndonos y orando unos por otros. Que Dios les bendiga.

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  4. Por cierto... para los que les sorprenda el símbolo *_*

    Indica impresión, sorpresa y dolor. Como si le pegaran un par de puñetazos en los ojos y se quedara viendo las estrellas un rato hasta reaccionar. :-))))

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  5. La formación es importantísima porque no se puede amar lo que no se conoce. Y cuanto más se conoce, más se ama. Y cuanto más se ama, más se desea conocer.
    Creo que una gran mayoría de cristianos adultos viven con la formación de las catequesis de primera Comunión. Es algo tan extraño como que ese adulto fuera aún vestido con la misma ropa de cuando tenía 6 ó 7 años.
    Muchos de los que dicen que no creen, no creen en esa vaga idea que conservan de aquellas catequesis infantiles.
    Quizás a otros no les interese la formación porque no quieren más "exigencias" e intentan esconder la cabeza como el avestruz.

    Respecto a la gran importancia de la música y el canto, ya he contado cómo para mí fue el primer gancho del que se valió el Señor para atraerme en la infancia y la adolescencia.
    Y sigo pensando que la formación a estas edades "entra" mucho mejor con la música, el canto y las guitarras, porqué no. En esto difiero de nuestra querida Capuchino.
    Ahora también me gusta el órgano, pero seguro que en aquellos años a que me estoy refiriendo, el órgano no me habría atraido tanto.

    Capuchino, ¿cuántos salmos hacen referencia a los instrumentos de cuerda de aquella época, los equivalentes a nuestras guitarras? También instrumentos de percusión, de viento: platillos, trompetas, etc?

    Me gusta la liturgia correcta, pero no tiene porqué tener aire triste. Entiendo una celebración litúrgica precisamente como "celebración" alegre de nuestra fe. La Eucaristía es también acción de gracias y alabanza.

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  6. En temas de canto y música, me gusta y aprecio muchísimo el órgano para los cantos. Pero la guitarra y el violín, por ejemplo, no son nada despreciables. El problema es el ritmo de la música, la forma de tocar la guitarra (no aporrearla) y la letra de los cantos.

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