viernes, 18 de marzo de 2011

Pensar y orar (Ejercicios II)

En este segundo ejercicio del itinerario, junto al pensar bien vamos a sumarle el "orar bien", y para ambas cosas, el recogimiento.


Recordemos el texto del Cántico espiritual:

Y para que esta sedienta alma venga a hallar a su Esposo y unirse con él por unión de amor en esta vida, según puede, y entretenga su sed con esta gota que de él se puede gustar en esta vida, bueno será, pues lo pide a su Esposo, tomando la mano por él, le respondamos mostrándole el lugar más cierto donde está escondido, para que allí lo halle a lo cierto con la perfección y sabor que puede en esta vida y así no comience a vaguear en vano tras las pisadas de las compañías.
Para lo cual es de notar que el Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo ser del alma; por tanto, el alma que le ha de hallar conviénele salir de todas las cosas según la afección y voluntad y entrarse en sumo recogimiento dentro de sí misma, siéndole todas las cosas como si no fuesen... Está, pues, Dios en el alma escondido, y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿Adónde te escondiste? (CB 1,6).
     ¿Pensar bien y rezar? Sí, porque corresponde a la razón y la fe, que son las dos alas para contemplar la Verdad, las dos necesarias.

    El recogimiento es la condición para el pensamiento y la oración. Es necesario el recogimiento, es decir, es necesario un orden de vida, un silencio sereno, una quietud pacífica, un dominio de uno mismo en la lengua (¡no hablar sin pensar!), el análisis sereno, la lectura reflexiva, la atención amorosa al Señor. Éste sería el tono vital siempre convirtiéndose en un modo de ser muy humano a la par que muy divino.

    Las condiciones de vida hoy, que hemos creado, generan dispersión, una excesiva prisa por todo y en todo, una confusión sin orden en hábitos, ritmos y horarios. Pero para hallar al Amado escondido en lo interior, hay que entrar en uno mismo cotidianamente, percibir la Presencia que todo lo llena, frenar impulsos, corregir pensamientos que se aparten de la Verdad. Entonces, en ese recogimiento como hábito de vida, se puede pensar bien y se puede orar.

    El pensar bien corresponde a la razón, el orar bien corresponde a la fe y así ésta libra a la razón de quedarse prisionera de sí misma, le señala sus límites y su grandeza, abriéndole horizontes.




    Cuando ni se piensa bien ni se ora bien, hay un conocimiento distorsionado de la realidad, de uno mismo, de los otros y de Dios. Se confunden los fines convirtiéndolos en medios y los medios haciéndolos fines en sí mismos. Se confunde el bien con el mal por falta de análisis, reflexión y discernimiento. Hay un caos en los objetos del amor porque, confundido entre sombras, se ama lo que no merece todo nuestro amor y se deja de amar lo que sí merece nuestro afecto incondicional. Se afirma la mentira y se niega la Verdad por falta de luz.

  
  El desorden interno es fruto de un mal conocimiento: se piensa mal y se ora mal, o simplemente, ni se piensa ni se ora.

    El recogimiento reúne a la persona, le da un centro unificador, ordena la vida. El tono de recogimiento propicia el buen pensamiento y la buena oración.

Entonces, realmente:

* ¿Tengo capacidad de recogimiento, de abstracción, de superar lo inmediato y entrar en lo interior?
* ¿Sé desconectar de tantas solicitudes (familia, trabajo, amigos, obligaciones, el móvil) y pararme en el silencio con Dios para pensar y para orar?
* ¿Cultivo el recogimiento, calmando la imaginación, centrando la atención, aprovechando los momentos de soledad cotidianos (en casa, en el coche, al caminar o pasear...)?
* En el trato con Dios, ¿guardo un orden y recogimiento? 
*¿Hago una visita serena al Sagrario cada día? ¿Llego con antelación a la Misa (diaria) para poder orar y pensar? ¿Acudo a la exposición del Santísimo en mi parroquia para "estar a solas con el Amado"?
*¿Soy una persona ruidosa, que hago ruido descuidadamente, o pongo la música a todo volumen, con hábitos molestos que contradicen al recogimiento y que impiden también a los demás recogerse?

10 comentarios:

  1. Es verdad, en la oración se trata de hallar al Esposo: entrar en nuestro interior, dirigir la atención amorosamente hacia Él y esperar a que llegue en silencio...
    Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. Ap. 3,20.
    El resto lo hace el Señor: ¡Oh qué bueno!, ¡Oh qué dulce!, ha sido tu Amor conmigo...
    Feliz día. Pax. :)

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  2. Tiene toda la razón D. Javier. El orden y el hábito son una herramienta indispensable para la vida de todo cristiano. Dando a nuestra vida un ritmo adecuado, evidenciamos que es imagen del orden que guía el universo.

    Pero el orden y el hábito, como toda herramienta, puede ser esclavizantes cuando tomamos la regla como fin en si misma. Si entendemos la oración como un fin en si misma termina por se algo repetitivo y carente de sentido. El fin no es orar, sino que orando nos acercamos al fin y sentido de todo: Dios.

    Y ciertamente es necesario desconectar del mundo Lo urgente y lo necesario no siempre van de la mano. Apagar el movil o aislarse del trajín cotidiano puede ser entendido como su sacrificio necesario y muy provechoso. Vaya que si lo es. :)

    Que Dios les bendiga. No me olvido de ponerlos a todos en mis oraciones. Gracias D. Javier :)

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  3. " Y al que me ame, Mi Padre y Yo vendremos a él y haremos morada en él."

    Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados y los pecados del mundo entero.
    Por su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.

    Señor Sacramentado, me consagro del todo a Ti ofreciéndote todo mi ser, mi vida y mi muerte, para que pueda cumplirse en mí Tu dulcísimo Designio de Amor. Amén.

    Feliz fin de semana a todos.
    ;O)

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  4. Procuraré guardar más recogimiento y aprovechar esos ratillos de silencio. Don Javier, le ruego una oración por todos los ingenieros japoneses que viven momentos muy duros, con una responsabilidad que va más allá del contrato de trabajo, el sueldo o cosa mundana y puedan asumir con valentía una labor que les conducirá muy pronto a la vida eterna con Dios.Gracias. Un abrazo.

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  5. Bueno, como con el ajetreo de la vida no puedo permitirme el lujo de grandes momentos de silencio y recogimiento, intentaré hacer más a menudo ejercicios de presencia de Dios. Un rosario de acercamientos a Jesús repartidos a lo largo de numerosos momentos del día creo me puede ayudar mucho más a fortalecer los momentos intensos de oración.
    Han pasado las nubes grises, gracias a todos por vuestras oraciones.

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  6. En este momento me encantaría estar en ese silencio interior tan necesario en el día. ¡¡¡Imposible!!! puerta, timbre, ladridos, música...y lo que quiera. Un despropósito.

    Mañana por la mañana después de Misa será posible, digo yo.
    ¡Con lo que me ha gustado la entrada, Dios mío!

    "Escondido de todo entendimiento" se llamaba un cuadro mío sobre el "Cántico espiritual".

    Hasta mañana y que el Señor les bendiga.

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  7. Desde Sevilla:

    Gracias. Resalta vd. lo nuclear. Y eso es muy bueno. Solo recuerdo para todos que este ejercicio (rezar bien) va unido al anterior (pensar bien).

    Miserere:

    ¿Discrepamos un pelín? El horario y el método pueden llegar a ser esclavizantes cuando no tiene contenido y se hacen las cosas por hacerlas, porque sí (fue el problema de los fariseos); pero el método es necesario, porque significa recorrer un camino: necesitamos un método de vida cristiana (horario, normas de vida, disciplina y orden). Siempre está el peligro de los extremos (horario vacío que esclaviza, improvisación diaria sin oración), pero hoy día creo que lo que falta es orden y disciplina interior, guiados sólo por lo emotivo, que identifica la sinceridad con la emotividad de los impulsos.

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  8. Felicitas:

    Simplemente sí.

    Nugua:

    Los monjes y los padres del desierto antiguos desconocían el ejercicio como tal de lo que hoy llamaríamos "oración mental". Vivían del Oficio divino, de los salmos, y de las jaculatorias a lo largo de la jornada, un vivir constante en presencia de Dios.

    Cuando no se puede -horario laboral, doméstico, materno- esa oración íntima ("mental") es igualmente oración agradable al Señor las jaculatorias que elevan el corazón mientras se va por la calle, se plancha, se limpia, se friega, se ordenan papeles en una oficina o se espera en la cola de un banco o de un comercio...

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  9. Capuchino de Silos:

    El silencio interior del ejercicio de hoy hemos de intentar adquirirlo y luego conservarlo. Pero cada cual en su estado de vida: no es lo mismo un sacerdote solo que una mujer trabajando en una empresa; el silencio interior adquirido por un monje cisterciense que el de un seglar trabajando, luego dando catequesis, y por la noche dedicado a sus hijos y esposa... Pero el tono de fondo, aunque sea distinto, es el silencio interior con el cual, en cualquier instante fugaz, se es capaz de entrar en lo interior y tocar a Dios.

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  10. Gracias D. Javier. Entendido. Lo he hecho mío.

    Feliz día de San José. Él amaba el silencio.

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