sábado, 5 de marzo de 2011

Protocolos y estética civil

El 28 de febrero es el día de Andalucía. Todo políticamente correcto.

En el Acto civil de ese día se entregan Medallas de Oro, títulos de Hijos adoptivos o de Hijos predilectos, se enaltece la grandeza de Andalucía... en fin, lo propio de esos fastos.

Tuve que asistir. A un miembro de la parroquia, activo colaborador, lo nombraban Hijo adoptivo, y un servidor, con su chaqueta y alzacuellos lo acompañó también. ¡Felicidades desde aquí!

Estando allí, vi, oí, miré y pensé.

Salvando lo que haya de salvar, y sin juzgar lo interior, el análisis de los discursos daba qué pensar.


1) El lenguaje cristiano ha desaparecido por completo. Ha triunfado el lenguaje laicista que los mismos cristianos emplean a veces en sus comentarios, catequesis, discursos: es el lenguaje con conceptos hinchados: "libertad", "democracia", "valores", "talante". ¿Hace falta analizarlas? La libertad vacía de contenido (la Verdad),  la simple libertad del capricho de cada cual constituido como instancia moral última y definitiva. Súmese la "democracia" elevada a ser el único modo de organizar la política, pero, pásmense, "democracia" es ya un sistema moral que lo va determinando todo, hasta lo moral o lo inmoral, por el relativismo que decide la "mayoría" o más bien la "minoría" que se impone por todos los medios. "Valores" no son virtudes: son opciones de la mayoría que muy bien pueden cambiar según las circunstancias o las modas, mientras que las virtudes son hábitos arraigados en los hombres de bien.

Triste el lenguaje laicista: cuando se hablaba en los diferentes discursos del recuerdo a familiares que ojalá estuvieran presentes en el acto institucional, se hacía "memoria" y se decía algo tan genérico como "allá donde estén". Nada, ni hablar un momento, de vida eterna.

2) El lenguaje laicista ha proscrito la palabra "Dios" como maldita. Sólo una persona de 8 ó 9 intervenciones, nombraron a Dios. A Dios no se le deja lugar en esta sociedad y en esta cultura. ¡Sólo una persona nombró a Dios! Las alusiones a la fe se difuminaron en dos intervenciones que hablaron, exaltando justamente a uno de los homenajeados, de los "valores espirituales, valores religiosos".  En el contexto de esas palabras, era una alusión muy pobre a una trascendencia etérea, irreal, pero eso sí, vinculada a las expresiones de la religiosidad popular, Hermandades y Cofradías, que el mundo laicista (y algunos laicistas-secularizados dentro de la Iglesia) relegan al campo del folclore y la cultura (vamos, del turismo y de las tradiciones arraigadas).

3) Una constante fue el desprecio a la razón para exaltar la emotividad, el impulso, el falso vitalismo. Se coincidía, como un lugar común en los discursos (por cierto, farragosos, largos, de 20 minutos cada uno: ¡como para quejarse de las homilías parroquiales de 10 minutos pensadas durante una semana!) que nadie "iba a hablar con la cabeza, con la inteligencia", sino "desde aquí dentro", "desde el corazón".



¿Por qué la inteligencia va a ser despreciada en favor del sentimiento? La inteligencia es lo que nos hace humanos, seres personales, con su capacidad de analizar, distinguir, relacionar, expresarse. El sentimiento es fugaz, ciego, impulsivo y relee todas las cosas desde la clave emotiva, sin Verdad, sin detenimiento. ¿Pero acaso no es ésta la sociedad que se fabrica? Un desprecio a la razón verdadera, a la nobleza del pensamiento, para dejarse llevar por los impulsos ciegos del sentimiento, fabrica personas fácilmente manipulables, instintivas. El único resorte de lo personal va a ser su afectividad, y la clave para dirigir a las personas es mover o provocar sus sentimientos. ¡Terrible! ¡Marionetas dirigidas desde fuera!

Pero, ¿no somos nosotros los que usamos ese mismo lenguaje en la predicación, en la catequesis, en la ERE? 
¿No somos nosotros mismos los que hemos reducido el cristianismo a una ética de valores, de consenso, de compromiso, de ser "buenas personas"? 
¿No somos nosotros los que "educamos en valores", plagiamos conceptos de "solidaridad", "fraternidad", "igualdad", con el contenido laicista que hay? 
¿No somos nosotros los que en lugar de pronunciar el Nombre de Cristo, llevar a los demás a Cristo, señalamos una vaga trascendencia, apuntamos a un Dios que no parece personal, sino puro teísmo? 
¿No somos nosotros los que alejándonos de la Verdad, apuntamos al relativismo moral en la conciencia: "allá cada cual con su conciencia"? 
¿No somos nosotros los que hemos identificado el Reino de Dios con una construcción social, con el progreso, con el Estado de bienestar? 
¿No somos nosotros los que hemos dejado que la secularización  entre en lo interno de la Iglesia?

Y paso ahora al plano litúrgico.

1) El presentador del acto supo desempeñar muy bien su papel. No acaparó protagonismo, se retiraba después de sus intervenciones que eran breves, nada estridentes, escritas pero leídas de forma viva y no mortecina. Pienso que así deben ser las intervenciones en la liturgia: evitar la verborrea o verbosidad, breves, escuetas, a ser posibles escritas para no divagar, sabiéndose retirar discretamente. En la liturgia hay que evitar los protagonismos acaparadores que conllevan improvisaciones, genialidades de última hora, incluso en el sacerdote: falta ministerialidad, sobra protagonismo; por ejemplo, cuando un sacerdote introduce moniciones por su cuenta y riesgo a todo (¡¡incluso dentro de la plegaria eucarística!!), pero su ministerialidad al pronunciar la oración colecta, el prefacio y el Canon se rebaja leyendo apresuradamente, sin vida, rutinariamente, soñando que sus intervenciones son las que llegan "a la gente", pero los textos litúrgicos son secundarios, adornos pesados que haya que pasar por encima de ellos a toda carrera. 

2) La megafonía perfecta. Ni fuerte ni floja. Creaba sensación de cercanía. La acústica de las iglesias debe estar muy bien pensada y estudiada. No nos van a escuchar más por poner los volúmenes al máximo sino por saber ajustarlos a su medida y jugar con la voz, con las distintas tonalidades y formas, acercándose más o menos al micrófono, con mayor o menor volumen de voz según sea una monición, un canto, una gran plegaria litúrgica o una simple indicación.

3) El escenario: Tenía flores, aunque no sé decir cuáles eran. Bordeaban el escenario muy discretamente, así como un gran ramo delante del atril... pero, ¡he aquí la clave!, ni estorbaban el paso, ni entorpecían en ningún momento, ni tapaban nada. Nada que ver con los grandes centros de flores que ponemos en nuestros presbiterios, llamativos, que entorpecen (¡y tanto, por ejemplo, cuando hay que rodear el altar incensando!), ni ocultaban nada, como los ramos inmensos que colocamos encima el altar, restando importancia al cáliz y la patena, haciéndolos invisibles. Las flores en el presbiterio ni deben entorpecer el acceso y los movimientos de los ministros, ni deben quitar visión a los fieles. ¡Cuestión de lógica y de buen gusto!

4) El escenario estaba despajado, ordenado. Todo en su sitio y nada fuera de él. Los micrófonos, si tenían cables, no parecían dar problemas para pasar por el escenario con cuidado de no caerse, o tal vez fueran inhalámbricos. Era el orden absoluto. Y ahora... ahora miremos a nuestros presbiterios. Lo que no sabemos dónde guardarlo, lo dejamos en el presbiterio. Incluso elementos que no se usan, se dejan allí: hisopos y uno o dos acetres, el pie del incensario, candelabros con velas medio derretidas-medio torcidas que jamás se encienden, sillas, micrófonos con su pie arrinconados y cable enrollado, reclinatorios de boda, acumulación de rituales y leccionarios encima de alguna mesa, maceteros sin macetas, el pie de hierro de no sé cuál estandarte sin usarse allí también, la caja de cerillas casi al lado del cáliz, y las cerillas usadas amontonadas en el platito de uno de los candelabros, fotocopias de no sé qué en una silla del presbiterio o arrumbadas en el atril de la sede...

Desdice del decoro y dignidad de lo sagrado que allí ocurre; por el contrario el orden, la limpieza, el presbiterio despejado refleja la santidad de los misterios celebrados.

Perdonad la extensión, pero el género "crónica" se presta a mayor extensión que una catequesis litúrgica o dogmática.

¿Qué os parece?

¿En el plano litúrgico no deberíamos prestar más atención a los aspectos que cualquiera cuida en actos civiles?

¿No se percibe muchas veces dejadez en la liturgia, poco cuidado? ¿No hay demasiado desorden en los presbiterios?

En fin, os toca tomar la palabra.

21 comentarios:

  1. Existe un peligro: copiar este lenguaje para intentar llevar a Jesucristo a la sociedad actual. Hemos llegado a pensar que si hablamos a los hombres de Jesucristo, que ha derramado su sangre para el perdón de los pecados, se iban a reir de nosotros. Y nada de eso, no es verdad: Jesucristo es también hoy el único que da respuesta a los interrogantes más profundos del hombre. Este hombre se encuentra cada día con la realidad de la muerte. Sólo Él tiene Palabras de Vida Eterna.
    ¿Cómo no vamos a cuidar los lugares litúrgicos y los signos?. Todo para su Gloria.

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  2. Anoche oí un poco a monseñor Munilla en Radio María. Hablaba de que el sacerdote representa a Cristo y que es triste que tengan que ir desapareciendo de algunos pueblos por la falta de vocaciones, porque son un signo fuerte de la presencia de Cristo en medio de su pueblo.

    Me alegro mucho que Vd estuviera allí con su alzacuellos...

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  3. ¡Ay, mi querido Aprendiz!

    Las desventajas de Internet es que no nos vemos ni nos conocemos personalmente. Para su alegría le indico que -como todos en mi diócesis desde hace años- desde que fui ordenado diácono (8-12-1998) siempre voy con el alzacuellos. Es más, no tengo ninguna camisa de seglar... Más por convicción que por gusto. ¡Siempre me han gustado las corbatas!

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  4. Pues sí es una alegría que sean todos en su diócesis quienes lo lleven, porque en la mía no es así. Lo importante es el interior, por supuesto, pero en estos "tiempos recios" es bueno llevarlo como signo.
    (Lo siento por Vd, pero un cura con corbata es como el café descafeinado (:-))

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  5. Mi querido amigo:

    ¡Pero la corbata es elegante!!!!!

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  8. A mi me encanta ver a un sacerdote con su clériman, alzacuellos,algunos de ellos acompañados por familiares en los lugares donde muchas familias frecuentan los fines de semana.
    Los veo y pienso, que bueno que tienen familia cerca que los acompañan.
    En cuanto a lo de la presencia de Dios en nuestras vidas si decimos que somos cristianos entonces nuestro testimonio debe ser de Palabra y de Vida.
    Publiqué en una oportunidad lo que significaba para mi cambiar la Educación Religiosa Escolar (ERE) por Educación en Valores. Pero en algunos lugares, el cambio sólo fue de nombre pues el programa continúa siendo ERE.
    Me pregunto: ¿cómo debemos corregir todos los atropellos y falta de decoro que vemos en la liturgia,muchas veces realizados por el propio sacerdote? y que debemos hacer para que estos detalles no se vayan conviertiendo en escrúpulos.?

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  9. ¡Uf! El post de hoy me viene al dedo después de toda las vueltas que le dí al de ayer.
    ¿Quien está lejos de la verdad? El que silencia la Cruz de Cristo; pero el que la oculta, aun está más lejos.
    Uno de nuestros mayores pecados hoy en esta sociedad es el silenciar a Cristo y a su Cruz. Somos politicamente correctos y escuchamos a la gente hablar en todos lugares, en el bar, en el parque, en el super, en el cole,...., hablar de sus problemas, de sus tristezas, de sus dolores, de sus dificultades, ..., y no somos capaces de confortar con espíritu cristiano. Nuestras palabras son de consuelo humano pero no dejamos entrever nuestra apuesta por la Cruz.
    Nos excusamos en "no es el momento", "no son las formas", "no es lo más correcto", ... y silenciamos la Cruz de Cristo. Pero excusarnos en "no dar las perlas a los cerdos" no nos libera de la obligación de proclamar que Jesús es Cristo.
    "Ocultar su Cruz", no terminaba de entender el significado práctico de esta expresión, cuando me encontré con los comentarios de nuestro acompañante. Gracias, estimado Quaerens, me has enseñado como se puede ocultar la Cruz de Cristo: Desmereces las curces de los pobres y miseros cristianos que te rodeamos, proclamas que la única Cruz es la de los Altares, y te olvidas que todos y cada unos de estos insignificantes bautizados compartimos la dicha de ser parte del Cuerpo Místico VIVO de Cristo y por lo tanto niegas que nuestras pobres cruces sean parte su Cruz. Gracias por demostrarme como se puede "ocultar su Cruz".

    Y, por cierto, sí que estabas muy elegante con tus corbatas hace 22 años cuando nos conocimos, que algunos sí tenemos la dicha de conocernos en persona. Por lo que tendremos que ir pensando en como vamos a hacer para tener una catequesis presencial, con Eucaristía y ágape. ¡Vayan mirando agenda y propiniendo!. Besos mil.

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  10. D. Javier, temo informarle que estoy muy de acuerdo con sus apreciaciones. Ya ve que, al contrario de lo que usted piensa, coincidimos bastante. Se mete usted por un camino "peligroso", se lo dice uno que empezó de esa manera y acabó como usted ya sabe que acabó.

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  11. Me ha gustado lo de "Y paso ahora al plano litúrgico". Toda una visión "litúrgica" de la realidad secular.

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  12. Muy interesante su análisis. Coincido en las lamentables consecuencias del "destierro forzoso de Dios". ¡Cuánta necesidad hay de predicar el Evangelio entero y verdadero!

    Camino Iriarte

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  13. Básicamente, fondo y forma deben ser coherentes para poder comunicar lo que deseamos. La Liturgia también necesita de esta coherencia para llevar a los fieles todo lo que debe comunicarnos.

    Tiene razón D. Javier, al indicar el desorden y el descuido. Cambiar de iglesia es, a veces, enfrentarse a sorpresas inesperadas. Pero en la humildad y la caridad radica la ventaja de podemos llevar en los desaguisados que aveces sufrimos.

    Feliz Domingo. Que Dios les bendiga :)

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  14. María Auxiliadora:

    Lo de "los valores", dejémoslo a los relativistas. Nosotros educamos en la virtud y en el ejercicio de las virtudes, creando hábitos morales sanos. Luche. La ERE es una cosa y los valores que buscan su lugar entre los nihilistas.

    Por lo demás: No sé cómo afrontar ese cambio. El problema es de educación, formación litúrgica en los fieles los primeros pero también entre presbíteros y diáconos.

    Un gran obstáculo: todos, todos, todos, creen que saben "de liturgia" y se ponen corazas, justifican sus despropósitos o con "lo pastoral" o con el "siempre se ha hecho así". Pero sólo nos queda EDUCAR, EDUCAR Y EDUCAR.

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  15. Nugua:

    Habría que buscar el comentario de los Padres a "cargue con su cruz cada día y sígame". Pero vamos a dejarlo.

    ¡¡22 años ya!! Dios mío. Sí, me gustaban las corbatas; ahora ya no se puede.

    Y lo de vernos juntos y celebrar la Santa Misa y ágape lo veo dificilísimo: ten en cuenta que estamos personas de toda España y de América. Aunque por soñar que no quede. Me sé de una pequeña y recoleta iglesia monástica donde celebré mi primera Misa...

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  16. Embajador en el infierno:

    Sumamente preocupado me deja su comentario. ¿Estamos coincidiendo? ¿Tan mal estoy? ¿Voy a acabar como vos? ¿Qué hago? ¿Cómo lo remedio? ¿Me tengo que poner a leer a Boff, Casaldáliga, Sobrino, Gustavo Gutiérrez, Ellacuría y Faus? ¡Deme una solución! O, ¿tal vez he de dejar de acudir a su blog?

    Responda por caridad.

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  17. Recupero el tono formal y normal.

    Adolfo:

    Me agrada que te guste lo de "visión litúrgica secular". Tal vez sea una forma adquirida de verlo todo: la liturgia es mi pasión, mi vocación, desde que era un jovencísimo seminarista. La tengo absolutamente interiorizada, casi connatural a mí.

    Espero que coincidamos en esa visión y, sobre todo, en el análisis de lo que vemos, vivimos (y padecemos) en materia litúrgica.

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  18. Camino Iriarte:

    Simplemente sí. Totalmente de acuerdo. ¡Dios ha quedado desterrado!, pero hemos de volver a predicar el Evangelio entero y completito. Aun cuando sea difícil, claro.

    Miserere:

    gracias por su palabra sensata.

    Gracias por desearnos "feliz domingo". Ya lo hemos inaugurado con las Primeras vísperas.

    Por cierto, mañana tendremos doble catequesis, si Dios quiere.

    A todos, pax. +

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  19. Hola don Javier. ¡Bien por el alzacuellos! También en el lenguaje profesional se ha perdido, pero entre mi jefe y un servidor solemos culminar con un alegre ¡Bendito sea Dios! que llena de luz todo despacho y obra, donde se acuerdan del creador para nada provechoso, ¡qué lenguas, como demonios!.

    "...volver a predicar el Evangelio entero y completito",eso es: Buen pastor. ¡Pero cómo me llena venir a catequesis!

    ¡Bendito sea Dios!

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  20. NIP:

    Amigo mío: si el alzacuellos fuera opcional y no representara y significara lo que es, le aseguro que es hasta incómodo, además del color: siempre negro o gris.. Pero como es expresión de mi consagración sacerdotal, signo de Cristo, y la Iglesia lo requiere, en mi diócesis es lo normal.

    Y sí, ¡¡Bendito sea Dios!!: también en el despacho, en la oficina, en el estudio, en la tienda...

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  21. Hermana de Lucena06 marzo, 2011 01:20

    Es una pena ver cómo nos da vergüenza a los cristianos hablar de Dios. Yo he tardado muchos años en pederla, y todavía me queda algo. Yo sigo teniendo la costumbre de despedirme de los demás diciendo "hasta mañana si Dios quiere", incluso en ambientes hostiles, pero entindo que es lo mínimo. Cambiando de tema, Don Javier: qué observador es usted. ¿Tan aburrido fue el acto? Bromas aparte, los que lo conocemos sabemos cómo cuida usted la liturgia y cómo prepara sus homilías. Es un lujo. De todas formas en nuestra diócesis no podemos quejarnos.
    Lo de alzacuellos yo entiendo que es imprescindible en un sacerdote. Así no se llama nadie a engaño. No se si recordará usted un encuentro con un señor que preguntaba bastante indiscretamente y resultó ser un sacerdote "sin identificar"
    Me he extendido demasiado.
    Hasta mañana si Dios quiere.

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