lunes, 21 de marzo de 2011

El corazón entero en Dios: el mundo afectivo (Ejercicios III)

Llámale Amado para más moverle e inclinarle a su ruego, porque, cuando Dios es amado, con grande facilidad acude a las peticiones de su amante. Y así lo dice él por san Juan (15,17), diciendo: Si permaneciéredes en mí, todo lo que quisiéredes pediréis, y hacerse ha. De donde entonces le puede el alma de verdad llamar Amado, cuando ella está entera con él, no teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de él, y así, de ordinario trae su pensamiento en él. Que, por falta de esto, dijo Dalila a Sansón (Jue 16,15) que cómo podía él decir que la amaba, pues su ánimo no estaba con ella. En el cual ánimo se incluye el pensamiento y la afección. De donde algunos llaman al Esposo Amado, y no es Amado de veras, porque no tienen entero con él su corazón; y así, su petición no es en la presencia de Dios de tanto valor; por lo cual no alcanzan luego su petición, hasta que, continuando la oración, vengan a tener su ánimo más  continuo con Dios, y el corazón con él más entero con afección de amor; porque de Dios no se alcanza nada si no es por amor (S. Juan de la Cruz, CB 1,13).

El principio y fundamento del existir cristiano es vivir del Amor; hemos sido creados por Amor –por el Amor de Dios- y llamados a dar una respuesta de amor. Dios –en Cristo- ha de ser el Amado, el absoluto que se constituye en el centro del mundo interior, del mundo afectivo, de la existencia; un eje vertebrador en torno al cual se ordenan todas las cosas como a su centro y giran con soltura.

¿Dios, el amado? La relación con Dios es un flujo constante de amor. Ya de por sí esto es indicativo: no nos mueve el miedo o el temor; tampoco la ceguera de lo irracional porque el amor es inteligente, conoce con una visión distinta. Lo mejor –lo más santo- que nos puede pasar es que realmente amemos a Dios, que Él sea el Amado, el amor absoluto de nuestras vidas. Entonces, si Él es amado, “con grande facilidad acude a las peticiones de su amante”.

Sin embargo, nuestro mundo interior se desordena con demasiada facilidad amando desordenadamente: amamos más lo que se debe amar menos; amamos menos lo que se debe amar más; amamos por igual cosas que deben ser más o menos amadas. Hay un desorden afectivo, hay impulsos que no queremos dominar porque, en principio, nos resultan gratificantes; hay afectos desordenados que, a la larga, cansan, ensucian, enturbian. Hemos de identificarlos, aunque sea doloroso.

¿Cuándo es Dios amado? Cuando “ella está entera con él”, cuando “tienen entero con él su corazón”. Se trata entonces de estar por entero amando a Dios, con todas las facultades de nuestro ser, con todas las potencias de nuestra alma, con toda la capacidad de afecto. 

¿Por entero? Un trabajo interior inicial será mirar la verdad del corazón: a Dios, tal vez, le estamos negando partes del corazón que hemos depositado en otras realidades y en otras personas, en otros deseos y en otros proyectos. A veces le damos migajas a Dios, otras veces lo amamos pero compartiendo ese amor con otras personas a las que elevamos (idolatramos se podría decir). Es necesario identificar claramente el objeto de nuestro amor, la división afectiva, poner nombre para luego poder ordenar y enderezar nuestro amor. La meta: que el corazón esté entero con Él y Dios sea realmente el Amado.

“No teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de él”: 
Hay ataduras en el corazón, del tipo que sean, tanto legítimas (un objeto sano) como ilegítimas (objetos inmorales, el propio pecado). Pero las ataduras hay que reconocerlas y desanudarlas. Da igual si es una maroma, una soga o un hilo fino de seda: todas son cuerdas más o menos resistentes, pero que atan. A veces pensamos que amamos a Dios pero, en verdad, hay partes del corazón que no le hemos dado y las hemos entregado a otras realidades. ¿Cuáles? ¿Cuáles son estas ataduras concretas? Cada cual deberá entrar en su interior y descubrirlas.

“De ordinario trae su pensamiento en él”. 
¿En qué pensamos? El pensamiento es movido por el amor; se piensa en lo que se ama de forma natural, y aquello que hay en el corazón reclama al pensamiento. Si nos fijamos en las cosas en que habitualmente pensamos cuando estamos solos, cuando caminamos, cuando tenemos un rato de serenidad, nos daremos cuenta de la verdad del corazón. Sale al nivel racional lo que está en lo más profundo del afecto. Por eso, Dios es amado si de ordinario traemos el pensamiento en Él, si espontáneamente, sin darnos cuenta, estamos pensando en Dios, hablando con Él mientras trabajamos, conducimos, cuando suena el despertador, cuando vamos por la calle, cuando vamos a conciliar el sueño. Una continua conversación con el Señor en el silencio a lo largo del día, un brotar continuamente la plegaria –incluso el uso de jaculatorias con un texto de la liturgia del día- hará que el pensamiento esté “de ordinario en Él” y el corazón se vaya centrando en Dios, sumamente Amado. Es una conversación continua pues en su Presencia vivimos, y la reconocemos con naturalidad como lo más consistente y real del mundo. Traer ordinariamente el pensamiento en Dios no se limita al rato de oración diaria –imprescindible, claro- sino a una Presencia vivida en lo cotidiano, y la conversación real de amor con Él. ¡Se piensa en Dios constantemente, se habla con Él con trato de amor!

“Hasta que, continuando la oración, vengan a tener su ánimo más continuo con Dios, y el corazón con él más entero con afección de amor”.

La oración es beneficiosa para el creyente. En ella ha de continuar sin interrupción, día tras día, y entonces irá experimentando que la oración centra el ánimo en Dios. La oración personal y sosegada –conversación de amor con el Señor, y tanto más si es ante el Sagrario- acostumbra al ánimo a que se centre en Dios y prolonga su oración dejando el alma sólo en Dios, amándole un poco más cada día; con la oración, que centra el pensamiento y lo purifica, enseñándole a pensar bien, el corazón se va poniendo cada vez más en Dios, volcando en Dios la capacidad afectiva. Esto no se improvisa: antes se ha de dar una vida de oración y trato cotidiano con Dios y entonces el afecto humano irá creciendo y volcándose en Dios, el Amado.


¿Qué orden hay en mi vida de oración?
¿Dónde se incluye la oración en mi plan de vida?
¿Qué tiempo y en qué momento hago la oración?
¿Debo aumentarla, tal vez mejorarla?
¿Cómo puedo educar mi pensamiento para que se centre ordinariamente en Dios?

14 comentarios:

  1. Que interesante entrada Javier......Le doy las gracias porque en esto estoy trabajando ultimamente...el estar en continui diálogo con Jesús, si viera las cosas que me inspira.....El cuenta conmigo! Y en mi pobreza de Espiritu me tiene como soy...me siento amada incondicionalmente por El y esto me dá la Vida para poder darla, una Gracia inmerecida que me hace darle Gracias continuamente.

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  2. En las turbulencias diarias no es fácil encontrar los momentos para estar con Dios. Al levantarnos o acostarnos tenemos una oportunidad de dedicar el día o de despedirlo en compañía de Dios.

    Durante el resto del día es complicado saber cuando se tendrá un rato adecuado o siquiera si se tendrá. Pero siempre es posible vivir contemplando a Dios en todo lo que nos sucede. Quizás sea una oración de baja intensidad, pero nos permite estar en sintonía con nuestro creador.

    Que Dios les de un día pleno. Ya llegó la primavera y que sea para mayor gloria de Dios. :)

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  3. Don Javier ! que bien me están viniendo estos Ejercicios ! Los voy haciendo en la hora semanal que hago mi turno en la Capilla de Adoración Perpetua , como es por la noche suelo estar sola o como mucho dos o tres personas , mucho silencio y ante el Santísimo ! un lujo ! . Los que tengais en vuestra ciudad una Capilla de Adoración Perpetua apuntaros para que pueda estar abierta . Cuando lo piensas da un poco de pereza pero enseguida te das cuenta de que es un auténtico regalo.
    ! Ah ! y además allí me acuerdo de esta comunidad bloguera y pido por todos vosotros.
    Un abrazo

    María M.

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  4. Ay, D. Javier, qué difícil encuentro el tema para contestarle al Señor y contestarme. Precisamente hoy, antes de la Misa y en el Sagrario me hacía esa pregunta. ¿Realmente quiero al Señor cómo debería quererle? ¿Me doy por entero? o, ¿creo quererle y no lo quiero cómo debería quererle?
    Estoy absorbida por tantas y tantas banalidades que le resto tiempo y lo poquito que le doy es casi impuesto por mi falta de humildad. Creo que lo tengo en mi vida como la mayor prioridad, pero también, creo, que no soy totalmente sincera, ni con Él ni conmigo. ¡¡¡Qué lío!!!
    De lo que estoy segura es que daría mi vida por Él. De eso sí estoy segura.

    Preciosísimo texto para meditar.¿Sabré sacar conclusiones? Difícil lo veo.

    Gracias, gracias mil.

    Feliz día para todos

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  5. Gracias, María M. Yo pido al Señor por todos vosotros en la parroquia.

    Un abrazo

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  6. Hola don Javier. Llamaré "amado" al Señor, un trato más íntimo para buscar en mi corazñon esas realizades que lastran, esos hilos que amarran al mundo para romperlos,también procuraré una oración más sosegada, lo mejor de la oración es el escudo que me proporciona para salir bien parado en las pequeñas cosas diarias que requieren ser vencidas sin titubeos.Un abrazo.

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  7. Gosspi:

    ¡Diálogo continuo con el Señor! Sí. Es el amor de Cristo que palpita cuando el propio corazón va bombeando.

    Miserere:

    Me ha gustado el concepto de "oración de baja intensidad". Es así muchas veces. Por eso siempre aconsejo hasta la saciedad el uso de jaculatorias: sacar una frase (De la liturgia, de los salmos) en la oración de la mañana y que esa jaculatoria sea el bastón de apoyo durante ese día completo. Renueva la Presencia de Dios. Nos mantiene en tensión de amor a Él, aun cuando no se pueda sacar media hora de silencio orante.

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  8. María M.:

    Me da alegría su testimonio: estos ejercicios espirituales -dosificadísimos- al menos están siendo usados.

    Y alegría me da que en su turno de Adoración perpetua estemos todos los miembros de esta comunidad. Sí, sí, por favor: ¡¡pidamos los unos por los otros!! Así haremos de este blog algo más que una simple página, o un simple foro...

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  9. Capuchino de Silos:

    Esa diatriba espiritual de su oración de hoy creo que es común a muchos. Queremos quererle, sentimos que no le queremos lo suficiente, o lo bien que Él se merece, aunque -creemos- que daríamos la vida por Él.

    Siempre en mi oración repito una frase luminosísima de san Bernardo: "Te amo cuanto puedo". Quisiera amarte más, Señor, pero no sé, no puedo... ¡pero te amo cuanto puedo!

    Gracias también por la oración común por todos los que por aquí caminamos: !y somos muchos ya, gracias a Dios!

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  10. NIP:

    ¡Amado Señor!

    Los santos, más tarde o más temprano, en general, así acabaron llamando a Cristo. Recorriendo un largo camino espiritual de oración, de lucha, de Gracia, consiguieron que Cristo fuera el Amado, cual Persona viva, en sus vidas.

    ¡Ánimo! Lleguemos al Amado.

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  11. Hola hermanos¡¡¡

    Que alegría volver a escribir por aquí,llevo una temporada bastante liada y para colmo una tendinitis me ha dado más faena...

    Ejercicios...que necesitada me siento de un tiempo sólo para mi y para Él, un tiempo del que ahora mismo no dispongo. La semana pasada mi sacerdote me regaló el libro "Hasta la cumbre", un libro basado en unos ejercicios espirituales.Tengo unas ganas de que se acabe el curso para leer y masticar el libro.

    Noto como mi relacion con Él va perdiendo fuerza, como otras cosas (estudios, amigas, preocupaciones...) le van ganando terreno en mi pequeño corazón. Quiero amarle, enamorarme de Él, que sea el eje central de mi vida, quiero que gane terreno en mi corazón...

    ¡Hágase en mi su voluntad¡

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  12. ¡Hombre, Carolinaaa!

    Estaba preocupado por ti y tu silecio, pero me dio reparo escribirte, no vaya a ser que te sintieras atosigada.

    Si vienes de vuelta, tienes aquí catequesis pendientes: ¡ponte al día despacito!

    ¿Por qué no lees ese libro cinco minutos por la mañana y lo vas pensando y aplicando en el metro, en la calle, etc.?

    Un fuerte abrazo y mucho Reflex y Voltarén para esa tendinitis (por cierto: ¿la puedes ofrecer al Señor por varias intenciones mías? Gracias)

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  13. Muchas gracias por este post, Don Javier. Me viene muy bien en estos momentos de mi vida.
    Hay que volver a Jesucristo, el Amado, cada dia, mañana, tarde y noche...Porque si no nos desorientamos y entretenemos con otras cosas que no nos ayudan en el camino de santificación.
    Buenas noches.
    ;O)

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  14. me adentre un poco a esta pagina, y me encontre un numero grande de personas entregadas al servicio y al amor a Dios, deseosas de amarle con sinceridad. ya Dios lo sabe, con cuanta sinceridad, salen nuestras palabras,con cuantas intenciones buenas queremos demostrarlo aunque por ahi se aparecen las distracciones de otros humanos quereres. Dios lo dejo asi, que nosotros esperimentaramos en otro momento el vacio, la soledad, la incertidumbre, la duda,el temor, la insatisfaccion y todo un ramillete de sentimientos que nos abruman, es como hablar de las luces y sombras de nuestro andar. pero hay algo muy cierto, lo que importa es caminar, en la luz y en medio de la oscuridad,con fatigas, y sentimientos indeseados, despues de todo, cuanto estes en la cumbre de la vida, te daras cuenta, cuan afortunado eres, cuanto haz atesorado, y que panoramica mas hermosa ha amanecido en tu vida, cuando escuches la voz que te dice, haz vencido, haz llegado a la meta, ahora te toca el merecido premio. esta es nuestra esperanza, nuestro sueño, nuestro amor, nuestro deseo para los demas............QUE DIOS BENDIGA ABUNDANNTEMENTE A TODOS LOS QUE AMAN AL SEÑOR, Y LE BUSCAN DE CORAZON..mucho amor hermanos y mucha paz.......compartanla con una sonrisa.

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