jueves, 17 de marzo de 2011

Catequesis: "Padre nuestro" (III)

1. “Santificado sea tu nombre”

    La primera súplica dirigida al Padre celestial en la plegaria del Padrenuestro hace referencia a su nombre: se pide que sea santificado. El Nombre, en la Biblia, no es cómo se llama cada uno, su nombre y sus apellidos, sino que el Nombre en la Biblia es la Persona entera, lo que Ella es y su misión. Pidiendo al Padre que su Nombre sea santificado, le pedimos, en consecuencia, que Él mismo sea santificado. ¿Es que Dios no es Santo, el Tres Veces Santo? ¿A qué viene pedir que el que es Santo sea santificado? Significa más bien que Dios sea reconocido como Santo, que Dios sea reconocido y amado como Dios, que todos conozcan y reconozcan que Dios es Dios, el Dios Santo y Fiel, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

    Recordemos lo que dice el profeta Ezequiel: “Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor” (Ez 36,26).

Sí, oh Dios, muestra tu santidad, que todos te reconozcan, que todos los hombres te conozcan, te amen y se salven. ¡Muestra, oh Dios, tu santidad!
    
    “Santificado sea tu nombre” es también que realiza su santidad en nosotros, que su santidad nos llene, nos transforme, que nosotros –la familia cristiana- seamos santos y reflejemos en el mundo la grandeza y la santidad de Dios, siendo así alabanza de la gloria de Dios. Le pedimos “quiero ser santo con la santidad que viene de Ti”, participar de tu Vida y Santidad.

    Es la Tradición de la Iglesia la que interpreta esta petición del Padrenuestro.

Relacionado con nuestra petición –dice Tertuliano-, cuando decimos “santificado sea tu nombre”, pedimos que sea santificado en nosotros, que estamos en él, así como en todos los demás hombres, a quienes espera aún la gracia de Dios. Y esto, a fin de que mediante este precepto aprendamos a orar por todos, incluso por nuestros enemigos. De ahí que al decir: “sea santificado tu nombre”, sin añadir “en nosotros”, decimos “en todos” (III, 1-4).

    
    2. Digamos siempre esta oración saboreándola, hagamos del Padrenuestro el tema de nuestra meditación; dediquemos muchas horas a meditar cada frase del Padrenuestro, para que vayan teniendo cada vez más sentido y belleza en nuestra alma, y sea de verdad nuestra oración. Consideremos esta segunda petición: “santificado sea tu nombre”.

    3. Dios es Santo. Pero el amor de Dios –Dios es Amor, Dios es Padre- no encierra su santidad en la perfección del cielo, sino que la quiere comunicar, Él quiere hacernos santos, modelarnos interiormente con su gracia, llenarnos de su amor, de su Belleza, de su vida, darnos a gustar de sus bienes. Y la obra de nuestra santificación proviene entera y exclusivamente de Él. Nuestra vocación es la santidad. Modelo acabado y sublime de santidad es la Virgen María. Desde el mismo instante de su Concepción, no conoció la corrupción del pecado, y fue llamada por el ángel “llena de gracia”. Ser santos como Ella en medio de nuestros afanes y trabajos cotidianos, en nuestra vocación y peculiar estado de vida, pero ¡Santos! María es el orgullo de nuestra raza, la gloria de Israel. Santa, sin mancha de pecado, la gracia obró abundantemente en Ella. Durante su vida, con los Apóstoles, participan-do de la vida y de los sacramentos de la Iglesia, y en su plegaria diaria, ¡cuántas veces no diría la Virgen: “santificado sea tu nombre”!, santificado sea tu nombre en mí. Y fue plenamente santificado el Nombre de Dios en la Virgen, completando la obra de la gracia: desde su Inmaculada Concepción hasta su gloriosa Asunción a los cielos.

    Así pues, pedir en el Padrenuestro que el nombre de Dios sea santificado, es pedir el don de la santidad de vida, que Él nos haga santos, diseñe su santidad en nosotros, nos haga llenarnos de su gracia. Esa obra de Dios es posible en nosotros, es vocación de Dios puesta en nuestra alma. Sólo con profundos deseos de santidad podemos pedir que sea santificado su Nombre en nosotros. Y mirando a la Virgen, renovamos nuestra esperanza de que podemos ser santos, de que para Dios nada hay imposible, que su misericordia es eterna y que Él no va a abandonar su obra en nosotros. Correspondamos a nuestro deseo no poniendo obstáculo a la gracia de Dios en nuestra vida; rechacemos el pecado; confesemos con frecuencia para vivir de esta Gracia en nuestra vida; esperemos, con esperanza sobrenatural, que Dios nos vaya, día a día, haciendo santos. Seamos, pues, santos, como nuestro Padre es santo.

10 comentarios:

  1. D Javier...hoy puedo decir que el Señor ha santificado a un hermano nuestro en la fé...Oscar, ha muerto santamente y hasta el final dando Gloria a Dios....Siempre pienso lo que comenta en su entrada al rezar despacio el Padrenuestro...es bellisima esta oración cuando entras en ella de corazón.

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  2. Os dejo una cita del primer libro de Reyes, que encontré por medio del magnifico libro "El Espíritu de la Liturgia" del en aquel tiempo, Cardenal Ratzinger:

    “Mi padre David pensó en su corazón edificar una Casa al Nombre de Yahveh, Dios de Israel, pero Yahveh dijo a David mi padre: "Cuanto a haber pensado en tu corazón edificar una Casa a mi Nombre, bien has hecho en tener tal voluntad, pero no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo, salido de tus entrañas, ése será quien edifique la Casa a mi Nombre.” (1 Re 8,17-19) Tomado de la Biblia de Jerusalén

    El Templo de Jerusalén fue construido en honor al Nombre de Dios. Bendito y santificado sea Su Nombre.

    Que Dios les bendiga :)

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  3. Veo que eres coherente con los fines de tublog, acercando a Dios a todos con lo que dices, enhorabuena y sigue ese camino, que hace mucha falta.
    Un fuerte abrazo

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  4. La obra entera de Dios es maravillosa, pero donde puso la guinda del pastel fue en el hombre. Si nos dejamos modelar por Éll solo tenemos que perdirle ser santos y entonces...bendita felicidad poder disfrutar en el cielo.

    Gracias, D Javier, nos ayuda muchísimo. Ojalá entren muchísimos en el blog.

    Feliz día para todos y el Señor en nuestra alma con nosotros. Gracias

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  5. Hola don Javier, pediré que el santo nombre de Jesús sea santificado en todo el mundo y buscaré, llamaré para que me haga santo de carne y hueso.Un abrazo

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  6. Les encuentro por casualidad, para regosijo de la fe. Bello espacio, es reconfortante ver tantos blogs con un mismo fin, vamos por el mismo camino. Felicitaciones.
    Con fraternal afecto en Jesús por María, María del Carmen

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  7. Disculpad el retraso en contestar, pero a veces la vida no me da para mucho más.

    Icue:

    El blog es un servicio a la Iglesia, a los fieles (mis hermanos) que busquen un lugar de formación y oración, con vínculos entre todos. Procuro ser coherente, le doy mi palabra. E intento aplicarme cada catequesis que se publica.

    Gracias por sus palabras.

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  8. Capuchino de Silos:

    ¡Buena síntesis! El hombre es el broche de oro de la creación, "lo más de lo más". Ahora nos toca dejarnos modelar por Él, por su Amor... ¡para la santidad!

    Me agrada que le sirva el blog a Vd. y a los demás. Comparto su deseo: ojalá muchos más se incorporen a esta comunidad virtual, lean, se interroguen a sí mismos, oren unos por otros, y traigan a otras personas a vivir esta experiencia.

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  9. NIP:

    ¡Santo de carne y hueso! ¡Sí, sí! ¡Eso es la santidad! No es miel (melosa), ni una imagen de escayola decorativa, sino real y encarnada, como el Verbo encarnado.

    Unos por otros oramos en este blog como comunidad para ser santos (aparte de las necesidades concretas que cada cual tenga o exponga aquí para que recemos todos).

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  10. María del Carmmen - Macarena.

    Bienvenida. En mi nombre y en el de todos (estoy seguro).

    Aquí se encontrará una comunidad ya consolidada (200 personas o más): leemos, nos formamos, compartimos, precisamos opiniones y tenemos un compromiso para estar en el blog: que cada día pidamos unos por otros, recemos por todos los miembros del blog.

    Espero su presencia y sus comentarios. El Señor la bendiga.

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