domingo, 20 de febrero de 2011

El humanismo cristiano: precisiones

Hoy se mira como sospechoso hablar y tratar del humanismo cristiano, como si éste fuera la negación del carácter sobrenatural del cristianismo y de la vocación eterna del hombre. Muchos propugnan sólo y exclusivamente el concepto de "teocentrismo" y valoran como heterodoxo o modernista hablar de humanismo cristiano, como una traición al depósito de la Revelación.

Pero el humanismo cristiano está en la entraña del cristianismo.

No vamos a entretenernos en refutar los ataques al humanismo. Creo mejor leer, meditar, sopesar e integrar la doctrina de la Iglesia misma, ésta por voz de Pablo VI (hoy cuestionado y arrinconado, su palabra puesta en entredicho, como si hubiera Papas cuya doctrina es de primera categoría y exige obediencia y respeto, y Papas de segunda categoría cuya doctrina sí puede discutirse, reinterpretarse o silenciarse).

¿Qué es el humanismo cristiano? 

"Hoy día muchos sustituyen la teología por la antropología. Ven en el cristianismo un valor humano aceptable para todos; pero no ven la verdad divina que da a aquel valor humano su razón de ser y su valor infinito.

El punto estratégico de la discusión ideológica es hoy el humanismo. No el humanismo de nuestros recuerdos históricos, ni el de nuestra cultura clásica, sino el de la cultura y de la sociología modernas, convertido, en algunas de sus típicas expresiones, en una utopía cósmica que hace del hombre el dios del hombre; un humanismo que, en persistente y seudo-lógico vértigo del pensamiento, se atreve a proclamar al hombre como causa absoluta de sí mismo, expresión espontánea de una vitalidad liberadora y originariamente legítima y honesta, sustitutiva de cualquier otra obligación alienante. El hombre, y basta. Además, este engreimento humanístico, experto en la constatación de los límites de nuestra vida, dilatará desmesuradamente las dimensiones de la estatura humana y nos aturdirá con el grito exaltante del superhombre, destruyéndose secretamente por no saber apagar de otro modo la intrínseca vocación del hombre a superarse a sí mismo; y dará al mundo la ilusión de poderlo regenerar, autorizándolo a la conquista y al uso de una potencia material sin límites.

Pero al mismo tiempo este humanismo, desilusionado de sí mismo, se agarrará al análisis científico y nos recordará la consistencia realista de nuestro ser animal, asimilando sin escrúpulos la compleja creatura elegida que somos a nuestros parientes inferiores del reino biológico, también ellos fenómenos estupendos de la naturaleza, pero privados de conciencia espiritual y destinados a una inmediata e inexorable disolución con la muerte.

Con el nacimiento de Cristo, hermanos, celebramos otro humanismo. Otra concepción del hombre; y esto tiene hoy una importancia capital...

Nuestra antropología conoce ya firma una superlativa genealogía del hombre, creatura tan hermosa, tan noble, tan digna de nuestra admiración y entusiasmo como para presentarla en sí misma, en su composición esencial, "imagen y semejanza de Dios" (Gen 1,26), destinada a presidir todas las creaturas. Ella conoce mediante la fe, concretizada también en la experiencia (cf. Pascal, 434), el drama doloroso de la pérdida de la situación originaria a consecuencia de la herencia del pecado original, que lo ha trastornado todo en la vida humana, dejando en ella inmensas nostalgias e insatisfechas aspiraciones, desorden y desequilibrio en el mecanismo psicológico y moral de su actividad, experiencias dolorosas y humillantes propias de tal disfunción congénita, grandeza y miseria que crean en el corazón del hombre una necesidad exaltante y atormentada, una necesidad enigmática, convertida en esperanza por misericordiosa promesa divina.

Así es el hombre. ¡Ay de quien lo toque! Su vida es sagrada desde el seno materno. Nace siempre dotado de esta peligrosa pero divina prerrogativa, la libertad, educable pero inviolable. Nace persona autosuficiente, pero necesitada igualmente de convivencia social; nace pensante, con voluntad, destinado al bien, pero capaz de error y de pecado. Nace para la verdad, para el amor. No terminaríamos nunca si quisiéramos hacer un retrato completo delhombre tal como lo describe el humanismo cristiano; queremos resaltar ahora una sola nota, que se refiere a todos los rasgos de los que resulta la fisonomía sustancial del hombre: la necesidad de salvación.

El hombre no es perfecto tal como es: es un ser esencialmente necesitado de restauración, de rehabilitación, de plenitud, de perfección, de felicidad. Es una vida que no se basta a sí msima, sino que tiene necesidad de un complemento de Vida, un complemente infinito. Enalteced al hombre: pondréis en mayor evidencia su deficiencia, su limitación, su secreta necesidad de ser salvado. Digámoslo inmediatamente y digamos todo: la necesidad de un Salvador.

Sí, necesidad de un Salvador; hombre para unirse a los hombres, pero que es a la vez Dios para llevar al hombre hacia la altura, a la cual lo destina su concepción original y siempre inmanente: la altura divina (Pablo VI, Mensaje de Navidad, 25-diciembre-1973).

¡Casi nada!
Pues esto es el humanismo cristiano. Y las deducciones que de aquí se sacarían serían múltiples y con reflejos palpables en todo: la cultura, la enseñanza, las artes, las humanidades, la espiritualidad...

6 comentarios:

  1. Yo creo que lo que muchos cristianos están denunciando hoy en día no es el humanismo cristiano,

    sino el cristianismo eticista no cristocéntrico, el cristianismo reducido exclusivamente a humanismo, a ética solidaria, privado de todo lo sobrenatural.

    Es un cristianismo humanista, arriano, en que la Gracia no se considera necesaria, y donde la vida cristiana se reduce a actividad o.n.g.

    Esto es una desviación terriblemente extendida hoy en día, en que se vive una época dorada de arrianismo y pelagianismo, bases de este cristianismo humanista, que no del humanismo cristiano, cosa diferente como bien dice en esta entrada.

    un saludo cordial en Cristo

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  2. Por otra parte, no hay más que echar un vistazo a páginas de teólogos hoy de moda, de gran popularidad, como JM Castillo, Pagola, etc., etc., y escuchar lo que se dice en muchos ambientes cristianos,

    para comprobar cómo se ha extendido este cristianismo sin Cristo, antropocéntrico, que devalúa el papel de la Gracia y de los sacramentos,

    y que nada tiene que ver con ese humanismo cristiano de que habla Pablo VI.

    Está en la calle, al menos en mi diócesis. Muchas obras de solidaridad, pero sin Cristo.

    Porque el humanismo verdadero, el cristiano, no es antropocéntrico, sino cristocéntrico. ¿Se puede ser cristiano sin ser cristocéntrico?

    El auténtico humanismo es el de los santos. Que nada tiene que ver con esta religión "humanocéntrica" sin Cristo, centrada en la inmanencia del ser humano, que invade muchos ámbitos eclesiales.

    Muchísima gente, hoy día, cree que Jesús es un simple modelo ético de humanidad, y no el Salvador, y cree que el cristianismo consiste en construir un mundo mejor a base de valores humanos y programas asistenciales, solamente.

    Pero sin la Gracia estamos perdidos, sin la Iglesia estamos perdidos, y el humanismo, si no es cristocéntrico, es un falso humanismo.

    Un abrazo, y perdón por mi insistencia.

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  3. La fraternidad entre las personas tiene su fundamento en la paternidad de Dios y, por eso, se diferencia de modo fundamental del punto de vista secular de la fraternidad, tal como fue expuesta en la Revolución Francesa.

    Nos dice Benedicto XVI:
    El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don...
    El desarrollo conlleva atención a la vida espiritual, tener en cuenta seriamente la experiencia de fe en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia a uno mismo, de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto es indispensable para transformar los «corazones de piedra» en «corazones de carne» (Ez 36,26), y hacer así la vida terrena más «divina» y por tanto más digna del hombre.
    CARTA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE

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  4. Hola D.Javier. El verdadero antropocentrismo es el Cristológico. Si no es el centro el más bello de los hombres en seguida se manifiesta tanta carencia, pero si ese hombre es Jesús, hijo de Dios y del hombre todo adquiere sentido.Adquisición que requirió su preciosa y bendita sangre redentora.Un abrazo.

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  5. Contesto ahora:

    Y contesto a vuestros comentarios (Alonso Gracián, Desde Sevilla, NIP), reafirmando lo tan bien dicho por vosotros.

    Nada que objetar, nada que añadir.

    En el fondo estamos diciendo lo mismo, pero me parece que a veces los términos según quienes lo usan se prestan a confusión. ¡Cuántos hablan de humanismo cristiano y es de todo menos "humanismo" y sin "cristiano"! Y otros hacen del cristianismo una filosofía humanista de la new age.

    Gracias a todos por estar ahí.

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  6. Es verdad, don Javier que a veces los términos pueden mover a confusión.

    Tal vez en lugar de "cristiano humanista", se puede decir humano-céntrico, u antropocéntrico, o humanista pelagiano, o algo parecido.

    Gracias y un saludo en el Señor

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