sábado, 3 de abril de 2010

Segundo día de la Pascua: Descendió a los infiernos

¿Qué dice Cristo en este día? Como todos los salmos son vox Christi ad Patrem, y por tanto, los cantamos viendo y oyendo a Jesús que ora así al Padre, esta mañana en el Oficio veíamos lo que dice Cristo: "Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas y mi carne descansa serena; porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción" (Sal 15); texto sálmico puesto en la boca de Cristo, texto sálmico que se cumple en Cristo como vemos en el primer discurso kerygmático de san Pedro (Hch 3). Cristo confía en que el Padre lo resucitará. Ahora ha entrado en el descanso tras la batalla de la Cruz; su carne en el sepulcro descansa serena porque sabe que la muerte no podrá con Él, ni va a ser entregado a ella, sino que será Él el que venza la muerte y pisotee la corrupción resucitando glorioso, transformado.


"Descendió a los infiernos", al Hades, al Abismo, al Sheol (no es igual este "los infiernos" que "el infierno" como estado de condenación). Realmente muerto, desciende a la región de los muertos introduciendo así un principio de vida que "estallará" en la noche de Pascua. Allí le aguardan los justos que están en tinieblas y sombras de muerte. Ha bajado hasta lo más angustioso del hombre, y así Él comprende y comparte toda la experiencia humana completa: nada desconoce, nada ignora y por eso puede comprendernos y redimir nuestras ansiedades, miedos, oscuridades, angustias, temores, muertes. A Él orábamos esta mañana: "Nuevo Adán, que quisiste bajar al reino de la muerte para librar a los justos que, desde el origen del mundo, estaban sepultados allí, haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan".

Es Sábado Santo: día de espera esperanzada.¡Qué bien aparece hoy el dinamismo de la esperanza teologal, la pequeña esperanza, que debe acompasar nuestras existencias! Aguardamos: Él cumplirá su palabra y resucitará como Señor, como Triunfador, con las llaves de la muerte y del abismo. Y mientras contemplamos el misterio de este segundo día de la Pascua:

"Se alejó nuestro pastor, fuente de agua viva, a cuya muerte el sol se oscureció; ya que fue apresado aquel mismo que retenía cautivo al primer hombre. Hoy (¡el HODIE de la liturgia, la contemporaneidad con el acontecimiento!), Hoy nuestro Salvador destruyó las puertas y las cerraduras del imperio de la muerte.
V/. Destruyó ciertamente la cárcel del abismo y arruinó el poder del enemigo.
R/. Hoy nuestro Salvador...

No hay comentarios:

Publicar un comentario