Todo
exorcismo es una plegaria dirigida a Dios pidiendo la liberación de algo o de
alguien del poder de Satanás para que se reintegre al servicio de Dios. Así
purificada la materia o la persona, será libre en el servicio del Señor. Se
prolonga de este modo el poder de Cristo sobre los demonios, tantas veces
aparecido en el Evangelio, por medio de la acción de la Iglesia.
Exorcismo
mayor
Hay
un ritual propio de exorcismo para el caso más grave de posesión o influjo
diabólico. Es el exorcismo mayor dirigido a expulsar al demonio de una persona.
La
Iglesia lucha contra Satanás invocando a su Señor para ayudar a los fieles que
experimentan la posesión diabólica, librarlos de las insidias del demonio y de
toda perturbación.
Es
una auténtica liturgia: aspersión con agua bendita, letanía, salmos, Evangelio,
imposición de manos, el Credo, el crucifijo que es besado, la fórmula
deprecativa invocando a Dios y la fórmula imperativa “por la que en nombre de
Cristo se conjura directamente al diablo para que salga del fiel vejado” (REx
28). Termina el rito con una fórmula de acción de gracias, oración y bendición.
La
larga fórmula deprecativa es una invocación a Dios para que libere al fiel del
demonio (REx 61):
Oh Dios, creador y
defensor del género humano,
vuelve tu mirada sobre
este hijo tuyo N.,
que creaste a tu imagen
y que llamas a
participar de tu gloria:
el antiguo adversario
lo atormenta cruelmente
lo oprime con
despiadada violencia,
lo angustia con
inhumano terror.
Envía sobre él tu
Espíritu Santo
que lo fortalezca en la
lucha,
que le enseñe a orar en
la tribulación,
y lo fortifique con su
poderosa protección.
Escucha, Padre santo,
el gemido de tu Iglesia
suplicante:
no permitas que tu hijo
sea poseído por el
padre de la mentira;
ni que tu siervo al que
Cristo
redimió por su sangre,
sea sometido a la
servidumbre del diablo;
ni que el templo de tu
Espíritu
sea ocupado por un
espíritu inmundo…
Escucha, Dios
misericordioso,
los ruegos de santa
María, la Virgen…
Los
exorcismos en el camino de la Iniciación cristiana
Preparándose
los adultos para su Iniciación cristiana, los catecúmenos recorren un camino de
fe y de conversión profunda, despojándose del pecado y purificándose de él para
recibir la vida nueva en Cristo. “De la evangelización, llevada a cabo con el
auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se
siente arrancar del pecado e inclinado al misterio del amor divino” (RICA 10).
El
catecumenado no es sólo instrucción y doctrina cristiana, sino que también
busca la transformación de la persona, debiendo tener una “conversión inicial y
la voluntad de cambiar de vida” (RICA 15). Estas disposiciones irán madurando y
llegará el período de purificación e iluminación (la Cuaresma previa a la
Iniciación sacramental) en que se ejercitan en “la penitencia” (cf. RICA 21),
purificándose “con el examen de conciencia y por la penitencia” (RICA 25).
Como
una gran ayuda, los exorcismos en el catecumenado piden la gracia y la
fortaleza de Dios para romper con el pecado y purificar el corazón.
Los
escrutinios –son tres- son exorcismos, que se celebran para “descubrir en los
corazones de los elegidos lo que es débil, morboso o perverso para sanarlo; y
lo que es bueno, positivo y santo para asegurarlo” ya que “se ordenan a la
liberación del pecado y del diablo, y al fortalecimiento en Cristo” (RICA 25).
Además,
durante todo el catecumenado, se pueden realizar los exorcismos menores. Estos
exorcismos menores se celebran por el sacerdote, o por el diácono, o también
por un catequista digno y apto designado por el Obispo para este ministerio
(cf. RICA 48). Se hace extendiendo las manos sobre los catecúmenos, estando
éstos inclinados o arrodillados (RICA 109).
Al
ser una ayuda eficaz durante el proceso, se pueden realizar muchas veces:
“durante la celebración de la palabra; también, si el caso lo aconsejara, al
principio o al fin de la reunión para la catequesis, finalmente, por necesidades
peculiares, en privado para cada catecúmeno” (RICA 110).
Varias
oraciones de exorcismo nos ofrece el Ritual; por ejemplo:
Señor, Dios nuestro,
por quien se nos
descubre la vida verdadera,
se anula la corrupción,
se fortalece la fe,
se despierta la
esperanza
y se inculca la
caridad,
te rogamos en el nombre
de tu Hijo,
nuestro Señor
Jesucristo,
y por la virtud del
Espíritu Santo,
que alejes de estos
siervos tuyos
la incredulidad y la
duda,
(el culto de los ídolos
y la magia,
los encantamientos y el
espiritismo),
el ansia de dinero y
los halagos de las pasiones,
las enemistades y las
discordias
y cualquier forma de
maldad.
Y puesto que les has
llamado
para que sean santos y
sin pecado en tu presencia,
infunde en ellos el
espíritu de fe y de piedad,
de paciencia y de
esperanza,
de moderación y de
pureza,
de caridad y de paz
(RICA 114).
U
otro ejemplo:
Señor Jesucristo,
que en el sermón de la
Montaña
quisiste apartar del
pecado a tus discípulos
revelar las
bienaventuranzas del reino de los cielos,
haz que estos siervos
tuyos,
que oyen la palabra del
Evangelio,
se conserven inmunes
del espíritu de codicia y avaricia,
de sensualidad y de
soberbia.
Como fieles discípulos
tuyos,
se consideren dichosos,
cuando sean pobres y
hambrientos,
misericordiosos y
limpios de corazón;
trabajen por la paz
y soporten con alegría
las persecuciones,
para que se hagan
partícipes de tu reino,
y así consigan la
misericordia prometida,
y experimenten el gozo
de ver a Dios en los cielos (RICA 116).
No hay comentarios:
Publicar un comentario