viernes, 6 de julio de 2018

Sentencias y pensamientos (I)



1. El Maligno pone tentaciones según la fragilidad de cada persona. Constantemente nos acecha y nos estudia para ver nuestros puntos débiles y atacar por ahí. Puedes deducir entonces cuál es tu punto débil, tu corazón.





2. Jesucristo es el mayor bien que tenemos. ¡En Jesucristo, Dios nos lo ha dado todo! ¡Jesucristo lo es todo para nosotros y colma con creces nuestra capacidad de amar! ¡Jesucristo es lo más maravilloso que ha ocurrido en nuestra vida!



3. Dios respeta tu ritmo de crecimiento, y Él va marcando tu vida y modelándote y llevándote por donde él quiere. Te  hace crecer, ilumina lo oscuro de tu alma, fortalece lo débil y sana lo que está enfermo. Te da, además, una justa comprensión de ti mismo y de tu realidad. Lo que tú ves como estéril, Él puede que lo vea como fecundo y hermoso; lo que tú estimes adquirido y logrado Él puede que lo vea como fecundo y hermoso; lo que tú estimas adquirido y logrado puede que Él lo vea incompleto.


4. En la íntima y filial y amorosa unión con Dios, uno queda transfigurado, “hermoseado” en su Belleza, y ya todo lo que se hace, se piensa, se siente, se ama, se lucha... todo queda marcado con el sello de Dios para que todo nazca de Él, tienda a Él y halle su consistencia en Él.




5. ¡Ser creyente! Y el sacerdote, es, en primer lugar, un creyente que está realizando la experiencia de la fe con profundos anhelos de santidad.



6. ¡Santidad! Palabra clave, meta soñada. No la santidad que nos exigimos y proponemos; no nuestra perfección moral; no la cumbre de nuestra disciplina y rigor, como vía ascética de pulcritud y ensimismamiento en nosotros mismos; ¡la santidad!, proyecto de Dios en nuestra vida realizado según sus caminos y sus pensamientos, obra suya en nuestra debilidad, pues es Dios el que nos hace santos y no nosotros a base de proyectos, metas y esfuerzos. La santidad como abandono en la Gracia de Dios, como ejercicio de fe (de nuevo, la experiencia creyente), de caridad (apasionado amor a Dios, amor a los hombres de nuestro tiempo) y de esperanza (Dios va realizando sus promesas; Dios completará su obra en nosotros y la llevará a buen término).

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