jueves, 9 de junio de 2016

Plegaria: expuesto el Corazón de Cristo (S. Juan de Ávila)

Nuestra oración -esta plegaria de hoy, de san Juan de Ávila- no sale de su asombro al ver cómo el Corazón de Cristo está expuesto y ofrecido a todos para que lo roben y lo posean y lo amen.

Nada se reserva Cristo: todo Él se da.

Nada oculta Cristo: sus llagas son ventanas para ver su interior.


Todo en Él es amor, todo anuncia su amor, todo convida a su amor.

Su acción en nosotros es acción del amor de su Corazón; y así actúe o deje de actuar, hable o calle a nuestra alma, etc., todo es acción del amor de su Corazón.

¡Quién pudiera acercarse y vivir palpitando junto al corazón de Cristo!



Amor divino de Dios: su Corazón


            Tú, Señor, ¿no dijiste: Con toda guarda guarda el corazón porque de él procede la vida? (Prov 4,23). Y si la vida de nuestro cuerpo procede del corazón, y por eso mandas que lo pongamos a buen recaudo, ¿por qué no pones tú a mejor recaudo tu corazón, pues de él procede la vida del nuestro y es fuente de vida, por el cual viven todas las cosas vivas en el cielo y en la tierra?

            Si fuera dichoso, no fuera mucho guardarlo poco, pues vale poco; mas tu corazón, Señor, que es la misma riqueza, y que tanto amas, ¿cómo no temes que te lo roben, pues tan hermoso y rico es y tan en público está puesto y tan cerca de nosotros, que con cuatro o cinco pasos que demos llegaremos a él y lo tomaremos?

            ¡Oh invenciones de Sabiduría divina, manifestadora de su encendido amor con los hombres, que, por ser tan admirables, ni se deben olvidar ni callar, pues por ellas se dijo: Declarad en los pueblos las invenciones de Dios! (1Cron 16,8).

            ¡Oh deseo, oh sed intensa que tienes, Señor, de que los hombres te roben, te posean y sean bienaventurados por ti!

            Tú, Señor, sabiendo qué haces, te comunicas de mejor gana y más copiosamente que ninguna de tus criaturas.

            ¡Oh, quién entendiese, Señor, tus caminos llenos de hermoso amor!

            ¡Quién entendiese cómo en todas las cosas, cuando no concedes y cuando concedes, y cuando haces y no haces, halagas y riñes, el fin que en todo pretendes es nuestra satisfacción y salvación eterna!

            Nos mandas, Señor, que cerremos y guardemos con toda guarda nuestro corazón, porque no se derrame por las criaturas y te pierda a ti, que eres su vida; mandas que esté vacío de todo amor, como el altar de tus sacrificios; y nos mandas tú esta tan estrecha guarda de nuestro corazón, ¡pones tú el tuyo en público para que todos te lo puedan robar; y el nuestro no nos lo lleve nadie, y el tuyo te lo tomen todos![1]


[1] Cf. S. Juan de Ávila, Serm. 34,8-10.

2 comentarios:

  1. Es el lenguaje del amor de la criatura para con su Creador, el salvado para con su Salvador, el hijo amad para con su Padre Bueno, el alma esposa para con su Esposo Divino que le pide exclusividad, por su propio bien, para que así halle mucho antes que otros, la vereda que lleva a la Vida eterna. Un saludo filial.

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    1. Una muestra de amor:

      En un país en guerra, cuyo nombre no recuerdo ahora, uno de los ejércitos arrasó un templo, derramando las Sagradas Formas por el suelo. Una niña que lo había contemplado todo, acudía al templo por la noche y con su lengua recogía las Sagradas Formas una a una y las tragaba. Un día, un soldado la descubrió y la mató a golpes con su arma ¡Una gran muestra de amor!

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