miércoles, 10 de abril de 2013

El evangelio de Jn en Cuaresma y Pascua (I)



Comenzamos hoy una serie de catequesis sobre el evangelio de san Juan y su distribución a lo largo de la Cuaresma y de la cincuentena pascual. ¿Con qué criterios? ¿Para qué? ¿Qué se subraya en uno y otro caso?

Esto nos debe facilitar la comprensión del leccionario ferial -el de diario- que nos ofrece la lectura de este evangelio. 

1. Razones de su uso en la liturgia

            En la distribución actual del leccionario romano, nos encontramos que para las Misas diarias (feriales) de Cuaresma y de Pascua se propone una lectura semi-continuada del evangelio de San Juan, con claves distintas para interpretar la lectura evangélica, seleccionando unos capítulos concretos en las Misas feriales cuaresmales y otros que se reservan para las ferias de la cincuentena pascual.

            Obtener una visión de conjunto de este evangelio, y destacar cuáles son los capítulos leídos en Cuaresma y cuáles los proclamados en Pascua, permiten recibir y entender mejor la lectura evangélica mucho mejor que tomando cada texto aisladamente y desconociendo la razón por la que la liturgia lo presenta.

            En la Ordenación del Leccionario de la Misa (: OLM), nº 98, se explica que en las ferias cuaresmales “desde el lunes de la cuarta semana, se ofrece una lectura semi-continua del Evangelio de san Juan, en la cual tienen cabida aquellos textos de este Evangelio que mejor responden a las características de la Cuaresma”; y para las ferias de la cincuentena pascual, una vez concluida la Octava, “se hace una lectura semi-continua del Evangelio de san Juan, del cual se toman ahora los textos de índole más bien pascual, para completar así la lectura ya empezada en el tiempo de Cuaresma. En esta lectura pascual ocupan una gran parte el discurso y la oración del Señor después de la cena” (OLM 101).

            De esta forma, el bellísimo evangelio de san Juan, con su peculiar lenguaje y técnica, se lee en grandísima medida en las ferias cuaresmales y pascuales, sin contar otros domingos (Samaritana, ciego de nacimiento, Lázaro en el ciclo A de la Cuaresma) y solemnidades en que también se proclama (Misa del día de la Natividad, Misa del día de Pascua, Pasión el Viernes Santo).


2. Estructura y rasgos generales del 4º evangelio

            La estructura general de este evangelio nos servirá de guía para entender el criterio de selección de la liturgia:



Prólogo y testimonios (1,1-51)

            I. LIBRO DE LOS SIGNOS (2,1-12,50)

1. La gran novedad (2,1-4,42)

2. Jesús, palabra que da vida (4,43-5,47)

3. Jesús, pan de vida (6,1-71)

4. Jesús, luz y vida (7,1-8,59)

5. Jesús, luz que juzga al mundo (9,1-10,42)

6. Victoria de la vida sobre la muerte (11,1-57)

7. La muerte, camino hacia la vida (12,1-50)



            II. LIBRO DE LA PASIÓN-GLORIA (13,1-20,31)


1. Discursos de despedida (13,1-17,26)

2. Historia de la pasión – resurrección (18,1-20,31).



            Durante las ferias de Cuaresma, en la IV y V semana se han seleccionado los capítulos 5, 7 y 8, y textos del capítulo 10 y del capítulo 11, es decir, aquellos capítulos donde el enfrentamiento con el mundo de la incredulidad, los judíos, va alcanzando un mayor nivel de dramatismo y aquellos pasajes (en el capítulo 10 y 11) donde deciden echarle mano, prenderlo, para que no perezca la nación entera.

            El evangelista va narrando una tensión creciente, con evidente dramatismo narrativo, a la vez que se va anunciando la Hora, la Gloria de Jesús, elevado en la Cruz, donde mostrará que “Él es”, “Yo soy”, Dios mismo.

           Es un rasgo característico del cuarto evangelio su tendencia antijudía, es decir, asociar la incredulidad al mundo judío (a los “dirigentes de los judíos”), señalando el fin de lo caduco en el Antiguo Testamento (el Templo, las fiestas judías, el Cordero) y mostrando la realidad nueva (Cristo el verdadero Templo, el Cordero pascual inmolado, etc.). Esta confrontación se manifiesta claramente en las discusiones de Jesús con los judíos que negaban lo que Jesús afirma de sí mismo; el ejemplo más claro, los capítulos 7 y 8, leídos en Cuaresma.


2 comentarios:

  1. “El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad para que también vosotros creáis”; “ éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”.

    Juan, al seguir el orden histórico de los sucesos, tiene una especial preocupación por determinar exactamente el momento en que ocurren y la conexión entre los mismos pero se centra en la persona del Redentor, seleccionando principalmente aquellos discursos y coloquios de Jesús que enfatizan la Divina Majestad de Su Persona. Así relata alguna de las grandes maravillas mediante las cuales Cristo revela su gloria, pero intentando más bien llevarnos hacia un profundo entendimiento de la Divinidad de Cristo mediante la consideración de sus palabras, discursos y enseñanzas.

    Juan clara y enfáticamente hizo la verdadera Divinidad del Redentor el centro de su narración, en sentido estrictamente metafísico. Parece subyacer en el autor la intención de proteger a los cristianos contra las tentaciones de falsas enseñanzas sobre Jesús de Nazaret, nada baladí en el tiempo actual proclive al reduccionismo y sincretismo.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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  2. Personalmente siempre he sentido una afinidad especial, una predilección con el Evangelio de San Juan. Tal vez lo siento más cercano, más próximo a mi sensibilidad, más comprensible para mi, incluso puede que más sugerente, o más profundo. No quiero decir que sea más profundo, sino que yo lo percibo como más profundo. Por decirlo de alguna manera mi favorito. En realidad, es el que más me ha acercado a CRISTO, al DIOS UNO y TRINO. Alabado sea DIOS.
    Abrazos en CRISTO, Padre. DIOS le bendiga.

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