miércoles, 17 de abril de 2013

Dignidad de la materia... hasta resucitar

El cuerpo es para el Señor. Nuestro cuerpo es para el Señor porque es de Él. 

La materia creada -el propio cuerpo- está llamado a esa explosión de vida y júbilo que es la resurrección. Ésta es corporal, material, y así lo que somos, cuerpo y alma, pasan a un orden nuevo y sobrenatural en la vida eterna.


Hoy nuestro corporeidad se ve limitada por el espacio y el tiempo; nuestro cuerpo experimenta debilidad, cansancio, enfermedades; además, nuestro cuerpo también herido por el pecado original, se ve arrastrado a la sensualidad, al propio gusto, por la concupiscencia de la carne. No se trata de despreciarlo ni castigarlo, sino de ponerlo al servicio del Señor dominando lo que somos.

En la Pascua de Cristo vemos cómo la materia es elevada a su plenitud. Y por la resurrección del Señor -y para ser resurrección es corporal- nuestro cuerpo está ya destinado a la vida y a la gloria. Una nueva visión se adquiere al considerar la Pascua del Señor en relación a la materia, a la creación, al propio cuerpo. Son perspectivas teológicas de nuestra fe sumamente interesantes, aun cuando no sean muy exploradas ni predicadas.

"La Iglesia, sus hijos fieles, lo saben: la resurrección del Señor, que repercute en nosotros por la celebración del misterio pascual, nos ofrece y nos enseña, más aún, nos exige una nueva concepción, una nueva elevación, una nueva santificación de nuestra corporeidad. En otros términos, es decir, en términos comunes, una nueva pureza. Sí, la Pascua debe darnos un nuevo sentido de la dignidad de nuestra carne, tan sensible y tan frágil. Es obra de Dios. Es templo del Espíritu Santo.

La manera corriente de pensar ve siempre en la norma cristiana un desprecio del cuerpo humano, como si no fuese otra cosa que una fuente de tentaciones y de pecado, de hambre, de dolor, de enfermedades y, en fin, de muerte. Y es verdad, pero esta mentalidad no se fija más que en un aspecto de la realidad corpórea del hombre, de la que precisamente nace un dualismo en nuestra complicada psicología, un dualismo peligroso y, a menudo, pecaminoso...

Debemos vincular a Cristo resucitado nuestra purificación física y espiritual, nuestra intransigente pero humana moralidad: de mente, de corazón, de obras. En Él, también nuestra corporeidad ha sido redimida y hecha digna del más alto respeto y del cuidado más solícito" (Pablo VI, Audiencia general, 12-mayo-1971).

¡Qué hermosa es la resurrección de Cristo!

Por medio de ella la relación con lo creado, con la corporeidad y con nuestro propio cuerpo se transforman. Todo lo que ha sido asumido, ha sido redimido. El Verbo asume nuestra carnalidad y la redime; el Verbo se ha hecho carne asumiendo nuestra carne para redimir también nuestra carne.


6 comentarios:

  1. Buenos dís don Javier. Creo que esta sencilla entrada es de importancia capital para comprender el valor de las reliquias y la verdadera naturaleza del hombre asumida en su totalidad -salvo el pecado- por Dios.Un abrazo.

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    1. xtobefree:

      Así es. La materia es elevada y transformada por la Resurrección de Cristo aguardando los cielos nuevos y la tierra nueva (la escatología).

      ¡Qué perspectiva tan consoladora!

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  2. Si me permite, padre Javier, como a mí Pablo VI me pilla algo más lejos, busco en fuentes más conocidas, como son las catequesis del beato Juan Pablo II, a quien tuve el honor de ir a verle en su visita a Madrid en el 93- donde muestra su visión del hombre como imagen de Dios.

    El Hijo de Dios se encarnó, asumiendo una naturaleza humana, que incluye un alma y cuerpo humanos, para darnos a conocer al Padre y, al mismo tiempo, salvarnos del pecado y de la muerte.

    (Jo, 8 líneas, no se quejará...y, por cierto, lamento romperle los esquemas, pero la abogacía solo nos toca de refilón familiar. Nosotros nos fuimos a los números, aunque lo que a mí me gusta es eso de juntar letras)

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    1. la colmena:

      "Lo que no es asumido no es redimido" decían los Padres de la Iglesia. Para redimir no sólo alma sino también cuerpo, el Verbo tuvo que asumirlos en su Encarnación.

      NO me quejo de 8 líneas, ¡líbreme Dios!, pero saber que sois economistas me descoloca. Os creía abogados... que tiene más letras, recursos, apelaciones, etc., que los números.

      Pero no por eso dejaré de hablaros ni os cobraré más el alquiler del espacio para vuestros comentarios (jejeje)

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  3. “Nuestro cuerpo es para el Señor porque es de Él”. “… ponerlo al servicio del Señor dominando lo que somos”

    Como dice el Santo Padre, la resurrección de Cristo nos exige una nueva santificación de nuestra corporeidad, una nueva pureza para colaborar eficazmente en su redención.

    Una de las tentaciones mayores que se nos ofrece es utilizar nuestro cuerpo para fines distintos para los que Dios lo pensó; tentación que se ofrece hoy a veces seductoramente a través de los medios de comunicación y del “pensamiento dominante” que alega “la mayoría” e incluso la bondad de esos falsos fines.

    Católicos tradicionalmente lentos para reaccionar, las tentaciones han invadido e impregnado nuestra sociedad europea y la mayor parte de América del Norte. La batalla también empezó hace años en Hispanoamérica; hace pocos días, un fraile amigo predicaba en un país hispanoamericano sobre los peligros que se le avecinan a la vista de lo sucedido en sus países vecinos. Una de mis preocupaciones es que, además de sus particulares condicionamientos, estas amenazas se conviertan en triste realidad en toda mi querida Hispanoamérica y que los católicos allí repitan la impasibilidad que hemos tenido los europeos.

    Por cierto, recuerdo al apenas adolescente escritor de la colmena sentado en el verde del montículo frente al lateral de La Almudena donde se había situado la silla del Papa y a la abeja reina-trabajadora corriendo descalza hacia el puesto de la Cruz Roja porque el abuelo había perdido el conocimiento ¡Menudo susto! Y ¿en Roma con el Papa? Con la mano rota y en ambulancia de la Cruz Roja “con conductor asesino” hacia el hospital. Divertidas anécdotas de tropezones imprevistos, farolillos cayendo encima de las cabezas… e hijos riéndose (una vez pasado el susto).

    En oración ¡Qué Dios les bendiga!

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  4. El cuerpo, en tanto creado por DIOS, es también tocado por la Gracia.
    Sigo rezando.

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